jueves, 8 de febrero de 2024

La universidad en tiempos de Netflix y de la IA (Publicado en Tecnonews 06/02/2024)


 De las tres funciones que ha ido incorporando la universidad desde sus orígenes, docente en el siglo XI, investigadora en el siglo XIX y de transferencia de conocimiento ya en el siglo XX, la primera es la base de la organización de la universidad clásica. Como ejemplo, podemos mencionar que las plantillas de los departamentos se dimensionan fundamentalmente por el volumen de la docencia que tienen asignada. 

La docencia universitaria se ha impartido tradicionalmente en un formato de lecciones magistrales. De esta manera, una misma clase se repite (en ocasiones muchas veces) a diferentes grupos. Podríamos decir, que esta forma de transmitir conocimientos, en un mundo donde la demanda de formación es masiva, se realiza artesanalmente como hace siglos y donde cada clase se comunica con mejor o peor fortuna en función de las habilidades de los profesores que las imparten. 

La llegada de las TIC a la formación universitaria de grado ha hecho posible que una gran parte de la función docente se pueda difundir de forma generalizada e independientemente del tiempo y del lugar. Multitud de ofertas, públicas y privadas, con una amplia diversidad de contenidos, están cubriendo una demanda creciente, dejando fuera de esa gran oportunidad a las universidades presenciales clásicas. 

Durante la pandemia, la formación a distancia se tuvo que introducir de forma improvisada en las universidades presenciales. La solución adoptada fue dar las mismas clases magistrales, pero esta vez on-line, a través de alguna plataforma como Teams o Zoom. Era una oportunidad para introducir cambios estructurales, sin embargo, cuando las condiciones sanitarias lo permitieron, las universidades volvieron a la presencialidad, evitando salir de su zona de confort. El formato de la docencia se mantuvo según la tradición como si el Covid no habría sucedido, es decir, seguir haciendo teatro, pero en tiempos de Netflix. 

Aunque no toda la formación es adecuada para hacerla on-line (por ejemplo, las prácticas de laboratorio), una gran parte de ella es posible y sobre todo conveniente si se generan materiales de alta calidad. Hay buenos ejemplos en algunos de los cursos de las plataformas más conocidas (Coursera, edX, Future Learn, etc.). Muchos de estos cursos han sido desarrollados por profesores de universidades clásicas, sin embargo, son recursos que no se integran regularmente en los estudios oficiales de grado. 

Además de las clases magistrales, en muchas asignaturas, los estudiantes también desarrollan trabajos individuales o en grupo. En estos casos, la llegada de la IA ha complicado las cosas. Los profesores, saben que muchos alumnos generan sus trabajos con herramientas de IA, pero es difícil controlar su origen y su originalidad. En los departamentos se está al tanto de que esto está pasando, pero no saben cómo abordarlo. Me comentaba un profesor que había desarrollado un agente IA en la última versión de Chat GPT para realizar la corrección y asignar automáticamente una calificación a cada trabajo. Esta situación me hizo recordar aquel viejo chiste soviético que decía, "nosotros hacemos como que trabajamos y ellos hacen como que nos pagan" 

La docencia en las universidades presenciales está en una encrucijada que debería conducirlas a cambios no solo cosméticos, por ejemplo, generar contenidos audiovisuales de alta calidad e integrarlos en los programas de grado y respecto a la IA, dejar de adoptar una posición defensiva y utilizarla proactivamente como una herramienta para potenciar la formación. 

Como decía Niels Bohr “hacer predicciones es muy difícil, sobre todo si se trata del futuro”, pero me atrevo a pronosticar que será difícil continuar haciendo teatro en la universidad (y no solo en las aulas) en tiempos de Netflix y de la IA.