Emprender significa enfrentarse con resolución a proyectos de gran incertidumbre. En el ámbito económico el significado es abordar la creación de nuevas empresas. Los emprendedores pretenden crear nuevas empresas y estos procesos están cargados de incertidumbre, su objetivo es la búsqueda de un modelo de negocio, muy diferente de los planes y de los problemas de las empresas ya afianzadas.
Las nuevas empresas nacen sin saber si podrán finalmente consolidarse, pero a pesar de los riesgos y de los fracasos, son las que realmente crean puestos de trabajo (ver aquí). Así pues, si algún país necesita de los emprendedores es España, que tiene el índice de paro más elevado de Europa.
Los países son tan emprendedores como lo son sus ciudadanos. No cometamos el error de pensar que el emprendimiento se debe hacer o financiar desde la administración aunque pueda ser tentador arriesgar el dinero de otros y no tener que pagar las consecuencias. Los beneficios y el riesgo han de ser de quien emprende y de quienes financian esos proyectos. Sin embargo, y aunque pensar que una administración funcionarizada pueda ser emprendedora es casí una contradición en si misma, el sector público puede y debe fomentar el emprendimiento creando un entorno legislativo adecuado para que esta se desarrolle.
En países como el nuestro, donde las administraciones asumen papeles protagonistas en actividades que deberían ser dinamizadas por la sociedad civil, es aconsejable que actúen estimulando la cultura emprendedora. Esta ha de ser fundamentalmente una labor de fomento con instrumentos tan potentes, como por ejemplo, la actuación en los diferentes niveles de la educación pública, el reconociendo a la labor de los emprendedores o la utilización de su medios de comunicación en una tarea de apostolado del emprendimiento.