Uno de los problemas más importantes provocados por la crisis en la economía española ha sido la destrucción del tejido empresarial. A consecuencia de ello se ha duplicado el paro, que ha llegado a ser del 20% (del 40% si hablamos del paro juvenil). Estos niveles de paro constituyen el freno social y económico más importante para salir del pozo en que nos encontramos.
Los expertos dicen que uno de los obstáculos más importantes para crear empleo es la legislación laboral actual y proponen convertir los dos tipos de contratos existentes (fijo y temporal) en uno solo. En el núcleo de la discusión está el problema de la indemnización por despido.
Las indemnizaciones por despido suponen un coste demasiado alto, según los empresarios, y si la empresa no va bien, ese coste le impide despedir. La situación se puede agravar hasta que no tiene solución la supervivencia de la propia empresa y por tanto los puestos de trabajo de toda la plantilla. La falta de flexibilidad, que era en el pasado una fortaleza social, ahora puede acabar con las empresas que no adelgazan sino que se secan y mueren y no pueden reverdecer cuando vuelve a llover. No pueden aparecer los famosos brotes verdes.
Los agentes sociales están buscando soluciones, pero la agilidad que quieren los empresarios se enfrenta a la seguridad que quieren los sindicatos. El problema tiene una difícil solución, y entre tanto, el paro se enquista en la sociedad convirtiendo a muchos desempleados en parados de larga duración que los aleja cada día mas del mercado de trabajo o les lleva a caer en la economía sumergida.
Desde mi desconocimiento de la problemática laboral, voy a hacer un planteamiento simplista como elemento de reflexión que consiste en implantar un sistema de despido más flexible y equitativo.
El nuevo modelo de contrato laboral que propongo consiste en dos aportaciones periódicas por parte de la empresa: una el salario y otra a un "fondo laboral" que se pone en un banco a un interés determinado. El fondo laboral en cada momento sería equivalente a la indemnización que le tocaría al trabajador tras un despedido improcedente. El trabajador recibiría el dinero en el momento que se marchase de la empresa. Tanto si se va voluntariamente como si es despedido.
Este procedimiento potenciaría la movilidad laboral en los dos sentidos, es decir por parte del empresario como por parte del trabajador y aseguraría que los empleados cobrarían el fondo aunque la empresa fuese a la quiebra. Con este procedimiento la empresa haría contratos fijos desde el primer día, acogiéndose a los beneficios fiscales existentes.