En cada libro de emprendimiento, en cada artículo, en cada presentación de
un experto, el emprendedor aparece como un Superman que ha de reunir todas las
virtudes del género humano y ninguno de sus defectos. Según esto, el
emprendedor ha de ser visionario, apasionado, creativo, líder, responsable,
resiliente, tolerante al riesgo, optimista, buen comunicador, generoso, y un
largo etcétera inacabable, donde en muchos de los casos el referente es Steve
Jobs, quien también tenía su lista, a pesar de no ser precisamente un modelo,
sobre todo en cuanto a sus relaciones personales con socios y empleados.
Existen otras listas en que aparecen recomendaciones para los
emprendedores, como por ejemplo, los errores que no se han de cometer. Estos
consejos son fruto de los conocimientos y vivencias de emprendedores expertos y
por tanto se pueden tener en cuenta si se adaptan al caso concreto que está
viviendo el emprendedor. En estas listas aparecen normalmente los errores
frecuentes que los autores aconsejan evitar: Pensar que su idea es la más innovadora,
no escoger con cuidado los socios cofundadores, no saber atraer talento a su
proyecto, pensar que su producto se venderá solo, no priorizar a los clientes y
sus problemas, no planificar bien las ventas ni los recursos necesarios,
etcétera.
Los emprendedores no necesitan ser seres de otros planetas dotados de
superpoderes. Un emprendedor ha de hacer que las cosas sucedan y si para ello
me tuviese que quedar con una virtud y una recomendación general, estas serían
determinación y sentido común.