Cuando sale una de las infinitas convocatorias de I+D, ya sea desde Barcelona, Madrid o Bruselas, se pone en marcha un juego en el que siempre pierde el mismo: el contribuyente.
Como ejemplo, voy a hablar del Programa Marco ya que Bruselas está más lejos. Cuando se sabe que una convocatoria saldrá publicada en el DOCE, los especialistas en la búsqueda de proyectos se ponen en marcha a la voz de "nosotros sabemos como se han de presentar las propuestas ganadoras". Estos especialistas redactan la parte de gestión y la financiera, definen como se han de distribuir los socios por Europa, para que la propuesta tenga éxito. Son verdaderos profesionales en estas lides que pueden llegar a cobrar un 10% de lo que se pide en el proyecto. Obviamente la parte técnica la ha de escribir el socio principal (con un esfuerzo nada despreciable) ayudado por los demás socios. Un esfuerzo inútil si no dan el proyecto y también si otorgan el proyecto y los resultados de la investigación aconsejan cambiar la hoja de ruta.
Se suelen presentar 10 veces más proyectos que los finalmente se financian. Lo que suele significar un coste de preparación de todas las propuestas mayor que el dinero que se distribuye. Los agraciados que han redactado las propuestas que más han gustado a los evaluadores (no necesariamente las mejores) ya tienen una parte del dinero que se gastarán (no necesariamente en el proyecto).
Como la mayoría de los gastos son para pagar los salarios de los investigadores y técnicos que ya tiene la empresa o la institución de investigación, el esfuerzo se dirige a justificar y a hacer parecer que se hace un proyecto que en la mayoría de los casos consiste en rellenar una enorme cantidad de informes para mostrar que se trabaja intensamente en el proyecto. Una forma de hacer perder un tiempo precioso a los investigadores. No olvidemos la estructura de Bruselas, que vive de esto, y que puede significar un 10% del dinero a distribuir.
Todo este maremágnum de subvenciones encubiertas se paga con el dinero del contribuyente con el objetivo de alcanzar a unos americanos que cada vez están más lejos y alejarse de unos asiáticos que cada vez están más cerca. Ya nadie se acuerda del fracaso de la Agenda de Lisboa. Por cierto, ¿Alguien dimitió o dio explicaciones por ello?
Hay otras maneras más justas, y sobre todo, más eficientes de evaluar y financiar la producción científica y también de ayudar a las empresas que de verdad quieren innovar. Todo mejor que la evaluación ex-ante de la I+D.