En las convocatorias de proyectos públicos de I+D empresarial, como por ejemplo los recientes desaparecidos CENIT, los políticos hablan de la movilización de recursos, cuando suman el dinero público más el que ponen las empresas. La fórmula suele ser que las empresas ponen un 50% y los ciudadanos, a través del MICINN, el otro 50%.
Para mostrar a la sociedad el éxito de este tipo de convocatorias se pone encima de la mesa el alto número de solicitudes respecto al número de proyectos concedidos. Sin embargo, la realidad es que las convocatorias sirven para dar subvenciones encubiertas a las empresas.
No se entiende que las empresas más importantes del país, con grandes beneficios, tengan que pedir a los contribuyentes que arriesguen su dinero para que ellas hagan I+D que les ha de generar más beneficios. Además, ni para eso sirve, con el dinero recibido, lo que se hace en buena parte, es mantener la estructura de personal y de los laboratorios. Eso sí, rellenan montañas de informes que no sirven para nada. Bueno, si sirven para justificar y cobrar y para tener ocupados a los funcionarios que manejan en el ministerio toda la burocracia.
Este tipo de proyectos tendrían que servir, teóricamente, para introducir tecnología en nuestro actual sistema im-productivo, ese que cada día es menos competitivo y que empuja a nuestros mejores titulados a escuchar los cantos de sirena de la cancillera Merkel.
El objetivo de las empresas es ganar dinero y para eso han de arriesgar, entre otras cosas, invirtiendo en I+D. Sin embargo, nuestras grandes empresas han encontrado la fórmula de como hacer I+D empresarial arriesgando el dinero del contribuyente.