lunes, 28 de febrero de 2011

Una cuestión de prioridades


La crisis está haciendo tambalear la sociedad del bienestar. Un modelo de sociedad que tanto ha costado conseguir y que, a pesar de sus defectos, era el referente de una forma de vida deseada por muchas personas que viven en el mundo por debajo de un mínimo nivel de dignidad. 
No hay una explicación única para las causas de la crisis. Sin embargo, lo más probable es que sea la de un conjunto de causas. La crisis inmobiliaria en USA, y la nuestra local, fue el detonante, pero el resto de causas se han encontrado, según se han ido levantado alfombras. Debajo han aparecido, los excesos financieros de la banca, la corrupción, las ineficiencias del sistema y la ingenua ley de que el futuro solamente podía ser permanentemente mejor que el presente.
Es paradójico que sean los bancos, representantes del capitalismo más feroz y principales causantes de esta crisis, los que hayan causado el sunami conservador que barre y muerde política y económicamente la mano de la Europa socialdemócrata que les ha dado de comer en sus dificultades.
Sin embargo, la socialdemocracia europea (incluyo aquí a una buena parte de partidos de centro derecha), también había dejado su contribución debajo de las alfombras, fomentando una sociedad, especialmente la juventud, narcotizada por la droga de la subvención indiscriminada. 
Los gobiernos han de olvidarse de mantenerse como repartidoras ciegas y lineales. Los recortes del gasto que ahora hacen los gobiernos, no se deben aplicar a necesidades básicas, como la educación obligatoria, la sanidad o las pensiones. En primer lugar se han de mantener las prioridades para garantizar las necesidades básicas de los más débiles y su dignidad. El siguiente grupo de prioridades ha de ser facilitar el desarrollo humano de los ciudadanos prestando un apoyo que los beneficiarios han de devolver cuando estén en situación de hacerlo. El resto debe depender de la vitalidad de la sociedad civil. La respuesta a la crisis es una cuestión de prioridades.  

sábado, 12 de febrero de 2011

Como hacer I+D empresarial con el dinero del contribuyente

En las convocatorias de proyectos públicos de I+D empresarial, como por ejemplo los recientes desaparecidos CENIT, los políticos hablan de la movilización de recursos, cuando suman el dinero público más el que ponen las empresas. La fórmula suele ser que las empresas ponen un 50% y los ciudadanos, a través del MICINN, el otro 50%. 
Para mostrar a la sociedad el éxito de este tipo de convocatorias se pone encima de la mesa el alto número de solicitudes respecto al número de proyectos concedidos. Sin embargo, la realidad es que las convocatorias sirven para dar subvenciones encubiertas a las empresas. 
No se entiende que las empresas más importantes del país, con grandes beneficios, tengan que pedir a los contribuyentes que arriesguen su dinero para que ellas hagan I+D que les ha de generar más beneficios. Además, ni para eso sirve, con el dinero recibido, lo que se hace en buena parte, es mantener la estructura de personal y de los laboratorios. Eso sí, rellenan montañas de informes que no sirven para nada. Bueno, si sirven para justificar y cobrar y para tener ocupados a los funcionarios que manejan en el ministerio toda la burocracia.
Este tipo de proyectos tendrían que servir, teóricamente, para introducir tecnología en nuestro actual sistema im-productivo, ese que cada día es menos competitivo y que empuja a nuestros mejores titulados a escuchar los cantos de sirena de la cancillera Merkel. 
El objetivo de las empresas es ganar dinero y para eso han de arriesgar, entre otras cosas, invirtiendo en I+D. Sin embargo, nuestras grandes empresas han encontrado la fórmula de como hacer I+D empresarial arriesgando el dinero del contribuyente.