martes, 30 de junio de 2020

El emprendedor en su laberinto


Un emprendedor cree que impulsar una startup es como entrar un espacio diáfano en el que transitará de forma sencilla con su magnífica idea como guía y que podrá encontrar la salida fácilmente. Sin embargo, pronto se dará cuenta que donde ha entrado es en realidad un laberinto.
La diferencia con el mito de Teseo es que, una vez eliminado el Minotauro, el héroe pudo salir del laberinto gracias a seguir el hilo de Ariadna que había ido soltando mientras se internaba en la compleja construcción diseñada por Dédalo.
Aunque el emprendedor con mucho esfuerzo pueda con su “Minotauro” (crear un MVP) no dispondrá de ningún hilo fiable (Plan de Empresa) que le conduzca a la salida. El emprendedor no sabe todavía que la salida solamente la puede encontrar a partir de darse golpes contra las paredes en una estrategia de prueba error para generar un esquema (Modelo de Negocio) que conducirá al éxito o al fracaso de su aventura.
Algunas veces nuestro “Teseo” puede escuchar voces desde el exterior (mentores) que le proponen seguir por determinados caminos, sin embargo, muchos de los que prueba son callejones que no llevan a ninguna parte. Esas voces que aconsejan no están en el interior del laberinto y por tanto no viven el problema sino que solamente lo intuyen. El emprendedor debe escucharlas, pero finalmente es él quien debe tomar las decisiones del rumbo a seguir.
Si finalmente encuentra la salida habrá necesitado perseverancia y suerte, mucha suerte. El camino seguido para conseguir el éxito seguramente no es el mejor de entre todos los posibles, sin embargo, el verdadero problema es que muchas veces el proyecto puede perecer porque nuestro héroe no encuentra la salida o incluso porque esta ya no existe. Con o sin salida, en una startup siempre está el  emprendedor en su laberinto.

lunes, 15 de junio de 2020

El emprendedor representaría un ejemplo del superhombre por el que clamaba Nietzsche


El desarrollo de un proyecto emprendedor es, como en las tragedias griegas, un proceso que en muchos casos conduce a la muerte.
En su obra El origen de la tragedia, Nietzsche habla del equilibrio que en la antigua Grecia se alcanza entre lo apolíneo y lo dionisíaco en las tragedias griegas.
Lo apolíneo representa la visión racional e ideal de la vida al que Nietzsche culpaba de la decadencia del hombre moderno. El arte apolíneo representa la belleza en la arquitectura o la escultura ateniense, un arte estático y contemplativo. Lo dionisíaco, sin embargo, lleva al hombre a salir del dominio de la razón para sumirse en la pasión desenfrenada. El arte dionisíaco es dinámico, sensual y orgiástico y está representado por la música y el baile.
En la tragedia griega se mezcla la cultura apolínea ateniense con las influencias jónicas de lo dionisíaco dando como resultado un equilibrio que suele acabar mal para el protagonista, como en la Antígona de Sófocles o en el Orestes de Eurípides.
Volviendo a nuestro mundo, podríamos contemplar la posición del hombre actual con una vida rutinaria como lo apolíneo, donde un ejemplo del mismo podría ser el de un empleado estable con tareas repetitivas que lleva una vida de actividades monótonas.
Lo dionisíaco radical podría ser representado por aquel que quiere romper con todas las normas sociales y se arroja en un mundo de orgías o de drogas.
El emprendedor no es un apolíneo que se instaura en la rutina diaria, ni tampoco un dionisíaco que se vuelca en la enajenación permanente de la realidad. El emprendedor es como el protagonista de la tragedia griega, una combinación de apolíneo y dionisíaco que muchas veces acaba en fracaso. Para superar al decadente hombre occidental, el emprendedor representaría un ejemplo del superhombre por el que clamaba Nietzsche.