Últimamente, hablar de convocatorias de proyectos de I+D,
está a la orden del día. El H2020 aparece como la tabla de salvación para
muchos grupos de I+D, dada la sequía de financiación procedente del Estado.
Todos los grupos relevantes de I+D del país, están conectando con otros grupos
europeos, visitando Bruselas, asistiendo a jornadas informativas, o buscando lobbies de
expertos que les ayuden a redactar propuestas ganadoras.
La UE ha cambiado de formato respecto al anterior Programa
Marco (PM7), pero también había cambiado el PM7 respecto al PM6, y de este
respecto al anterior. Todo cambia de aspecto para que en realidad todo continúe
igual. Lo que no cambia, son los decepcionantes resultados globales. El
objetivo de la Agenda de Lisboa era convertir Europa en la región económica más
dinámica del mundo, basándose en el impulso a la I+D que llegaría a alcanzar en
2010 una inversión del 3% del PIB. Pues bien, ni el 3% se consiguió (de hecho
ni se movió del 2% inicial), ni tampoco se cerró la brecha que existía con los
USA. Sin embargo, nadie en Bruselas ha dado explicaciones sobre el fracaso,
nadie ha asumido responsabilidades, nadie ha dimitido.
Bruselas no es una excepción, todas las administraciones
desean controlar el talento creativo del que carecen. Algunas no solo lo
controlan, sino que lo ahogan. Es el caso de la persecución actual de las
justificaciones de los proyectos del Plan Nacional español que llegan al
ridículo, como en el caso de no aceptar el gasto de publicar un artículo en
Science por no tener tres ofertas diferentes. Todo parece como un gran hermano
burocrático que para existir y mantener el poder, ha de dilapidar los recursos
públicos y el talento de los investigadores.
Pero, se puede obtener dinero, me comentaba un amigo el otro
día. Esta es la gran trampa!!. ¿Cuánto cuesta elaborar una propuesta? Las
consultoras especializadas cobran una importante cantidad de dinero por
hacerlo, si a esto añadimos el tiempo dedicado por los investigadores a la
parte científica, más viajes y contactos previos para montar el proyecto, y
dado que solamente se acepta uno de cada cinco proyectos presentados, resulta
que antes de entrar en el sorteo, ya se ha gastado más de la mitad del dinero
disponible. Es cierto que no ha salido del presupuesto de Bruselas, pero si del
bolsillo de los ciudadanos europeos. A todo esto se le suma el coste de la
burocracia de la Comisión Europea, la administración inducida que las
instituciones han de tener para responder a esa burocracia y que se refleja en
los overhead, los gastos para el seguimiento del proyecto y sobre todo, el
tiempo perdido por parte de los investigadores en generar enormes cantidades de
papeleo inútil. El negocio para los ciudadanos europeos es una ruina.
Si las TIC permiten saber en tiempo real quien es quien en
investigación y su capacidad productiva en las áreas prioritarias para Europa y
España, ¿Por qué utilizar mecanismos obsoletos de asignación de recursos
públicos? ¿Por qué hacer convocatorias de proyectos, si son instrumentos
lentos, caros e ineficientes, y además son poco flexibles para cambiar un
proyecto en función de los resultados intermedios? La respuesta es clara: la
“banca” (la burocracia) siempre gana, aunque el talento siempre pierda y los
ciudadanos siempre sean los que paguen.