domingo, 31 de diciembre de 2017

La Idea de Negocio

En la propuesta de Customer Development de Steve Blank, el primer bucle que aparece en su diseño es el correspondiente al descubrimiento de los clientes basándose en las hipótesis plasmadas en una primera descripción del Modelo de Negocio.
Sin embargo, antes de descubrir a los clientes es necesario hacer una hipótesis sobre su existencia en un paso previo al proceso de su descubrimiento y que subyace como semilla de la Idea de Negocio. En el origen, lo que se descubre es la oportunidad y los clientes se suponen.
Entre el descubrimiento de una oportunidad (suceso pasivo) y su impulso (proceso activo), hay una fase intermedia de maduración de la idea. La maduración de la idea se realiza en dos pasos: el primero es de reflexión personal, estudio, meditación y búsqueda de información (por ejemplo en internet) y el segundo paso consiste en contrastar la idea ya elaborada con nuestro entorno de familiares, amigos y colegas. La maduración en voz alta con personas de nuestro entorno, nos permite recoger respuestas más sinceras que de alguna manera tienen en cuenta, además de la idea, la percepción que tienen de nosotros y de nuestras capacidades. De forma recíproca, como también nosotros conocemos a nuestros interlocutores, podemos dar mayor validez a sus respuestas en función de quien nos las dice.
Para contrastar nuestra idea se puede preparar una pequeña descripción que permita explicarla de forma breve y que dé lugar a sugerencias, comentarios y a un conjunto de preguntas, a ser posible críticas, por parte de nuestros interlocutores.
Aunque muchos autores, expertos e inversores (y en alguna ocasión yo mismo) sostienen que las ideas de negocio no valen nada, en la actualidad, y después de alguna experiencia en proyectos que he tutorizado, mi posición es algo más prudente. Se puede comunicar la idea de forma abierta, pero no creo que sea necesario hacerlo a los cuatro vientos.
Finalmente, si la idea es rechazada de forma generalizada y llegamos a la conclusión de que no tiene salida, lo mejor es renunciar a ella lo antes posible. En el mundo del emprendimiento hay cantidad de semillas que en muchas ocasiones no acaban de germinar por mucho que se cuiden y se abonen.
Si una de las máximas de la metodología Lean Startup es fracasar pronto, rápido y barato, la mejor manera de aplicarla es abandonar enseguida que se llega a la conclusión de que no existe una mínima probabilidad de éxito de la Idea de Negocio.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Déficit de cultura emprendedora

De la misma forma que en la segunda revolución industrial, la introducción del petróleo y de la electricidad en los sistemas de producción, el transporte y en la agricultura, hicieron desaparecer muchas profesiones y puestos de trabajo, en la actualidad estamos sufriendo una situación parecida con la incorporación de forma masiva de tecnologías que se crean y perfeccionan permanentemente. La revolución en la que nos encontramos, está ocasionando cambios radicales en el mundo empresarial, con la desaparición de sectores completos de producción tal y como las hemos conocido hasta ahora, con los consiguientes costes sociales y personales que de ello se derivan.
Las palabras mágicas, que aparecen en el mundo laboral, son: formación permanente, creatividad, emprendimiento e  intraemprendimiento, como alternativa al puesto de trabajo tradicional, sin cambios y de por vida. Las estructuras productivas están cambiando cada vez más deprisa y quien no se adecúe a los nuevos tiempos estará perdido en un proceso darwiniano en el que solamente sobrevivirán los que mejor se adapten.
Como ejemplos, podemos considerar la comunicación y el intercambio de información y conocimiento digital de todo tipo. Sectores como el editorial, el discográfico, el cine o la prensa, están sufriendo unos cambios radicales en un breve espacio de tiempo. La intermediación está desapareciendo en muchos sectores. La formación como transmisión de conocimiento a través de las vías clásicas presenciales, está empezando a tener alternativas que además permiten una gran agilidad para una formación continua a lo largo de la vida que hoy día se hace indispensable.
Para implantar todos estos cambios, en muchos casos, la tecnología ya existe. La barrera es cultural, no tecnológica y aunque la resistencia de las sociedades más tradicionales al cambio cultural pueda ser considerable, otras comunidades más sensibles a implantar las nuevas formas de hacer y producir no dejarán otra alternativa que seguirlas o encerrarse en sus fronteras físicas y mentales.
Para las sociedades poco innovadoras como la nuestra,  donde las empresas no pueden competir con valor añadido, la única alternativa es competir en coste y que los trabajadores asuman la realidad de unos salarios decrecientes, un índice de paro alto y unas perspectivas de bienestar social muy poco prometedoras. La amenaza de adoptar una solución de este tipo, radica, en que existen muchos países de economías emergentes que pueden llegar a competir con ventaja en precios.
La solución es aumentar la competitividad a través de productos y servicios de alto valor añadido, sin embargo, la transformación de un sistema productivo clásico en un sistema innovador que aumente la competitividad a partir del valor añadido es una solución difícil de conseguir, ya sea porque no se está preparado tecnológicamente, o sobre todo, porque no se es consciente de la gravedad de permanecer enquistados en la tradición.

Las empresas consolidadas son prudentes con hacer innovación radical por el riesgo que entraña. La innovación radical la pueden hacer las nuevas empresas que no tienen demasiado que perder. Empresas que podrían crear los jóvenes bien preparados de las nuevas generaciones, si no fuera por porque nuestra sociedad tiene un importante déficit de cultura emprendedora.