La financiación de las nuevas empresas ha de
empezar por los propios emprendedores, estos no solamente han de aportar trabajo
e ideas, sino recursos y fondos propios (FP). Es comprensible que será difícil
obtener dinero de extraños si no nos jugamos el propio. Además, en los primeros
pasos, la incertidumbre es muy grande y si alguien finalmente decide entrar
como socio financiero querrá una participación importante de la empresa por
poco dinero.
Aunque no es aconsejable integrar a la familia o a
los amigos en el equipo, si se puede pedir dinero para financiar la idea y arrancar
el proyecto. Esta modalidad de financiación ya sea como préstamo o como
participación es la que se conoce como friends,
family and fools (3F). Aunque con un estilo muy distinto, una ayuda que no
se puede considerar sistemática pero tampoco despreciable, son los premios que
dan diferentes entidades públicas o privadas. Los premios, además de dinero, proporcionan
una repercusión mediática que abre puertas.
Una tercera herramienta de financiación de startups
es el crowdfunding (CF). Este nuevo
procedimiento de financiación, nacido inicialmente para financiar creaciones
artísticas y proyectos sociales, está tomando fuerza como elemento de
financiación de proyectos emprendedores. El crowdfunding se basa en pequeñas aportaciones de
mucha gente que hace posibles proyectos que antes eran inviables. Hasta aquí,
la financiación no tenía que pasar por la creación legal de una empresa, pero
si en adelante.
Una cuarta opción para la financiación de start-ups
son los organismos públicos (OP) como por ejemplo Enisa. En estos casos la
financiación suele ser a base de préstamos de bajo interés. Hay algunas
entidades financieras que también incluimos en este apartado (aunque no sean
públicas) en que la entidad se reserva la opción de entrar en el capital en vez
de reclamar el préstamo (prestamos participativos). Para obtener estos recursos,
normalmente hay que justificar la aportación de una buena parte de la
financiación a través de alguna de las fuentes citadas anteriormente.
El siguiente recurso serían los business angels (BA). Son personas que
arriesgan su dinero en proyectos con una cierta trayectoria, donde la startup
ya ha de estar creada y no ha de ser solamente una idea. Los BA son
generalmente personas con experiencia empresarial algunos de los cuales en su día fueron
emprendedores y pueden ayudar a la marcha de la empresa con su experiencia y
sus contactos. Sus beneficios no suelen estar ligados al reparto de dividendos,
sino a la venta de su participación cuando la empresa ha aumentado su valor.
Esto implica, a veces, que las condiciones que imponen a los emprendedores sean
muy duras por lo que más que business
angels a veces parecen “business devils”.
En este apartado incluimos también las aceleradoras de startups. Existe una
gran variedad que van desde las formadas por redes de BA, las creadas por la administración
o las que crean grandes empresas como aceleradoras corporativas para su
crecimiento inorgánico.
Existen otras fuentes cuando la empresa ya ha
crecido o se ha convertido en una gran empresa, como el capital riesgo (CR),
los Family Office (FO) y por último la entrada en bolsa (SM). Pero estos inversores
profesionales no entran normalmente en las startups y menos en sus momentos
iniciales.
La financiación de los proyectos emprendedores es
un mundo complejo, pero se puede afirmar que siempre hay financiación para un
proyecto emprendedor interesante.