Sobre la independencia de Cataluña se han vertido ríos (mares diría yo) de
tinta y aquí, yo también, voy a aportar unas pocas gotas desde una perspectiva
del paralelismo con la pasión y la afición al futbol.
Tengo 70 años, soy vasco, vivo en Cataluña desde hace muchos años, también
he vivido en diferentes lugares de España como Madrid, Salamanca o Albacete.
Conozco bien la “piel de toro” de la que he visitado muchos de sus rincones y
donde tengo amigos de norte a sur y de este a oeste. Todo ello me da una cierta
perspectiva de la situación de la independencia de Cataluña vista desde dentro
y desde fuera.
Hay multitud de razones que pueden justificar la independencia para un
nacionalista. Pero la mayoría de ellas, no son razones, sino sentimientos. Sin
embargo, para los no nacionalistas la elección independentista puede ser
producto de una comparación imparcial entre dos opciones que ofrecen aspectos
más o menos favorables, como las expectativas
de una mejora de la calidad democrática, una visión más social del
estado del bienestar o la disponibilidad de más recursos económicos. Las dos visiones
corresponderían a lo yo llamo independentismo de corazón o independentismo de
cabeza.
Desde el punto de vista del corazón, y en un símil futbolístico, se puede
cambiar de muchas cosas, pero nunca de equipo de futbol, como tampoco de sentimiento
patriótico. Aquel que tiene pasión por el Barça, podría llegar a admitir que el
Madrid juega mejor, pero no cambiará por ello de equipo, ni perderá su
animadversión por todo lo “merengue” y recíprocamente pasa con los aficionados
del Real Madrid. Sin embargo, al que le gusta el buen futbol y no es fan de ninguno
de estos dos equipos, le gustará más aquel que juega mejor en cada momento.
Estos aficionados pueden cambiar de equipo y prefieren uno u otro en función de
la calidad de su juego.
El problema para el “Madrid”, es decir, para el gobierno de Madrid, es
que está jugando muy mal y lo que es peor, quizás no pueda jugar mejor. A la
actitud de prepotencia y juego sucio (corrupción generalizada), se añade el
argumento una y otra vez utilizado de los goles desde una posición de posible
fuera de juego que solamente sirven para contentar a su afición. Son balones que
el árbitro da por buenos y por tanto tienen justificación legal.
También es legal impedir la independencia de Cataluña amparándose en la
Constitución, pero algo muy serio está pasando cuando se acusa a toda una
sociedad democrática que está fuera de la ley. Es en todo caso la ley, aunque
sea una Constitución, la que está fuera de la sociedad y es aquella la que se ha
de cambiar y no prohibir el derecho a decidir de una sociedad sobre su futuro. Son
las reglas las que se han de cambiar y ser aplicadas por un árbitro imparcial,
tanto en el futbol como en la independencia.