Hace un par de días estuve en el
Mobile World Congress, todo un espectáculo tecnológico que me llevo a reflexionar sobre la enorme diferencia de velocidades entre el mundo del MWC y nuestra
sociedad. También visité su segunda sede en Montjuic, allí estaban los
emprendedores. Hablé con algunos de ellos. Su fuerza e ilusión me han
llevado a escribir este post.
Según la
Wikipedia, el emprendimiento es (no está en castellano, aunque si está
emprendedor): “In political economics, entrepreneurship is a process of
identifying and starting a business venture, sourcing and organizing the
required resources and taking both the risks and rewards associated with the
venture.”
Casi todo lo que se encuentra en
la red sobre emprendimiento y emprendedores hace referencia a la creación de
empresas y sin embargo, el emprendimiento es mucho más que crear startups, es
una forma de vida, de entender la vida. Después de hablar con muchos
emprendedores, como los de esta semana, tengo la convicción de que el futuro (y
también el de todos) está en sus manos y no en las de los funcionarios (quien
escribe estas líneas es un ex-funcionario con 35 de años de servicio!!).
Los emprendedores, viven permanentemente
situaciones de stress y de riesgo, inherentes a la actividad de promover un
proyecto nuevo. Una sociedad que aborda proyectos de riesgo y no solo acepta el
fracaso como una de sus consecuencias naturales, si no que reconoce el valor de
estas actitudes, es una sociedad con mucho más futuro que aquella otra, en la
que sus ciudadanos buscan situarse en una zona de confort permanente.
La sociedad que necesitamos, es
aquella donde las soluciones a los problemas no se esperan de los gobiernos,
sino que se resuelven desde las oportunidades, y las personas que las impulsan son
aquellas que emprenden las acciones necesarias para hacerlas realidad. Un
modelo de sociedad estática como la nuestra, en un mundo globalizado y dinámico
como el actual, solo es el anuncio de un oscuro futuro.
Nuestra sociedad necesita cambiar
y hacerlo rápidamente para adaptarse al ritmo frenético global y eso no se hará
si los ciudadanos no lo aceptan primero e impulsan después. Los referentes no
han de ser ni Messis, ni Ronaldos, sino emprendedores que asuman ser protagonistas
del mañana.