lunes, 28 de mayo de 2012

La descolonización española no acabó en el siglo XIX

La crisis económica se ha enquistado en España de manera más intensa que en otros países, porque bajo ella hay una profunda raíz que no es económica. La verdadera crisis es cultural (o in-cultural). España no tiene unas instituciones éticamente sólidas, y esto atañe incluso a la propia Corona o a la presidencia del CGPJ (ciudadanos atónitos ante el vergonzoso espectáculo del caso Dívar), cuyas consecuencias son la autodestrucción del Estado (ver aquí). En España la corrupción es norma y esto hace imposible confiar en sus instituciones. Los que las controlan hacen de ese poder su propia patente de corso y el resto practica la picaresca, una puesta al día de las andanzas del Lazarillo de Tormes, a las que se le aplica el diminutivo de corruptelas. 
Como consecuencia de este escenario, junto a importantes problemas de trato (maltrato) fiscal, en Cataluña crece un separatismo, no visceral, entre personas que hace algún tiempo pensaban que habría soluciones menos traumáticas que la independencia. La falta de perspectivas de un cambio profundo se corresponde con la falta de valores de la sociedad y se llega a la conclusión de que solamente con la independencia se puede solventar el problema. Es cierto que se minimiza, se ignora o se oculta la existencia de una notable corrupción local, pero la central es de tal magnitud que sirve también como tapadera de la propia. 
Este desmoronamiento institucional está intensificando las fuerzas centrífugas de tal forma que la reacción  centrípeta del BOE no va a poder mantener el equilibrio durante mucho tiempo (aunque en estos casos la unidad de tiempo sea una generación). Una segunda ronda de fragmentación de "Las Españas", esta vez de radio de acción más cercano, se aproxima. La descolonización española no acabó en el siglo XIX.

lunes, 14 de mayo de 2012

La innovación y el emprendimiento son el cambio imprescindible


Con cierta frecuencia aparecen artículos en medios de comunicación y entradas en blogs donde se ponen juntas y en el mismo nivel la innovación y el emprendimiento. Esto en parte es cierto, pero solo en parte. Ambas implican cambio, cambio contra el inmovilismo de las empresas o cambio de la propia sociedad. Ambas atacan frontalmente la sentencia (de muerte) de "porque se ha cambiar algo si siempre se ha hecho así". Sin embargo hay diferencias entre las dos.
La innovación en una empresa, incluso cuando es una innovación radical, mantiene en la mayoría de los casos el modelo de negocio. Es lógico, una empresa consolidada no hace una revolución interna a no ser que la situación sea excepcional y justifique la necesidad imperiosa de plantearlo y esto no lo suele hacer una empresa que ya funciona de manera consolidada. 
Por otra parte, emprender significa arriesgarse, el emprendedor no sabe exactamente a donde lleva su viaje, que es una aventura donde todavía no esta bien definido el camino porque en muchos casos ni tan siquiera existe camino. A veces solamente se intuye por donde se puede transitar y serán los clientes los que lo marcarán con sus pedidos. La aventura emprendedora no tiene una ruta confirmada hasta que el mercado le dice cual debe ser su modelo de negocio. En realidad el objetivo de un emprendedor con su idea es encontrar el modelo de negocio que la haga rentable.
La innovación es más racional, el emprendimiento más intuitivo. Las dos implican un cambio en las  actitudes de cada uno de nosotros y en las de nuestra sociedad. Este cambio es mucho más necesario ahora que la situación económica y social no permite hacer las cosas como siempre se han hecho. Aunque diferentes, la innovación y el emprendimiento son el cambio imprescindible.