Los MOOC son nada más (ni nada menos) que potentes instrumentos de lo que
podríamos llamar la formación digital 2.0 pero que mantienen dividida a la
comunidad docente respecto a sus implicaciones futuras en la enseñanza
universitaria.
Hay quien opina que los MOOC no cambiarán nada significativo en el proceso
de formación y solamente serán un instrumento más, como lo fue la introducción
del libro en su día. Sin embargo, hay otros, entre los que me cuento, que consideran
que a medio plazo, el cambio puede llegar a ser estructural. De la misma manera
que Internet está transformando radicalmente las industrias del conocimiento (el
editorial, el discográfico, el cine, la televisión o la prensa), también van a
transformar la educación. Transformaciones, todas ellas, que no son más rápidas,
a pesar de su impacto económico, por problemas culturales i regulatorios, no
tecnológicos.
La educación universitaria presencial es cara. Sin embargo, el coste que
tendría utilizando metodologías digitales 2.0 podría llegar a ser una mínima parte
del presencial. Esta es una razón, entre otras, para suponer que en unas
economías con un déficit público sistémico, no mantendrán una universidad pública
exclusivamente presencial, si hay alternativas.
Supongamos un MOOC de, por ejemplo, un curso de Física de primero de
universidad, donde se repiten las clases de teoría (no hablo de las prácticas
de laboratorio) en un distrito universitario más de un centenar de veces cada
año en grupos de 50-100 alumnos. Supongamos que se hace un MOOC para todos los
alumnos, donde los profesores solamente atienden las tutorías (cosa que ya
hacen ahora). ¿Cuántos profesores sobrarían? ¿Cuántas aulas?. Este es un
escenario del que nadie quiere hablar, quizás por miedo a la perdida los
puestos de trabajo que conllevaría, aunque estos profesores podrían dedicar mucho
más tiempo a generar nuevo conocimiento en vez de a comunicarlo de forma
repetitiva año tras año.
Es cierto, sin embargo, que todavía los MOOC constituyen una metodología poco
madura. Normalmente, sus vídeos son una copia de la clase magistral, donde mayoritariamente
se presentan las diapositivas junto a la imagen del profesor en un recuadro
lateral, lo que a veces se conoce como un busto parlante. Sin embargo, las
posibilidades multimedia son enormes aunque hoy día todavía no se usen
suficientemente, debido, entre otras cosas, a que los equipos que los
desarrollan están formados por especialistas en la materia que se imparte i que
normalmente no son expertos en comunicación audiovisual.
Estas metodologías han llegado para quedarse y van a revolucionar la
formación universitaria y seguramente otros tipos de formación, como, por
ejemplo, los cursos Inem para parados y trabajadores, donde los MOOC que pueden
ser mucho más baratos y eficientes, pueden evitar la actual corrupción de
cursos inexistentes, a través de sistemas de control y seguimiento automáticos.
No hablemos de las transformaciones que podrían suponer en la formación en
otros niveles educativos como el bachillerato, la formación profesional o la
ESO. El panorama es tan amplio y las posibilidades tan grandes, que sin duda el
futuro de la educación pasa por la formación digital 2.0