Con cierta frecuencia aparecen artículos en medios de comunicación y entradas en blogs donde se ponen juntas y en el mismo nivel la innovación y el emprendimiento. Esto en parte es cierto, pero solo en parte. Ambas implican cambio, cambio contra el inmovilismo de las empresas o cambio de la propia sociedad. Ambas atacan frontalmente la sentencia (de muerte) de "porque se ha cambiar algo si siempre se ha hecho así". Sin embargo hay diferencias entre las dos.
La innovación en una empresa, incluso cuando es una innovación radical, mantiene en la mayoría de los casos el modelo de negocio. Es lógico, una empresa consolidada no hace una revolución interna a no ser que la situación sea excepcional y justifique la necesidad imperiosa de plantearlo y esto no lo suele hacer una empresa que ya funciona de manera consolidada. Por otra parte, emprender significa arriesgarse, el emprendedor no sabe exactamente a donde lleva su viaje, que es una aventura donde todavía no esta bien definido el camino porque en muchos casos ni tan siquiera existe camino. A veces solamente se intuye por donde se puede transitar y serán los clientes los que lo marcarán con sus pedidos. La aventura emprendedora no tiene una ruta confirmada hasta que el mercado le dice cual debe ser su modelo de negocio. En realidad el objetivo de un emprendedor con su idea es encontrar el modelo de negocio que la haga rentable.
La innovación es más racional, el emprendimiento más intuitivo. Las dos implican un cambio en las actitudes de cada uno de nosotros y en las de nuestra sociedad. Este cambio es mucho más necesario ahora que la situación económica y social no permite hacer las cosas como siempre se han hecho. Aunque diferentes, la innovación y el emprendimiento son el cambio imprescindible.