martes, 10 de julio de 2012

La invasión de los godos

















Nuestra entrada en Europa ha representado cambios importantes. Uno de ellos ha sido, recientemente, la pérdida de autogobierno sobre todo para los países intervenidos o seudointervenidos como España y como consecuencia una pérdida de peso de sus políticos en Europa.
En realidad no ha sido propiamente una perdida de poder, sino la constatación de que internacionalmente no lo había y lo que oíamos era en realidad propaganda para consumo interno de los sufridos ciudadanos. Ha sido un duro despertar el recibir órdenes desde Europa de lo que se ha de hacer cada día y oir desmentidos cuando se pretende dar otra interpretación diferente a las ordenes recibidas. 
Para estos políticos incompetentes, los "rumoreadores" profesionales y los especuladores del chanchullo de "la gran cloaca madrileña" como la llamaba Suárez, cubiertos de una pátina de caspa acumulada durante siglos, esta invasión lenta, pacifica, no violenta, pero cada vez más inflexible por la pérdida creciente de confianza, puede ser letal para esta oligarquía y aunque de digestión pesada para los ciudadanos de esta parte del sur de Europa, puede llegar a ser a la larga algo positivo. Forzados por la situación, se pueden llegar a potenciar valores, como el ahorro, el esfuerzo, la meritocracia, etc. que son cambios que necesita nuestra sociedad y de los que nuestras instituciones tienen una carencia manifiesta.
Para conseguir esos cambios es necesaria más Europa. Afortunadamente aquí coincido con nuestros políticos que también la quieren, a pesar de que esto significaría una mayor pérdida de su autonomía. Como no pienso que eso sea lo que finalmente querrían, he de suponer alguna explicación más coherente con su trayectoria de actuaciones, es decir la estupidez.
Es cierto que nos mandarán directa o indirectamente en otras lenguas. Sin embargo y dado que las perspectivas de futuro son las que son y el tener alguien que nos dirija con un DNI, no solo no es garantía de éxito, sino más bien todo lo contrario, lo que necesitamos es una intervención en toda regla. Es decir, la invasión de los godos.