Desde que en el siglo XI aparecen las primeras universidades como Bolonia y Oxford, su función era la transmisión del conocimiento existente en la época. Básicamente, esta estructura se conservó hasta el siglo XIX donde, en Alemania, aparece la generación de conocimiento como una nueva función de la universidad. Ya en el siglo XX las sociedades se dan cuenta de la importancia del conocimiento como instrumento de poder, en particular económico, y aparece la transferencia del conocimiento como una tercera función de la universidad.
La última función, la transferencia de conocimiento, se realiza fundamentalmente a través de tres vías: los contratos de desarrollo de proyectos, la concesión de la explotación de licencias y patentes y la creación de empresas spin-off a partir del conocimiento y de personas emprendedoras. Fueron las universidades americanas las primeras en las que en sus entornos se crearon tejidos empresariales relevantes con una dinámica eficaz. Los ejemplos más conocidos están en las proximidades de Boston y en el Silicon Valley. Ambos alrededor de universidades como el MIT i Harvard o Stanford i Berkeley.
La última función, la transferencia de conocimiento, se realiza fundamentalmente a través de tres vías: los contratos de desarrollo de proyectos, la concesión de la explotación de licencias y patentes y la creación de empresas spin-off a partir del conocimiento y de personas emprendedoras. Fueron las universidades americanas las primeras en las que en sus entornos se crearon tejidos empresariales relevantes con una dinámica eficaz. Los ejemplos más conocidos están en las proximidades de Boston y en el Silicon Valley. Ambos alrededor de universidades como el MIT i Harvard o Stanford i Berkeley.
La universidad española va siguiendo la estela de estas iniciativas, pero a larga distancia. Su problema actual es el modelo de gobierno de las mismas, o como se llama ahora, la gobernanza. Los gobiernos encargan multitud de informes a expertos sobre este problema (ver aquí uno todavía caliente). Sin embargo, como pasa frecuentemente, enfocamos nuestro problema en algo que ya está superado en casi todos los sistemas universitarios avanzados. Cuando la preocupación social son los modelos de gobierno y los estudiantes se manifiestan ente el temor de que las universidades dejen de ser públicas, las TIC están provocando un verdadero terremoto sobre la primera función de transmisión del conocimiento y aquí seguimos inconscientes del sunami que se aproxima.
Las universidades, otra vez las americanas, están asociándose para crear cursos on-line que pueden barrer las propuestas de universidades de segundo nivel como las nuestras, en cuyos cursos, como pasa en Coursera, edX o Udacity, se matriculan gratuitamente hasta centenares de miles de estudiantes y cuyo modelo de negoció estará en cobrar por los títulos. ¿Quién querrá tener un título de la UAB (la mejor universidad de España) si puede tenerlo de Harvard (la mejor universidad del mundo)? Y nosotros todavía discutiendo sobre sexo de los ángeles.
Las universidades, otra vez las americanas, están asociándose para crear cursos on-line que pueden barrer las propuestas de universidades de segundo nivel como las nuestras, en cuyos cursos, como pasa en Coursera, edX o Udacity, se matriculan gratuitamente hasta centenares de miles de estudiantes y cuyo modelo de negoció estará en cobrar por los títulos. ¿Quién querrá tener un título de la UAB (la mejor universidad de España) si puede tenerlo de Harvard (la mejor universidad del mundo)? Y nosotros todavía discutiendo sobre sexo de los ángeles.