Cuando asesoro a emprendedores, encuentro con frecuencia que muchos de
ellos piensan que su idea es tan buena que les será fácil encontrar
financiación y que los inversores se desvivirán por apostar su dinero en esa
idea. Cuán lejos de la realidad están!!. Les cuesta admitir mis palabras, cuando
les digo que su idea emprendedora no vale nada.
La inversión privada en la fase semilla se orienta a analizar startups que
ya tienen un buen equipo de emprendedores y han validado su modelo de negocio,
y si ven en ellas una oportunidad de
negocio que además invertible, hacerlo. Los Business
Angels y los fondos de Venture Capital,
ni son ángeles, ni son aventureros. Lo que buscan los inversores es maximizar
el retorno y la seguridad de sus inversiones y si los emprendedores no aceptan este
modo de trabajar, están muy equivocados.
Ningún inversor financia ideas porque en ese caso estarían haciendo el papel
de los insensatos de las 3F (Family, Friends and Fools). Los inversores son en
primer lugar filtradores de proyectos emprendedores cuando estos ya tienen un Mínimo
Producto Viable (o mejor vendible) y si es posible los primeros clientes. De
esta forma se explica que menos de uno de cada cien modelos de negocio acaban
obteniendo financiación privada.
Otra de las características de la financiación privada, es que dada la
incertidumbre de una correcta ejecución en esta fase inicial, a pesar de que el
modelo de negocio esté validado, su éxito es una incógnita y si finalmente
alguien está decidido a invertir, las condiciones impuestas pueden parecerles abusivas
a los emprendedores, como por ejemplo, ofrecer poco dinero a cambio de una alta
participación en la empresa o cláusulas muy duras como las de permanencia o
arrastre.
En el sector público las condiciones para obtener financiación tampoco son magnánimas.
Una startup que desee pedir financiación ha de estar constituida y en un estado
de maduración suficiente como para poder ejecutar con éxito su plan de negocio y
donde los emprendedores han de haber invertido una cantidad similar al dinero
que piden. La financiación suele venir articulada como un préstamo
participativo que tiene como inconveniente, la burocracia no despreciable que
lleva asociada.
La pregunta es: ¿Dónde y cómo obtener la financiación necesaria en esos
momentos iniciales en que el proyecto está un una fase de idea o de modelo de
negocio todavía no validado? y la respuesta es: de las aportaciones personales de
dinero y del trabajo no remunerado de los propios emprendedores. El 90% de los
proyectos emprendedores en esta fase, se financian así, es lo que se
conoce como bootstrapping. El esfuerzo personal, es además, la forma para
demostrar cuando la empresa busque financiación que el equipo emprendedor está
comprometido con el proyecto.
Otra vía de financiación en esta fase de idea son las 3F (y
excepcionalmente el Crowdfunding), porque si los que están más próximos a los
emprendedores, no confían en ellos, quien lo va a hacer. Esta vía puede
presentar problemas importantes derivados de un eventual fracaso del proyecto,
ya que además de perder el dinero también se pueden ver afectadas las
relaciones familiares o de amistad.
Es necesario tener claro que las 3F invierten en personas y que los
inversores lo hacen en proyectos emprendedores validados. Las ideas no valen
nada, nadie invierte en ideas.