De nuevo la EPA nos ha dado otro disgusto: 27% de paro y 57% de paro juvenil. Llevamos más de cinco
años de declive sin que se vislumbre la salida del túnel o la aparición de los esperados brotes verdes.
Hasta el 2007, la transición española a la democracia se consideraba un
éxito, tanto en el orden político, como en el económico y en el social. Cuando
sonó el despertador y terminó nuestra ensoñación, la realidad se presentó ante
nosotros, primero borrosa e increíble, pero luego más definida, como una parca permanentemente presente y amenazante.
Como de costumbre nuestra respuesta ha sido mirar hacia atrás buscando culpables y estos son siempre los demás. La clase política, a quienes no les importa encabezar la lista,
mientras detenten el poder y puedan tener al alcance de la mano el vicio de la
corrupción. Los banqueros, verdaderos fulleros de las finanzas. Las élites castizas que
oran y no laboran. Los empresarios, depredadores de la especulación. Los
funcionarios, privilegiados de antiguas burocracias…
Sin embargo, en todos estos bostezos de café, nunca hay autocrítica de los ciudadanos que hemos permitido que esto suceda. Ciudadanos que damos la mayoría
absoluta a un partido en plena corrupción generalizada o que seguimos votando a
una oposición mentirosa, manirrota y también corrupta. Ciudadanos que como toda respuesta, acosamos con cólera a los políticos que habíamos votado unos meses antes. Un escenario que parece sacado de los
versos machadianos,
“y al estilo de España
especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,”
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,”
Sin embargo, necesitamos sentir que
existe una juventud del cincel y de la
maza. Una juventud de la rabia y de
la idea que rompa con esta sociedad zaragatera
y triste cuyos referentes son futbolistas o personajes de la farándula. Una
juventud que emprenda, que asuma riesgos, que despierte de la anestesia a la
que le hemos sometido y que lidere el futuro de una sociedad todavía por madurar
y desarrollarse.