Las empresas innovadoras tienen
en muchos casos la duda de cómo plantear su innovación, si de forma incremental
o de forma radical (el Kaizen y el Kekushin japonés). Hacer solamente una de
ellas puede ser más arriesgado.
Si la innovación significa
movimiento, el dilema está en seguir por la misma carretera o tomar una vía
alternativa que en principio puede parecer más arriesgada, pero quizás conduce
a océanos azules. La continuidad del camino más conocido o la incertidumbre del
desconocido.
La innovación incremental significa
la mejora permanente de productos o procesos que pueden conseguir mantener la
competitividad de la empresa, pero que pueden conducir a callejones sin salida.
Por otro lado, la innovación radical es muy arriesgada y puede llevar a un
éxito o a un fracaso rotundo. Podríamos decir, que la innovación incremental
puede llevar a un éxito o fracaso, incrementalmente y que una innovación radical puede hacerlo radicalmente.
La combinación adecuada de los
dos tipos de innovación puede ser la mejor solución. El caso de Apple es paradigmático,
pasa por ser una empresa de innovaciones radicales. Sin embargo, después de
cada propuesta radical continúa con una serie de mejoras incrementales de sus
productos de forma permanente.
Generalmente las empresas que
hacen innovación, ya sea incremental o radical, cambian los productos o los
procesos, pero raramente los mercados objetivos, es demasiado arriesgado, sobre
todo si se hace de radicalmente.
En el emprendimiento todo es
innovación y siempre radical. Desde el producto al mercado, pasando por la
organización, el equipo y hasta la figura jurídica. Cualquier cambio es abrupto,
ya que en un principio ni tan siquiera hay movimiento, por tanto, cualquier
paso que se da, significa un cambio sustancial y de ahí su gran riesgo. Emprender
implica hacer innovación radical.