domingo, 31 de mayo de 2020

El capital riesgo invierte en startups con una baja valoración, pero con altos crecimientos y grandes expectativas


La primera fase de una startup (que podríamos llamar Startup-Lean) consiste en un equipo de cofundadores que trata de encontrar, para una idea de negocio inicial, un Modelo de Negocio viable y si es posible escalable.
La valoración de una Startup-Lean suele ser inicialmente muy baja y se basa en la intuición de lo que puede ser su futuro en función de la idea y sobre todo del equipo. Los inversores de capital riesgo no suelen invertir en ellas ya que la incertidumbre es muy grande y muchas mueren antes de llegar a nacer como empresas. En estos casos suelen ser los propios emprendedores y los FFF (Family, Friends and Fools) los que aportan los recursos necesarios.
La segunda fase de una startup (que podríamos llamar Startup-Business), empieza cuando el proyecto emprendedor tiene los primeros clientes, se constituye como empresa y tiene algunas métricas de su comportamiento en el mercado.
La valoración de una Startup-Business puede estar basada en metodologías clásicas como el Descuento de Flujo de Caja o el Método del Venture Capital. Sin embargo, como al principio de esta fase las métricas no están consolidadas, los inversores de capital riesgo basan su decisión en su experiencia y en la intuición sobre las expectativas del proyecto emprendedor y en el equipo que lo conduce. El criterio más importante para una valoración es la tracción del proyecto que puede estar basada, por ejemplo, en el crecimiento de los ingresos. 
En esta fase no suele haber inicialmente beneficios, pero si estos fuesen importantes y el crecimiento no lo fuera, esta Startup-Business podría ser muy rentable pero no invertible para el capital riesgo. El capital riesgo (Business Angels y Fondos de Inversión) enfocan su negocio en invertir, en diferentes rondas, cuando el crecimiento de la startup es alto pero su valoración todavía pequeña. Su objetivo es vender su participación (exit) al cabo de un cierto tiempo (5-7 años) con la mayor plusvalía posible.
En una tercera fase, cuando la empresa ya no se considera una startup, los beneficios se consolidan y el crecimiento se lentifica, los inversores que aparecen son más tradicionales y su interés se centra en los beneficios procedentes de los dividendos o también pueden ser grandes compañías que desean complementar su portfolio de productos con los que ofrece la empresa.
La valoración de la empresa en estos casos suele ser un múltiplo de los beneficios anuales, por ejemplo, 3 o 4 veces el Ebitda de la empresa. Es en este momento cuando, generalmente, venden sus participaciones los inversores de capital riesgo para obtener sus plusvalías y empezar de nuevo el ciclo de inversión en otras Startup-Business. No se trata de invertir en empresas muy valoradas y con importantes beneficios, el capital riesgo invierte en startups con una baja valoración, pero con altos crecimientos y grandes expectativas.

viernes, 15 de mayo de 2020

Necesitamos muchos más pedros


Hay diferencias notables entre la mentalidad de un empleado como Juan y la de un emprendedor  como Pedro.

  • Juan trata de cumplir con su trabajo de forma eficiente. Pedro impulsa su proyecto y lucha para que salga adelante.
  • Juan espera acabar su jornada laboral para empezar su vida personal. Pedro no tiene jornada laboral y vive su proyecto permanentemente.
  • Juan trabaja para que otro consiga sus sueños. Pedro crea para alcanzar los suyos.
  • Juan trabaja por dedicación. Pedro lo hace por pasión.
  • Juan debe satisfacer a su jefe. Pedro ha de satisfacer a sus clientes.
  • Juan tiene tareas conocidas y generalmente repetitivas. Pedro aborda retos nuevos cada día.
  • Juan prefiere estar en su zona de confort. Pedro no tiene zonas de ese tipo.
  • Las tareas a Juan vienen definidas por otros. Las tareas de Pedro las define el mismo.
  • Juan pretende mejorar sus habilidades. Pedro pretende diversificar sus conocimientos.
  • El entorno de Juan le obliga a concentrarse en su trabajo. El entorno de Pedro le lleva a diversificar el suyo.
  • El hábitat de Juan es conocido. El de Pedro es la incertidumbre.
  • Juan puede cambiar de empleo si encuentra otro mejor. Pedro siempre es el último en abandonar su proyecto.
  • Juan trabaja en un ambiente emocional estable. Pedro vive en una montaña rusa anímica.
  • Juan no puede cometer errores en sus tareas. Pedro se equivoca porque arriesga constantemente.
  • Juan tiene normalmente continuidad respecto a su trabajo y su salario. Pedro no sabe si al mes siguiente tendrá trabajo y salario.
  • Juan desea un buen empleo. Pedro puede crearlo.
Nuestras universidades ya forman juanes eficientes y preparados, pero el paro y el subempleo nos muestran que no se crean suficientes buenos empleos para ellos, por eso como sociedad necesitamos muchos más pedros.