Todos los intervinientes alabaron la voluntad de los diferentes
gobiernos (a pesar de ser de distintos colores políticos) por mantener la continuidad
de las políticas universitarias y de investigación que han llevado a Cataluña a
tener unas más que aceptables universidades y un sistema de investigación muy
eficaz, si tenemos en cuenta los pocos recursos con los que se contaba para
llevar a cabo la tarea.
Sin embargo, en las intervenciones de los exconsellers empezaron a aparecer las sombras que se ciernen como
amenazas sobre el sistema de I+D catalán, entre ellas: la falta recurrente de
recursos, la burocracia que obliga a los investigadores a dedicar a ella una
buena parte de su tiempo y el envejecimiento de las plantillas, sin unas perspectivas
de relevo a corto plazo. También se dijo que, en realidad, lo que hace falta es
un sistema de innovación que alimente un sector de I+D que empieza a no poder sostenerse
exclusivamente con el dinero público.
Lamento tener que afirmarme en lo que vengo diciendo desde hace
años: un sistema de I+D es condición necesaria, pero no suficiente, para
mantener de forma sostenible una Sociedad del Conocimiento. Sería necesario disponer
de un sistema de innovación potente para mantener vivo ese sistema de I+D y la
Sociedad del Conocimiento asociada. Sin embargo, un sistema de innovación no se
puede crear y mantener desde el sector público, aunque se pueda favorecer. La realidad
es que Cataluña como el resto de las regiones españolas (excepto Euskadi) está
en el tercer nivel (Moderate Innovators)
de los cuatro en que clasifica el Regional Innovation Scoreboard de la Unión Europea a las regiones. El diagnóstico está claro y la evolución, si
no se pone remedio, también: un declive que se irá acusando en los próximos
años.
La ventana de oportunidad que se produjo durante las décadas
anteriores a la crisis se aprovechó para crear un sistema que tenía mucho glamour,
pero poco realismo. Afortunadamente, todavía hay una parte de la sociedad que a
pesar de la Administración (excepto elementos puntuales como Catalunya Emprèn) está liderando el
cambio de Barcelona hacia un polo de atracción de talento emprendedor.
Esta es la única esperanza que puede ayudar a disipar las nubes
amenazadoras que se ciernen sobre ese sistema de I+D del que nos sentimos tan
ufanos y que es la base de la Sociedad del Conocimiento de Cataluña.