martes, 31 de marzo de 2015

Peor para todos

La globalización y la crisis han producido un cambio en la distribución de la riqueza mundial que se concentraba en las sociedades occidentales. Su reparto ha cambiado y los países emergentes, en particular China, disponen de un poder que hace solamente unos pocos años no tenían. Esta nueva situación proyecta una imagen de decadencia relativa de Occidente, que afecta al dominio económico y a la influencia social y política que ejercía en todo el mundo.
También el bienestar se ha redistribuido, en un proceso de vasos comunicantes, a otras partes del planeta. Esto ha llevado a una pérdida de calidad de vida de las sociedades occidentales y especialmente a sus clases medias y bajas, que habían ido mejorando sus condiciones de vida de forma permanente desde la segunda guerra mundial.
La manifestación más próxima y evidente del cambio, ha sido la crisis del 2007 que hoy continúa enquistada en la sociedad occidental con una situación de paro y recortes, especialmente intensos en las sociedades del sur de Europa que al no poder competir en valor añadido, lo hacen bajando los salarios.
La solución, como siempre, está en la educación. Una educación como la finesa que se enfoca a que cada persona debe pensar en generar su propio espacio de trabajo y donde la creatividad y el emprendimiento han de ser los ejes de esta revolución.

Todo el sistema educativo y en particular las universidades han de cambiar de forma radical y no solamente los contenidos de los planes de estudio. El cambio que se avecina ha de ser radical y cultural y cuanto más tardemos en darnos cuenta de ello, peor para todos.

domingo, 15 de marzo de 2015

La cultura de una sociedad emprendedora

En algunas ocasiones, se puede oír a los políticos decir que el nuestro es un país innovador y emprendedor porque en algún momento de la historia lo fue. Sin embargo, en la actualidad los indicadores dicen que estamos lejos de serlo.
El caso de Finlandia es paradigmático. Emerge con fuerza en los años 90 de una situación de carencias, se convierte en una economía ejemplar de la mano de una empresa como Nokia y es el espejo del éxito donde mirarse. Sin embargo, producto de ese monocultivo y del estancamiento de sus variables macroeconómicas durante los últimos siete años, Finlandia ha dejado de ser la referencia económica obligada.
Esto ha sido siempre así. En la Prehistoria del Oriente Próximo, el Creciente Fértil permitió hace unos 10.000 años que los cazadores-recolectores se convirtiesen en los primeros agricultores-ganaderos que dieron lugar a unas sociedades innovadoras que desarrollaron entre otras muchas cosas la rueda y la escritura. Salían con una gran ventaja, sin embargo hoy, es una de las zonas del mundo con más atraso y analfabetismo, a la que contemplamos, atónitos, como autodestruye su propio patrimonio.
A veces los resultados son producto de la suerte o de unas decisiones acertadas o equivocadas, otras del abrazo de religiones “salvadoras”, como la que ha producido la sacudida del magma musulmán que apunto Ortega hace más de ochenta años. Sin embargo, además de la suerte o de otros avatares, en nuestros días, la batalla de la innovación y del emprendimiento es condición necesaria y se tiene que dar cada día y en todos los niveles de la sociedad, desde el ciudadano de a pie, hasta las más altas instituciones del país, porque sin esta cultura el mantenimiento del estado del bienestar peligra, como hemos podido comprobar y padecer, a consecuencia de los efectos de la crisis.

No es un planteamiento político ni de derechas ni de izquierdas. La respuesta en un mundo sin fronteras comerciales es la competitividad y esta solamente se puede lograr desde la cultura de una sociedad emprendedora.