miércoles, 30 de septiembre de 2020

Bill Aulet en el MIT

 

La semana pasada, La Vanguardia publicaba una entrevista con Bill Aulet, director del Martin Trust Center del MIT Entrepreneurship y responsable del espíritu empresarial en las 5 escuelas del MIT.

Los dos hubs clásicos de emprendimiento en Estados Unidos están localizados, uno en la Costa Este, en la ruta 128 de Massachusetts, alrededor de Boston y el otro, el más conocido, en la Costa Oeste, en Silicon Valley, cerca de San Francisco. Entre los dos hubs hay varios paralelismos: en cada uno de ellos hay dos universidades entre las mejores de los rankings internacionales, el MIT y Harvard en el Este y Stanford y Berkeley en el Oeste. En los dos ha habido líderes que han potenciado el emprendimiento como Steve Blank en el Oeste o Bill Aulet en el Este. Ninguno de ellos ha sido un académico relevante (de hecho, Steve Blank solamente asistió un cuatrimestre a la universidad), pero si emprendedores de éxito y ambos han creado escuela en ambas costas. Sus libros “The four steps to the epiphany” de Steve Blank y  “Disciplined Entrepreneurship” de Bill Aulet son dos referentes en emprendimiento.

Bill Aulet vino a Barcelona en junio de 2015 como conferenciante invitado en el segundo congreso de emprendimiento de Catalunya Emprèn. En la conferencia comentaba la necesidad de fomentar el espíritu del pirata, el ir contracorriente, el pensar diferente pero estar preparado como un marino para dar respuesta a los retos que se encontrarán en el camino. Bill Aulet comenta que en el MIT no solamente hay mentes brillantes, sino inconformistas, cuyos estudiantes tienen como primera opción crear su propia empresa, al contrario que en nuestras universidades que la primera opción es ser funcionario. Esa mentalidad es la que ha potenciado que las 25.000 empresas que han sido creadas por personas que han salido del MIT generan un PIB tal que si fuese un país sería la doceava economía mundial y un nivel de vida de los más altos de los Estados Unidos.

Como dijo en su conferencia, piensa que su apellido tiene un origen catalán donde es relativamente frecuente y hasta hay un pueblo (hoy abandonado) con ese mismo nombre. Lástima que no tengamos muchos “Aulet” de este tipo entre nosotros para impulsar el emprendimiento entre nuestros estudiantes universitarios como hace Bill Aulet en el MIT.

martes, 15 de septiembre de 2020

La solución no es deshacer el nudo sino cortarlo



Si descartamos como inversiones las operaciones de especulación, tenemos fundamentalmente dos tipos de inversores: los que invierten en proyectos y empresas consolidadas y los que lo hacen en proyectos emprendedores.

El primer tipo de inversores analiza de forma racional la oportunidad de inversión y para ello estudia la historia del proyecto, mira fundamentalmente al pasado como fuente de información para minimizar el riesgo. El segundo tipo se basa fundamentalmente en la intuición sobre la idea que sustenta el proyecto y la capacidad del equipo que lo lidera. Esta es una inversión que se basa en expectativas de futuro porque los proyectos en esta fase no tienen pasado. Este tipo de inversión se conoce como inversión de capital riesgo. Los inversores en esta fase (Business Angels o fondos de Venture Capital) para minimizar el riesgo, en la medida de lo posible, invierten cuando el proyecto se ha constituido como empresa y ya tiene los primeros clientes.

Sin embargo, cuando el proyecto está todavía en sus inicios ya sea en la fase de idea o de modelo de negocio, ni tan siquiera los inversores de capital riesgo suelen entrar porque para ellos la incertidumbre es excesivamente grande y el riesgo demasiado alto.

La pregunta entonces es: ¿Quién invierte en el periodo que va desde la idea hasta la constitución de la empresa? La respuesta es que en la mayoría de los casos son los propios emprendedores quienes a partir de sus ahorros y dedicación, impulsan el proyecto emprendedor en un proceso que se conoce como Bootstrapping.

El siguiente perfil de los inversores, que se puede solapar con el anterior, son los conocidos FFF, es decir, el que forman los familiares, los amigos y los que se entusiasman por el proyecto. Gestionar este proceso de inversión no es fácil ya que la empresa todavía no está creada y no hay un registro documental de la participación que tiene cada inversor, como ocurre cuando la empresa está legalmente constituida. Adicionalmente este proceso no contempla las aportaciones de “inversores” en esfuerzo y dedicación.  

En Ekiter pensamos que este nudo gordiano que dificulta el impulso de proyectos emprendedores en fase inicial donde los patrocinadores aporten dinero y los colaboradores (mentores, diseñadores, desarrolladores, …) esfuerzo, es una barrera que limita el crecimiento personal y social y tal como hizo Alejandro Magno, la solución no es deshacer el nudo sino cortarlo.