domingo, 26 de junio de 2011

Una democracia inmadura

Observando la respuesta de nuestra sociedad a la crisis, mi conclusión es que vivimos en una democracia todavía inmadura.
Los ciudadanos estamos protestando permanentemente de todo y de todos. En particular de los políticos y de los bancos y de las grandes empresas, además cuando queremos llevar a nuestras propuestas a la acción optamos por la ocupación de las plazas públicas o por la violencia contra los parlamentarios catalanes.
Todas las protestas contra los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, durante los últimos dos o tres años ha llevado al poder en las últimas elecciones municipales y autonómicas, a uno de los dos partidos dominantes en el panorama español, relevando al que ya estaba. Es muy interesante que haya cambios, pero no siempre han de relevarse los mismo, hay otras opciones posibles.
Los ciudadanos deberían valorar mucho más la fuerza de su voto, porque solamente de esta forma los partidos políticos modificarán su comportamiento. Si nada les obliga a cambiar no lo harán y el movimiento 15M podría ser peligroso para ellos si tuviese la capacidad de cambiar la dirección del voto hacia otros partidos (o fuese revolucionario, que no lo parece). La competencia entre los partidos por nuestro voto debe hacer que nos demos cuenta de nuestro poder como ciudadanos.
Quiero poner un ejemplo del poder ciudadano, en este caso como consumidor de servicios de telefonía. En esté área la democratización ha tenido tres fases: a) En una primera fase, donde Telefónica ejerció durante muchos años una verdadera dictadura sobre el servicio telefónico de los ciudadanos y las empresas del país; b) en una segunda fase, con la entrada de los primeros operadores en el mercado, mejoró la situación al introducir competencia, aunque fue insuficiente ya que creó una casta que cambió la dictadura por una oligarquía que se repartían el mercado sin la consideración debida para el cliente. Fue una ocasión perdida para tratar bien a los clientes en vez de llegar a ser el sector que más quejas recibía de los ciudadanos y c) una tercera fase donde la entrada posterior de los operadores virtuales en el servicio de telefonía móvil, ha hecho que los operadores dominantes hayan tenido que cambiar el enfoque y bajar a la arena de la competición permanente por el cliente donde el poder del usuario se manifiesta con cambios de compañía masivos. Hemos adquirido una madurez que no teníamos al ejecutar nuestro poder como consumidores. Yo personalmente, he madurado como consumidor y mí compañía es una de las nuevas operadoras.
En nuestra democracia hace muchos años que pasamos nuestra primera fase y todavía estamos en la segunda de partidos oligárquicos. Si estos partidos evolucionasen hacia el objetivo centrado en el servicio al ciudadano y no hacia el partido, no necesariamente necesitaríamos una tercera fase para superar una democracia inmadura.

lunes, 6 de junio de 2011

El voto en negro. Algo más que una satisfacción (modificado)

Uno de los problemas de la democracia en España, es el grado en que se enquistan en el poder los partidos dominantes. Es como una liga, en que año tras año, solamente hay dos candidatos al título y siempre los mismos. Aunque como mínimo se turnen,  sería, sin embargo, mucho mejor que hubiese oportunidades reales para otros participantes del juego democrático. 
Hay muchas voces (últimamente desde las plazas públicas) que se levantan para pedir una ley electoral que solucione este asunto y aparecen foros como "Nada es Gratis" donde se analizan opciones en otros países, se proponen soluciones para el nuestro y se discuten las propuestas.
Quiero comentar una idea sobre lo que podría significar el "voto negativo" o "voto en negro". La idea era mía, hasta que buscando en la red encontré alguien que ya se había adelantado. Este alguien hablaba de la satisfacción de votar en contra de algún partido que representaba la antítesis de lo el pensaba. Otra persona ha encontrado la satisfacción votando directamente en negro poniendo un papel negro dentro del sobre de votación, es decir un voto nulo de protesta (la imagen es de su blog). 
Yo quiero comentar aquí, lo que me parece que podría pasar si se permitiese el voto en negro, como una opción más entre la abstención, el voto en blanco, el voto nulo, el voto a favor de un partido y el voto en contra de un partido (voto en negro). La conveniencia de un voto de castigo como el voto negativo o en negro, la he visto como una necesidad en las últimas elecciones del 22 de mayo, donde han aparecido algunas candidaturas xenófobas en Cataluña. Por ejemplo, el candidato del PP en Badalona, quien finalmente ha ganado la alcaldía o el PxC un partido de derechas y xenófobo catalán (de corte Lepenista) que ha obtenido varios concejales en diferentes pueblos. De lo que se deduce que el oasis catalán no está inmunizado de este tipo de delirios.
Además de apartar del poder a alguien que no quiero que me gobierne, pienso que las consecuencias del voto en negro, tendrían un efecto negativo entre los partidos mayoritarios, facilitando el cambio de los partidos que siempre están en el poder por otros que nunca tienen opciones. Habría que aclarar si los partidos dominantes están haciéndolo tan mal que es necesario sustituirlos.
Es posible que los receptores mayoritarios del voto en negro fuesen los partidos dominantes, ya sea porque han gobernado mal o porque reciben el rechazo directo de votantes del partido rival. Por tanto si cada voto en negro resta de la misma forma que el voto a favor suma, el saldo final sería mucho menor para los partidos dominantes y las opciones de los partidos pequeños serían muchas más. 
La propuesto en el párrafo anterior es una hipótesis, ya que no parece que exista ningún país donde este procedimiento se haya implantado. Sin embargo, creo que se podría hacer una prueba fácilmente a través de una de esas encuestas que se proponen en los periódicos, en su formato digital. En este caso, el voto en negro sería algo más que un satisfacción.