Las
necesidades de inversión de una startup suelen ser cubiertas en primera
instancia por los recursos propios de los emprendedores o de los bolsillos de
los FFF. En el primer caso no suele ser necesario crear la empresa, un acuerdo
entre los socios suele ser suficiente. En el segundo caso también es posible,
en muchos casos, que las 3F no exijan la creación de la empresa. Sin embargo,
cuando la primera inversión es externa, ya sea privada o pública, los
inversores necesitan que la empresa esté constituida o se constituya en el mismo
acto en el que se realiza la inversión, para dar seguridad jurídica legal al
proceso.
¿Por qué
tanto inconveniente en constituir la empresa?
Constituir
una empresa, si todavía la startup no factura y sus limitadas actividades
económicas pueden pasar a través de uno de los socios sin riesgo para su
patrimonio (por ejemplo, no hay personal contratado), puede suponer unos gastos
importantes eludibles en ese estado del proyecto (notario, abogados, registro, …)
y sobre todo una burocracia oficial que implica la pérdida de un tiempo precioso
y también de dinero (asesores, gestores fiscales, contables,…). En fin, una
burocracia que está pensada para empresas que ya tienen una velocidad de
crucero. Por tanto, si es posible evitarlo, la recomendación sería no
constituir la empresa hasta que no sea estrictamente necesario y uno de los
motivos de necesidad imperiosa suele ser la inversión externa.
En los
últimos tiempos ha aparecido un instrumento de financiación que permite superar
los problemas de gasto y falta de agilidad de los sistemas burocráticos
oficiales tradicionales. Se trata de los ICO (Initial Coin Offering) que cada
día están tomando más protagonismo en la forma de financiar startups.
Las ICO se
basan en la metodología blockchain que permite generar, por un lado, una moneda
(criptomoneda) de la propia startup (tokens) que funciona como si fuesen
participaciones o acciones empresariales, pero sin pasar por ningún notario, ni
registro oficial, ni la bolsa y, por otro lado, unos contratos inteligentes
(programas informáticos) que regulan de forma automática las relaciones de los
inversores y los fundadores, que hace el papel del pacto de socios tradicional.
En otro post
hablaremos más de esta nueva forma de financiar startups que son los ICO como
una solución a la inversión tradicional.