sábado, 29 de febrero de 2020

El código de la circulación


Impulsar un proyecto emprendedor significa empezar una aventura sin una guía detallada de cada giro, obstáculo o trampa que pueda haber en el camino. Sin embargo, existen unas pautas generales para evitar tropezar en las mismas piedras que otros o tener accidentes irreversibles.
En muchos libros y en los estudios de casos que se hacen en los MBA’s, se tratan historias de como determinados emprendedores o ejecutivos resolvieron los problemas que surgían en su proyecto o en su empresa.
Todos las historias, más o menos noveladas, de lo que hicieron los emprendedores famosos en su momento no sirven de nada, solamente como la descripción de una aventura que ni ellos mismos volverían a repetir porque las circunstancias siempre son diferentes, como un río que nunca es el mismo. De todos esos libros se sacan pocas enseñanzas, en todo caso alguna anécdota interesante o algunos consejos que también se pueden encontrar en la bibliografía, pero en sentido contrario.
Otros libros, en vez de aventuras, tratan un determinado aspecto, una metodología o una herramienta y le dan vueltas a algo que se podría plasmar en un monografía de unas pocas páginas.
Lo que en realidad hace falta es un código de la circulación para conducir startups y de estos códigos hay pocos que sean completos y que contengan todos los puntos básicos de una forma estructurada para no cometer una acción que lleve a una infracción o a un accidente grave, aunque estas situaciones peligrosas no se evitan si se conduce alocadamente o en sentido contrario.
Entre estos libros quiero mencionar el clásico de Steve Blank y el de Bill Aulet. Estos dos libros y otros muchos de emprendimiento, me llevaron a escribir este libro de tipo manual de conducción como si fuese el código de la circulación.

sábado, 15 de febrero de 2020

Eso lo saben bien las aseguradoras


Hace muchos años, cuando yo era adolescente, mi padre me dejo coger en un descampado el viejo coche familiar. Llevar el volante, frenar y acelerar era emocionante y relativamente fácil, aunque cambiar las marchas y sincronizarlas con el embrague era más complicado. Sin embargo, al cabo de una hora yo podía conducir aquel viejo coche hacia adelante (solo hacia adelante) en aquel espacio sin obstáculos. El éxito me dio la ingenua confianza del principiante y le pedí a mi padre, en mi desconocimiento del mundo real, que me dejase llevar el coche hasta casa, cosa que afortunadamente no me dejo hacer.
Conducir una startup en un espacio abierto, no es igual de simple que hacerlo en un circuito real y mucho menos para inexpertos. Podemos creer que nuestro proyecto se comportará con tráfico tal como hemos supuesto en ese mundo sin obstáculos que hemos imaginado. Sin embargo, conducir una startup en un entorno real implica conocer bien lo que se tiene entre manos, saber el código de circulación y las normas no escritas de comportamiento que solamente se aprenden con la experiencia.
Los emprendedores jóvenes pueden ser más ágiles y rápidos en la toma de decisiones, pero si estas no son acertadas el accidente puede ser más grave y a veces irreversible. La toma de decisiones en una startup suelen ser más acertadas si se hace desde la experiencia, como se muestra en el estudio que se menciona en este post de este mismo blog, donde se hace referencia que el éxito puede ser aún más probable si se combinan la juventud con la experiencia.
Por eso, los proyectos emprendedores tienen menos fracasos con conductores que ya no tienen que llevar la “L” puesta y eso lo saben bien las aseguradoras.