viernes, 15 de octubre de 2021

Equilibrio entre la pasión y la razón



A primera vista, impulsar un proyecto emprendedor no tiene mucho sentido. Las probabilidades de éxito son muy escasas, solamente una o dos de cada diez salen adelante. Tampoco es fácil conseguir financiación de capital riesgo, solamente una de cada cien la obtienen.

Adicionalmente, el emprendedor tiene que ser un trabajador infatigable, inmune al desaliento de los constantes reveses, ágil para sortear los obstáculos del camino y un largo etcétera de aptitudes.

Entonces, ¿por qué hay personas que impulsan proyectos emprendedores?

Hace muchos años, un familiar que vivía en un pueblo del Pirineo me decía “¿Para qué vais a subir a la montaña? Entiendo que vayan los ganaderos a ver si alguna vaca tiene problemas, ¿pero vosotros?”

La respuesta está en la pasión por conseguir la cima. En toda aventura pasa lo mismo y emprender es eso, una aventura. Apasionarse por alcanzar un sueño implica aceptar los riesgos, dedicar mucho esfuerzo y usar la razón en la toma de decisiones.

Para los emprendedores el sueño de conseguir el éxito es en muchos casos es una quimera, pero es lo que despierta la pasión. Ese ímpetu por coronar las “cimas” es el que mueve el mundo y no puede faltar en un emprendedor, es su motor.

Sin embargo, la pasión por si sola no solo es insuficiente, sino que puede nublar la vista. La pasión no te permitirá pagar las facturas del proyecto, el alquiler de tu casa o los gastos personales, aunque estos se reduzcan al mínimo.

Para subir la montaña, además del entusiasmo por alcanzar la cima, hay que aplicar con prudencia el sentido común en la toma de decisiones. De la misma forma, emprender implica un equilibrio entre la pasión y la razón