Empezar un
proyecto emprendedor redactando un Plan de Negocio es como hacer augurios sobre
el futuro como si fuese un relato determinista, tal como harían Marx o Engels respecto
al futuro de la Historia, pero como decía Niels Bohr “Hacer predicciones es muy
complicado, especialmente si son sobre el futuro”. A veces incluso, añado, es
complicado hacer “previsiones” sobre el pasado. Pregúntese sino a los
historiadores.
Un proyecto
emprendedor no es algo teórico, sino empírico y para poder saber lo que puede
pasar con él en el futuro tenemos que hacer experimentos como se hace en un
laboratorio, formulando hipótesis y diseñando cuidadosamente los ensayos. En
este caso el laboratorio está en el exterior y nuestros experimentos se hacen
con potenciales clientes. Si las pruebas están bien diseñadas, sus respuestas
nos ratificarán o refutarán nuestras hipótesis y en este último caso hemos de
proponer otras, solamente los experimentos serán inútiles si están mal
diseñados. El proceso emprendedor no se puede empezar con una propuesta
detallada y rígida desde el principio como un Business Plan, sino que la
propuesta se debe encontrar a través de un proceso iterativo y flexible, es
decir, a través del diseño de un Modelo de Negocio. Generarlo significa hace un
proceso de descripción y cambios ágiles y rápidos hasta llegar a aceptar un
conjunto de hipótesis que nos permitan dar por válido el Modelo de Negocio. En
caso contrario, si tras iterar y pivotar suficientes veces, llegamos a la
conclusión de que no es posible validar el Modelo de Negocio, abandonar el
proyecto.
Si
finalmente llegamos a validar un Modelo de Negocio, se constituye la empresa y
estamos en el proceso de su consolidación, esto significa que ya tenemos una
determinada historia, es hora de ejecutar el Modelo de Negocio validado. Pero
para ejecutarlo necesitamos detallar la hoja de ruta y este rol lo hace un Business
Plan un poco diferente porque los pasos iniciales ya han sido dados. Por tanto,
el Business Plan no es inútil, pero debe hacerse a su tiempo