domingo, 31 de mayo de 2015

Sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha

Las oportunidades en emprendimiento aparecen a partir de tres tipos de cambios que generan nuevas necesidades: sociales (por ejemplo, el envejecimiento de la sociedad), legales (por ejemplo, nuevas leyes, normativas o licitaciones que aparecen en los diarios oficiales) y tecnológicos (por ejemplo, avances científicos o tecnológicos que pueden dar lugar a nuevos productos o procesos).
El emprendedor es una persona que tiene dos rasgos típicos para crear un negocio: a) Darse cuenta de la existencia de una ocasión (tener la idea de negocio) a partir de los tipos de  oportunidades mencionados y b) Ponerse en marcha con determinación para llevarla a cabo.
Las ideas de negocio surgen a partir de las oportunidades existentes, pero se concretan esencialmente desde el entorno en que se mueve el emprendedor. Por ejemplo, ideas nacidas de su experiencia laboral (la fuente más frecuente), para mejorar procesos o productos.
En otros casos, el origen es la observación de otros negocios o entornos y la idea es como adaptarlos. Esto ocurre, por ejemplo, al realizar viajes y darse cuenta de soluciones a problemas que pueden ser trasladadas al contexto propio. Otra fuente son las aficiones personales, que pueden hacer emerger con fuerza ideas de mejora de una actividad que nos entusiasma.
Las ideas por si solas no valen nada, nadie invierte en una idea de negocio si no existe una clara voluntad por parte del emprendedor de llevarla adelante. Sin embargo, la idea inicial debe madurarse y esto significa comentarla, preguntar a propios e incluso extraños su opinión y pedir sus comentarios. No hay que tener miedo a que nos la copien. Desengañémonos, la gran idea que queremos guardar para nosotros mismos, sea cual sea, ya la ha tenido otra mucha gente. Lo que no ha tenido esa gente es la voluntad y la determinación de llevarla a cabo.
El instante de ignición creativa es un momento, es una chispa, pero luego es necesario un proceso de maduración y mejora permanente. Dios creo en un momento al hombre, sin embargo, la humanidad lleva una enorme cantidad de siglos en un proceso de maduración del que todavía no ha conseguido tener una “idea de negocio” satisfactoria.

Algunos cursos de emprendimiento se enfocan a la creatividad de ideas de negocio con diferentes tipos de técnicas, como el refinamiento sucesivo a partir de tormentas de ideas. Sin embargo, desde mi experiencia, no es necesario formar a la gente para concebir ideas de negocio, los emprendedores son normalmente generadores compulsivos de ellas. En general sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha.

viernes, 15 de mayo de 2015

Material fungible y material inventariable

Estamos en un país cuyo tejido empresarial es poco innovador, cosa que en este blog ya se ha dicho varias veces. En un mundo globalizado, esta situación conduce a tener que competir en precio y no en valor añadido. Como consecuencia, los salarios son y serán bajos y el bienestar social se resentirá. No hay soluciones milagrosas, pero está claro de que es necesaria una respuesta que implica un cambio de muchos aspectos de la cultura de la sociedad y de su organización, entre otros aspectos, los que afectan al modelo productivo.
La innovación y el emprendimiento son piezas clave para que los países sean competitivos. Sin embargo, las administraciones y otras instituciones públicas tienen un ADN muy alejado de esta filosofía tanto en la toma de decisiones como en el funcionamiento de sus propias estructuras. Normalmente culpamos a los políticos de esta situación, que también lo son, sin embargo, hay otro colectivo más callado, pero que es la base de que las organizaciones públicas sean muy conservadoras, poco innovadoras y donde el intra-emprendimiento es prácticamente inviable: los funcionarios.
Los funcionarios y en particular a los altos funcionarios son una clase privilegiada en un mundo donde la inestabilidad laboral es cada día más habitual. Todo el mundo quiere ser funcionario (yo lo he sido durante 35 años) y debería poder ser así, pero la dinámica de competitividad de los países hace que esto, hoy día, sea un privilegio de clase. De casta que diría Pablo Iglesias desde Podemos. Los puestos vitalicios están desapareciendo y no es justo que una parte de la ciudadanía tenga unos derechos que a partir de unas oposiciones puedan disfrutar de por vida el sueño del puesto vitalicio.
Hasta a los políticos se les elige cada cuatro años. Sin embargo, a los funcionarios se les escoge de por vida y en la gran mayoría de los casos la valoración del rendimiento de los mismos es algo que solamente aparece en los discursos i no hay repercusiones reales en su seguridad, ni prácticamente en su salario.
A parte de una injusticia comparativa respecto a otros empleados, este estatus desincentiva a otras personas a asumir riesgos, como asumen los emprendedores. Para ser funcionario, se debería exigir un tiempo de experiencia laboral (10 años), y un límite de permanencia a los nuevos funcionarios (por ejemplo otros diez años). La Administración cambiaría radicalmente y la sociedad también, ya que estos tendrían que prepararse para un futuro tan incierto como para el resto de los mortales. Las administraciones y sus trabajadores públicos, tendrían sangre nueva permanentemente, que mirarían con otros ojos como estaría la sociedad en la que se encontrarán cuando vuelvan al mundo real.

Los emprendedores son los que más alto grado de riesgo de temporalidad tienen, aunque esta también afecta a los trabajadores y hasta a los políticos. ¿Por qué no la de los funcionarios? Es como si hubiese dos clases de trabajadores cuyo estatus serían el de material fungible y material inventariable.