domingo, 31 de enero de 2021

Emprender después de la pandemia (Aparecido en Tecnonews el 20/01/2021)


La pandemia del Covid-19 ha estado considerada por algunos líderes políticos como una guerra mundial por sus importantes consecuencias sociales y económicas. En el ámbito del emprendimiento sus efectos colaterales también han sido notables.

Según el reciente informe State Of European Tech casi todos los hubs europeos, excepto Estocolmo y París (este último por las aportaciones públicas), han tenido un descenso en las inversiones realizadas respecto al año anterior. En España el descenso ha sido considerable, en Barcelona, que es el único hub que está en la lista de los 20 primeros (Madrid no aparece este año), la inversión ha caído de los 645 millones de dólares en 2019 a los 277 de este año. En cuanto al número de operaciones Barcelona ha bajado de 113 a 104 y Madrid (que en esta métrica si aparece) de 92 a 71 operaciones.

Más aún, si no consideramos exclusivamente los datos de la financiación de startups escalables, aunque sean las más llamativas, la incidencia de la pandemia en el emprendimiento ha sido grave para todo un entramado de pequeñas startups que han tenido que “echar la persiana”, así como para muchos emprendedores autónomos que no han podido aguantar las embestidas del coronavirus.

Sin embargo, a toda economía de guerra le sigue una de postguerra. Y de la misma forma que tras la segunda guerra mundial Europa recobró de forma acelerada sus niveles de producción (aunque no tan pronto los de bienestar social), cuando se firme el armisticio con el virus es de esperar que se produzca una rápida recuperación de la economía donde tendrá mucho que ver el espíritu emprendedor, más si se puede disponer de un “Plan Marshall” como el del Fondo de Recuperación Europeo.

Respecto a cómo serán los cambios en los procesos de emprendimiento, la interacción personal presencial seguirá teniendo, como ha tenido siempre, una gran importancia para la ideación, la formación del equipo, la mentoría, los foros, las ferias, la formación, la financiación o la estancia en espacios compartidos como incubadoras y aceleradoras. Es decir, en casi todos los componentes del ecosistema. Sin embargo, la pandemia ha introducido una “economía de guerra” que ha incidido drásticamente sobre los contactos presenciales sustituyéndolos total o parcialmente por el teletrabajo y los eventos virtuales realizados a través de plataformas como Zoom, Teams o Meet.

Aunque en muchos casos la presencialidad en emprendimiento es irreemplazable, el Covid-19 ha mostrado un aspecto positivo con el incremento sustancial del trabajo remoto, dado que muchos procesos han intensificado la utilización de plataformas como, por ejemplo, Google Drive, Ekiter, Slack o Trello, permitiendo introducir un importante factor de eficiencia en el desarrollo y gestión de los proyectos emprendedores.

Adicionalmente, la consolidación de los procesos telemáticos ha puesto de manifiesto que la no presencialidad puede permitir impulsar nuevos modelos de negocio que conduzcan a transformaciones radicales. Así ha sucedido en sectores tradicionales tales como el editorial, el discográfico o el cine.

Aunque parece que todavía tenemos para unos cuantos meses hasta conseguir la inmunidad de rebaño (curioso nombre), si mañana surgiese una solución “milagrosa” que nos permitiese volver de inmediato a la normalidad de antes de la “guerra”, diversas acciones de emprendimiento que ya se están realizando actualmente de forma no presencial, se consolidarían. Sin embargo, otras muchos procesos se seguirán haciendo como se han hecho siempre, incluidos, desafortunadamente, los burocráticos exigidos por unas administraciones miopes. En resumen, aunque sería muy conveniente en muchos aspectos, no me parece que a corto plazo se vaya a producir una transformación radical en la forma de emprender después de la pandemia.

viernes, 15 de enero de 2021

Mantener el entusiasmo intacto


Churchill decía que “El éxito es sobreponerse al fracaso con el entusiasmo intacto”. El emprendimiento es exactamente eso, tener la capacidad de sobreponerse con el entusiasmo intacto a los errores y fracasos.

Cuando se impulsa una idea emprendedora, se tienen conceptos iniciales fundamentales que se conservan durante todo el camino, pero en los detalles e incluso en algunos aspectos importantes es necesario ser flexible para aceptar los errores que vamos a cometer durante el viaje y levantar el ánimo enseguida.

La experiencia y la prueba-error están íntimamente ligadas al proceso emprendedor. Sin embargo, esos errores o fracasos intermedios los tenemos que tomar como lecciones que no nos han de hacer perder el entusiasmo por conseguir el resultado final.

En emprendimiento hay que combinar la voluntad firme de alcanzar la meta propuesta con la flexibilidad de adaptarse a las circunstancias. No se pueden tener ideas rígidas e inamovibles. Un emprendedor tiene un objetivo estratégico en el horizonte hacia el que se dirige, sin embargo, en el camino ha de tener la capacidad de sortear, más que destruir, los obstáculos que irán surgiendo.  

Cuando un explorador se encuentra ante un barranco quizás lo más conveniente no es tomar la decisión de atravesarlo directamente donde se puede producir un accidente irreversible, si no buscar una solución para rodearlo ya conseguir superarlo.

Los emprendedores, como los exploradores, no son suicidas, aunque a veces ambos tienen que tomar decisiones arriesgadas. Su comportamiento ante un problema consiste en tomar la mejor solución de compromiso que optimice la respuesta minimizando el riesgo y maximizando las probabilidades de acierto. Pero en ningún caso hay que hundirse por no superar el escollo a la primera.

Un emprendedor tiene que tomar de forma permanente decisiones nuevas para él. Ante un problema que debe resolver de forma inmediata donde en muchas ocasiones no puede disponer del tiempo necesario para analizarlo detenidamente y dar la respuesta óptima. Por tanto, si debe responder rápidamente al reto, en el mejor de los casos la decisión que tomará será una de las menos malas y en el peor será un error más o menos grave. Sin embargo, no hay que perder la ilusión, perder alguna batalla no es final, lo que importa es ganar la guerra.

El emprendimiento es una actividad cuyo espacio natural es la incertidumbre y como consecuencia se cometen muchos fallos. Por eso, según los resultados de los experimentos realizados en el camino, hay que aprender de los errores, adaptarse permanentemente y sobre todo, mantener el entusiasmo intacto.