En más de una ocasión he dicho que un emprendedor
es un aventurero que se lanza a una piscina sin saber si el agua está fría o
caliente o incluso si cubre o no y muchas veces sin saber siquiera nadar. El emprendedor
es aquella persona que tiene una idea de negocio y la impulsa para buscar una
recompensa (no exclusivamente económica) obteniendo i administrando los
recursos necesarios i asumiendo los riesgos inherentes a su proyecto.
En este post quiero proponer el calificativo de
artista creador para el emprendedor. De la misma forma que un escritor, un
compositor o un pintor, impulsan sus ideas para convertirlas en un libro, una
partitura o un cuadro; un emprendedor lucha por convertir su idea en un
proyecto empresarial.
A pesar de lo que muchos puedan pensar, en la
mayoría de las ocasiones, la prioridad del emprendedor no es ganar dinero, sino
crear una obra personal que tenga impacto en la sociedad, de la misma forma que
también lo hace el artista. Naturalmente que el emprendedor pretende ganar
dinero y tener un reconocimiento social, pero no es diferente de lo que buscan los
artistas creadores tradicionales y no por eso se les estigmatiza.
Igual que los artistas creadores, los emprendedores
pueden hacer una obra individual o coral, como lo libros escritos por varios
autores o los talleres renacentistas con discípulos dirigidos por el maestro
para completar una gran obra de arte.
La creación de una obra de arte, es condición
necesaria pero no suficiente para que llegue al público. Es necesario
transmitirla, comunicarla, porque no es lo mismo escribir una obra de teatro
que representarla en un escenario, no es lo mismo componer una sinfonía que
interpretarla en un auditorio, no es lo mismo pintar un cuadro que exponerlo en
una galería. En la segunda parte necesitamos el público, los clientes, los
usuarios.
En el proceso para hacer llegar los productos y
servicios al público también es condición necesaria crearlos. Sin embargo, esto
es insuficiente si finalmente no se llega a los usuarios, al público, a los
clientes. La creación de una startup (en el sentido de la Escuela de Stanford)
es la parte creativa propiamente dicha, donde hay que poner mucha imaginación,
intuición y pasión, y donde lo que en realidad se busca es dar “belleza” a la
idea. En una segunda fase el objetivo es ejecutar, “representar”, “interpretar”,
o “exponer” la empresa creada.
Hay artistas que hacen las otras funciones además
de crear la obra de arte y también la ejecutan como escritor-director-actor,
compositor-director-solista o pintor-expositor-marchante. Esta multifunción se
le supone al emprendedor que generalmente ha de hacer de emprendedor-empresario-trabajador,
cuando la mayoría solamente son creadores. Serían aquellos a los que se les
conoce como emprendedores en serie y que yo llamaría el emprendedor como
artista creador.