En otro post anterior he hablado de las dificultades, o la casi imposibilidad,
de obtener inversión de terceros (Business Angels o Capital Riesgo) para un
proyecto emprendedor en la fase de idea o de modelo de negocio. En esta fase,
son los propios emprendedores, también las 3F’s y excepcionalmente alguna
plataforma de crowdfunding, quienes financian los primeros pasos de las startups.
En la siguiente fase, la de crecimiento, cuando ya hay un modelo de negocio
validado, algún cliente y se crea la empresa, aunque es difícil, empieza a
haber posibilidades de encontrar financiación privada para nuestra aventura, si
esta es escalable. Estas dificultades, no solo existen en lugares donde el
capital emprendedor es escaso, como en España, sino incluso en el paraíso de
los emprendedores y de la abundancia de inversores, como es Silicon Valley,
donde se financian menos de uno de cada 1.000 proyectos.
Todos los emprendedores que conozco, se lanzan a montar su proyecto
emprendedor pensando en buscar financiación alternativa en cuanto sea posible (
incluso antes) y para ello preparan su Business Plan, una presentación en Power
Point i el consabido Elevator Pitch. Sin embargo, no tienen en cuenta que la
búsqueda les distraerá tiempo valioso de sus objetivos y que debido a que el
riesgo es todavía alto en esta fase, los inversores le exigirán unas
condiciones que pueden significar para los fundadores, la pérdida del control
de la nueva empresa.
Hemos llegado a la situación de lo que llamó Noam Wasserman The founder’s dilemma, en donde los
emprendedores deben escoger entre ser King
versus Rich. En sus estudios, Wasserman encontró, que más del 50% de los
fundadores habían perdido su poder frente al board de su empresa en 3 años. Un caso paradigmático es el de Steve
Jobs, cuando tuvo que dejar Apple en 1985, vendiendo todas sus acciones (menos
una), aunque luego fue llamado de nuevo para salvarla en 1997.
Controlar la compañía y al mismo tiempo hacerse rico, es excepcional, y por
eso son conocidos estos casos extraordinarios, como el de Bill Gates con
Microsoft o Amancio Ortega con Inditex y que podemos situar en el cuadrante
inferior derecho de la figura inicial de este post (“exception”). Pero si ni se controla la empresa, ni se gana dinero, estaremos
en una situación frecuente que corresponde al cuadrante superior izquierdo de
la figura (“failure”).
Si se quiere mantener el control de la empresa y ser king, la entrada de inversores se ha de retrasar todo cuanto sea
posible. Entre tanto, la financiación en esta fase ha de venir de los propios
clientes que compran nuestros productos o servicios y excepcionalmente de préstamos
participativos de instituciones, como por ejemplo ENISA.
Si el proyecto ya está consolidado, es escalable y además se pretende
entrar en una fase de expansión, este sería el mejor momento para incorporar inversores,
si es que se necesitan (Amancio Ortega nunca lo hizo), ya que se puede mostrar
que el negocio funciona y que la incertidumbre ha disminuido respecto a las
fases iniciales. En este momento, para el emprendedor es más fácil obtener
financiación y a un mejor precio. De cualquier forma, en todo el proceso de
creación, crecimiento, consolidación y expansión de un proyecto emprendedor,
siempre hemos de tener presente el dilema de Rich versus King.