Emprender no es solamente un proceso relacionado con la creación de
empresas. Emprender es acometer una aventura para tratar de alcanzar unas
recompensas, asumiendo sus riesgos y sus costes asociados. Emprendemos cuando
decidimos hacer un gran viaje, cuando tomamos la decisión de formar una
familia, cuando creamos una asociación cultural o cuando lanzamos un club
deportivo, etc. En este sentido, y en mayor o menor medida, todos somos emprendedores.
Cuando alguien toma una decisión de emprender una actividad y empieza el proceso,
puede lograr satisfacciones pero también tendrá que luchar para superar los retos
y escollos del camino. Para emprender se han de conseguir y gestionar los recursos
necesarios y tener una mínima preparación. Emprender es como lanzarse a una
piscina, lo único que se necesita saber es mantenerse a flote.
No sirven, o no hay, manuales detallados de cómo resolver todas las
situaciones que se pueden dar en una aventura y cuanto más desconocido es la
ruta, más difícil es planificarla. No es posible conocer previamente y en
detalle un camino inexplorado, de la misma forma que no se puede prever y
describir en un documento que es lo que hay que hacer para para vivir la vida.
Por eso no hay hojas de ruta que garanticen el éxito cuando una pareja decide
fundar una familia.
Las ideas generales que hemos comentado hasta aquí se aplican igualmente a
la decisión de acometer un proyecto de negocio. Emprender un proyecto empresarial
es promover una aventura a partir de una idea de negocio consiguiendo y
gestionando los recursos necesarios para obtener unas recompensas, asumiendo
los riesgos inherentes al mismo.
Cada negocio es una aventura única y desconocida, por eso existe un alto
riesgo de fracaso. Hay algunos negocios que se parecen mucho entre si, pero aun
así, nunca existe una plena garantía de éxito. Incluso en las franquicias,
cuyas instrucciones son iguales para todos los franquiciados, unas tienen éxito
y otras no.
Por eso, no es posible empezar un negocio desarrollando un plan estratégico
detallado que defina un camino que todavía no existe. De aquí, que lo que yo
llamo la escuela de Stanford, aconseja no empezar un proyecto emprendedor redactando
un documento extenso sobre lo que será la empresa (un Plan de Negocio), sino definir
los trazos más importantes de la futura empresa (el Modelo de Negocio) de la
forma más rápida y barata posible, formulando hipótesis y validándolas. A
partir de su validación, podemos crear la empresa (hasta entonces es una
startup) y redactar su primer plan estratégico (el Plan de Negocio). No existen
hojas de ruta universales para todo tipo de negocio, por eso no sirve de nada
realizar una formación detallada en emprendimiento, solamente las líneas
generales de como diseñar un esquema y como validarlo. De la misma forma que
aprendemos a vivir nuestra vida viviéndola, emprender se aprende sobre la
marcha.