jueves, 31 de diciembre de 2015

De la Sociedad del Conocimiento a la Sociedad del Emprendimiento (Publicado en el Informe 2015 IRI de la ACUP)

En los últimos años, Cataluña ha apostado por avanzar hacia una Sociedad del Conocimiento. Sin embargo, aunque se han dado pasos importantes en esta dirección, creando un sistema de I+D eficiente y unas buenas universidades, Cataluña no ha conseguido que este conocimiento se transforme en PIB.
La Sociedad del Conocimiento es condición necesaria, pero no suficiente, para competir en un mundo global que permita mantener un bienestar social que hoy en día se está degradando de forma progresiva (sanidad, pensiones, dependencia,…). Para lograr que el conocimiento se transforme en riqueza hay que movilizarlo, dinamizarlo, lograr que la inversión que la sociedad realiza en él, sea rentable, tenga retornos.
Podemos generar conocimiento hasta llenar grandes contenedores de él, pero serán depósitos estáticos, estériles, yermos. Para dinamizarlos, debemos ponerles motores que los impulsen y ruedas que minimicen el rozamiento con el sistema administrativo por el que se mueven.
La solución que todo el mundo propone es impulsar la Transferencia de Tecnología de las instituciones que la generan a las empresas que la necesitan. La Transferencia de Tecnología y, de forma más general, la Transferencia del Conocimiento (TC), es el proceso por el que el conocimiento generado por los grupos de I+D se traslada al tejido empresarial. Sin embargo, como se ha comprobado en los últimos años, en Cataluña, los intentos en este sentido no han funcionado satisfactoriamente.
La TC se puede realizar de diferentes maneras, siendo las más frecuentes: a) por encargos directos de proyectos a grupos de I+D, b) por licencia de patentes o c) por la creación de spin-off. Las dos primeras vías funcionan como un mercado, donde es necesaria la existencia de una oferta, una demanda y un espacio para realizar las transacciones. La tercera vía implica un proceso de emprendimiento.
El notable sistema público de generación de conocimiento de Cataluña, podría constituir una buena oferta en el mercado del desarrollo de proyectos tecnológicos. No obstante, los científicos constituyen un colectivo de reflexión que normalmente está motivado por crear nuevo conocimiento, pero no por involucrarse directamente en los procesos de su transferencia. De ahí, que desde ciertos ambientes empresariales, se acuse al sistema de I+D de no acercarse lo suficiente a las empresas para llevar a cabo la TC.
El error fundamental de las voces críticas con los investigadores, es que no tienen en cuenta que el curriculum vitae de un científico está ligado a la calidad de su investigación y esta se mide internacionalmente a través de sus publicaciones. Por eso es necesario que las empresas propongan a los investigadores retos suficientemente atractivos como para permitirles publicar los resultados en revistas y congresos de prestigio (una vez realizadas las eventuales patentes) y esto solamente es posible en un ecosistema innovador avanzado. Cosa que no ocurre en Cataluña y menos en el resto de España.
Para llevar a cabo la TC se requiere un lugar donde se realicen las transacciones. Los diferentes gobiernos de la Generalitat han tratado de crear estos entornos, en los que se pueda realizar el intercambio. Sin embargo, el éxito ha sido limitado, ya que las administraciones públicas han invertido pocos recursos y las políticas se han revelado erráticas y sin continuidad en el tiempo. Incluso con gobiernos del mismo color político, se han repetido actuaciones similares desde diferentes departamentos, sin una visión integradora. Estos cambios constantes de estrategia no se producían por casualidad, sino porque las políticas públicas no funcionaban bien y había que cambiarlas. Por el contrario, los éxitos cosechados por el sistema de I+D han estimulado la continuidad de su estrategia a pesar de los cambios de gobierno, incluso de diferente color político.
Es habitual mencionar como modelos de referencia, países tales como Finlandia, Corea, Israel o Singapur, donde se han revelado exitosas las políticas consistentes en dedicar dinero público al fomento de la investigación, la transferencia y la innovación en las empresas. Pero los buenos resultados de estos países no han sido únicamente consecuencia del dinero invertido, sino fundamentalmente de su cultura empresarial. El verdadero problema radica en que si un tejido empresarial es tradicionalmente poco innovador, no es posible cambiar su espíritu únicamente con dinero público, por mucha continuidad que haya en las políticas. En este caso, la única cultura a la que se acabarían adaptando las empresas, sería la de la subvención.
El problema fundamental no reside en el espacio de transacciones, sino en el tercer elemento del mercado, en la demanda de conocimiento o, mejor dicho, en la falta de demanda. En Cataluña no existe una buena demanda, ni en cantidad, ni en calidad. Esto se debe a que el tejido empresarial no es suficientemente innovador.
Según el Regional Innovation Scoreboard, Cataluña ha caído recientemente del segundo al tercer nivel de los cuatro en los que la UE clasifica las regiones europeas por innovación, y  según el Regional Competitiveness Index: de la posición 103 en el 2010 a la 142 en el 2013. Esto no quiere decir que no sea preciso realizar esfuerzos para diseñar e implantar políticas que fomenten la innovación, ni que todo el país sea absolutamente no-innovador. Lo que quiero mostrar con esta reflexión, son las causas de los pobres resultados de las políticas de TC y de innovación de los gobiernos de la Generalitat.
En conclusión, con dinero público se puede construir un buen sistema de investigación, pero no un sistema productivo innovador. La realidad, la cruel realidad, nos ha mostrado que el eficiente sistema de I+D catalán no ha empujado al tejido empresarial para que este enarbole la bandera de la innovación, porque no es así como funciona este asunto; sino al revés, es en todo caso, el sistema empresarial el que ha de estimular la colaboración del sistema de investigación. En otras palabras, hemos puesto el carro delante de los bueyes. El resultado es que estamos financiando la creación de conocimiento para contribuir al caudal de saber de la Humanidad, pero este conocimiento que pagan los ciudadanos catalanes, lo rentabilizan otros países más avanzados, que sí tienen la capacidad necesaria para aprovecharlo. Dicho de otro modo, tenemos una ruinosa balanza internacional de conocimiento.
La segunda vía de TC es la licencia de patentes al sistema productivo. Esta vía debería ser capaz de trasladar al tejido empresarial la explotación de las patentes generadas en el sistema de I+D. En este caso, aunque no haya suficiente demanda interna de estas patentes, el proceso puede funcionar en un mercado internacional por los procedimientos estándar de licencia de patentes. Sin embargo, este proceso que debería ser más fácil que el desarrollo de proyectos por encargo que requiere una proximidad geográfica a la demanda, tampoco funciona bien. Aunque de cualquier manera, si el tejido empresarial del país, sistemáticamente, no muestra interés alguno en la explotación de las patentes desarrolladas por el sistema de I+D catalán, deberíamos empezar a dudar si tenemos un sistema de investigación bien configurado.
La tercera vía de la TC sería la creación de spin-off por parte de los propios grupos de I+D de las universidades y centros de investigación. Esta vía se está impulsando actualmente desde el Departamento de Economía y Conocimiento mediante la implantación del programa «Industria del conocimiento», con tres instrumentos diferentes (semilla, producto y mercado) en función del estado de maduración de los proyectos. En Cataluña se crean cerca de 40 a 50 spin-off al año, y es posible que con la iniciativa «Industria del conocimiento» aumente su número, pero es difícil que este aumento se convierta en un elemento clave para la solución del problema de la innovación del país.
También pasa en el MIT, donde solamente se crean unas 40 spin-off al año, y es que esto se debe, como ya he dicho antes, a que en general, los investigadores son personas de reflexión, no empresarios. Su objetivo es generar nuevo conocimiento, no transferirlo. La solución sería disponer de un tejido empresarial más innovador que el actual y que demandase conocimiento no trivial, para transformarlo en productos y servicios de alto valor añadido. Por eso creo que es necesario potenciar la creación de ese nuevo tejido empresarial que, en paralelo, vaya complementando el actual y lo pueda relevar en el futuro. Es aquí donde juegan un papel clave las universidades emprendedoras.
Como dice Bill Aulet, Managing Director del Trust Center for MIT Entrepreneurship, de las 900 empresas que se crean en torno al MIT cada año, tan sólo unas 40 son spin-off (como en Cataluña), mientras que el resto son startups creadas por estudiantes. Y es que en el MIT una gran mayoría de los estudiantes piensa en crear su propia empresa, algo que aquí no ocurre. Según Aulet, el PIB generado por las 25.000 empresas creadas en torno al MIT le situarían, si fuese un país, como la undécima economía mundial. Curiosamente, este porcentaje del 5% de spin-off en relación al total de las startups creadas es el mismo en el MIT que en Stanford.
Es una cuestión cultural, no de dinero, que en Cataluña no se pueda crear una nueva Ruta 128 de Massachusetts o un nuevo Silicon Valley. Las grandes empresas de referencia, como Apple, Microsoft, Facebook o Twitter, o las de emprendimiento social, como Wikipedia, no han nacido de descubrimientos científicos, sino en entornos universitarios emprendedores. La sociedad necesita que nuestra sea emprendedora, y la solución reside en impulsar un cambio cultural. Es un problema de voluntad y tiempo, pero existen herramientas para conseguirlo. De esta manera, además, todo el sistema de I+D catalán podría hallar su razón de ser al devolver a la sociedad el esfuerzo realizado, mediante el valor añadido que generasen los proyectos de innovación disruptiva de las nuevas empresas del país.
Este cambio cultural para avanzar de una Sociedad del Conocimiento a una Sociedad del Emprendimiento ha de manifestarse en todos los ámbitos sociales, desde el discurso político, hasta los medios de comunicación, y, fundamentalmente, a todos los niveles del sistema educativo, aunque en este artículo se aborde tan sólo el sistema universitario.
La gran diferencia con el MIT es que, antes que emprendedores, nuestros alumnos prefieren ser funcionarios o trabajar en una gran empresa de por vida. En las universidades hemos anestesiado a nuestros estudiantes durante décadas, haciéndoles creer que su futuro era ése. Pero esto ha cambiado y ahora necesitamos crear la cultura del emprendimiento en las universidades, transformándolas en universidades emprendedoras.
El proceso no será fácil, porque muchos colectivos universitarios tienen aversión a que el espíritu empresarial entre en las universidades, aunque el emprendimiento social puede ser una buena opción para ellos. Otra barrera importante es que la vida universitaria se desarrolla en un entorno formado por funcionarios, que son los que deberían impulsar este cambio. Por último, el tempo de una transformación como esta no es de un año, ni de una legislatura, sino de, como mínimo, toda una generación.
Pese a todos los problemas, es necesario empezar cuanto antes y aprovechar las oportunidades de fomento y formación que existen en las universidades. Aunque todavía tímidamente, algunas ya ofrecen asignaturas optativas en los grados, seminarios, charlas, han creado espacios de co-working, incluyendo el emprendimiento en los Trabajos Finales de Grado, o se han asociado para desarrollar un MOOC de emprendimiento con el apoyo de la Generalitat y la ACUP.

Si bien ha de intensificarse en gran medida, el incipiente esfuerzo que han empezado a realizar las universidades catalanas va en la línea correcta de impulsar el cambio cultural necesario para mantener el bienestar social, pasando de la Sociedad del Conocimiento a la Sociedad del Emprendimiento.

martes, 15 de diciembre de 2015

Rich versus King

En otro post anterior he hablado de las dificultades, o la casi imposibilidad, de obtener inversión de terceros (Business Angels o Capital Riesgo) para un proyecto emprendedor en la fase de idea o de modelo de negocio. En esta fase, son los propios emprendedores, también las 3F’s y excepcionalmente alguna plataforma de crowdfunding, quienes financian los primeros pasos de las startups.
En la siguiente fase, la de crecimiento, cuando ya hay un modelo de negocio validado, algún cliente y se crea la empresa, aunque es difícil, empieza a haber posibilidades de encontrar financiación privada para nuestra aventura, si esta es escalable. Estas dificultades, no solo existen en lugares donde el capital emprendedor es escaso, como en España, sino incluso en el paraíso de los emprendedores y de la abundancia de inversores, como es Silicon Valley, donde se financian menos de uno de cada 1.000 proyectos.
Todos los emprendedores que conozco, se lanzan a montar su proyecto emprendedor pensando en buscar financiación alternativa en cuanto sea posible ( incluso antes) y para ello preparan su Business Plan, una presentación en Power Point i el consabido Elevator Pitch. Sin embargo, no tienen en cuenta que la búsqueda les distraerá tiempo valioso de sus objetivos y que debido a que el riesgo es todavía alto en esta fase, los inversores le exigirán unas condiciones que pueden significar para los fundadores, la pérdida del control de la nueva empresa.
Hemos llegado a la situación de lo que llamó Noam Wasserman The founder’s dilemma, en donde los emprendedores deben escoger entre ser King versus Rich. En sus estudios, Wasserman encontró, que más del 50% de los fundadores habían perdido su poder frente al board de su empresa en 3 años. Un caso paradigmático es el de Steve Jobs, cuando tuvo que dejar Apple en 1985, vendiendo todas sus acciones (menos una), aunque luego fue llamado de nuevo para salvarla en 1997.
Controlar la compañía y al mismo tiempo hacerse rico, es excepcional, y por eso son conocidos estos casos extraordinarios, como el de Bill Gates con Microsoft o Amancio Ortega con Inditex y que podemos situar en el cuadrante inferior derecho de la figura inicial de este post (“exception”). Pero si ni se controla la empresa, ni se gana dinero, estaremos en una situación frecuente que corresponde al cuadrante superior izquierdo de la figura (“failure”).
Si se quiere mantener el control de la empresa y ser king, la entrada de inversores se ha de retrasar todo cuanto sea posible. Entre tanto, la financiación en esta fase ha de venir de los propios clientes que compran nuestros productos o servicios y excepcionalmente de préstamos participativos de instituciones, como por ejemplo ENISA.

Si el proyecto ya está consolidado, es escalable y además se pretende entrar en una fase de expansión, este sería el mejor momento para incorporar inversores, si es que se necesitan (Amancio Ortega nunca lo hizo), ya que se puede mostrar que el negocio funciona y que la incertidumbre ha disminuido respecto a las fases iniciales. En este momento, para el emprendedor es más fácil obtener financiación y a un mejor precio. De cualquier forma, en todo el proceso de creación, crecimiento, consolidación y expansión de un proyecto emprendedor, siempre hemos de tener presente el dilema de Rich versus King

lunes, 30 de noviembre de 2015

Emprender o no emprender

Las capacidades necesarias para ser un emprendedor, según la bibliografía, son innumerables. El emprendedor ha de ser visionario, resiliente, optimista, líder, trabajador, comunicador y un gran etcétera, que le convertirían en casi un Superman. Sin embargo, desde mi punto de vista, un emprendedor solamente necesita ser una persona normal con determinación para hacer lo que se ha propuesto y con una buena dosis de sentido común.
Hay muchas recomendaciones de cuando alguien puede emprender, pero casi ninguna de cuando no lo debe hacer. Es decir, de cuando una persona no debe lanzarse a una aventura emprendedora porque su perfil o su situación personal lo desaconsejan.
El primero de esos casos ocurre cuando el emprendedor tiene un temperamento propenso a angustiarse cuando las cosas no funcionan como estaba previsto. Y como en una aventura emprendedora, las cosas nunca funcionan como se había previsto, alguien que se estresa fácilmente ha de sopesar si sería aconsejable emprender. El perfil más evidente sería el de una persona que tiene problemas frecuentes para conciliar el sueño por cosas de importancia relativa.
Otro problema significativo puede ser la falta de compromiso por parte de la familia. Un proyecto emprendedor en sus inicios es muy absorbente y necesita toda la atención disponible y la no disponible. Esto puede hacer que las relaciones familiares puedan llegar a resentirse, por ejemplo, si no hay una complicidad de la pareja.
Otro factor es el económico. Como pasa en el juego, nunca se ha de apostar más de lo que uno tiene poniendo en peligro el patrimonio. Una solución en este caso es involucrar, si es posible, a otros socios que aporten el capital adicional que nos hace falta.
Otro último factor de riesgo que voy a mencionar aquí, es comenzar compatibilizando el proyecto emprendedor con un empleo. En este caso el rendimiento en el trabajo puede quedar afectado y las consecuencias pueden llegar a ser graves.
Por eso, en muchas ocasiones, embarcarse en un proyecto emprendedor es aconsejable prioritariamente para personas que no tienen unos compromisos económicos, familiares o laborales importantes. Este sería el caso de jóvenes recién titulados que tienen formación, energía, ilusión e imaginación y no tienen todavía compromisos importantes, y que en el caso de fracaso adquierirían una experiencia que servirá, sin duda, en su vida profesional o para emprender una nuevo proyecto emprendedor, esta vez con menos riesgo gracias a la experiencia adquirida en la anterior aventura. Es, por estas razones, que, aunque en nuestro entorno no se hace con suficiente intensidad, sería apropiado fomentar el emprendimiento universitario
En definitiva, cualquier persona normal con determinación y sentido común puede emprender. Sin embargo, hay personas que tienen unos perfiles y una serie de situaciones particulares que pueden hacer aconsejable tomar la decisión de emprender o no emprender.


domingo, 15 de noviembre de 2015

Nadie invierte en ideas

Cuando asesoro a emprendedores, encuentro con frecuencia que muchos de ellos piensan que su idea es tan buena que les será fácil encontrar financiación y que los inversores se desvivirán por apostar su dinero en esa idea. Cuán lejos de la realidad están!!. Les cuesta admitir mis palabras, cuando les digo que su idea emprendedora no vale nada.
La inversión privada en la fase semilla se orienta a analizar startups que ya tienen un buen equipo de emprendedores y han validado su modelo de negocio, y si ven en  ellas una oportunidad de negocio que además invertible, hacerlo. Los Business Angels y los fondos de Venture Capital, ni son ángeles, ni son aventureros. Lo que buscan los inversores es maximizar el retorno y la seguridad de sus inversiones y si los emprendedores no aceptan este modo de trabajar, están muy equivocados.
Ningún inversor financia ideas porque en ese caso estarían haciendo el papel de los insensatos de las 3F (Family, Friends and Fools). Los inversores son en primer lugar filtradores de proyectos emprendedores cuando estos ya tienen un Mínimo Producto Viable (o mejor vendible) y si es posible los primeros clientes. De esta forma se explica que menos de uno de cada cien modelos de negocio acaban obteniendo financiación privada.
Otra de las características de la financiación privada, es que dada la incertidumbre de una correcta ejecución en esta fase inicial, a pesar de que el modelo de negocio esté validado, su éxito es una incógnita y si finalmente alguien está decidido a invertir, las condiciones impuestas pueden parecerles abusivas a los emprendedores, como por ejemplo, ofrecer poco dinero a cambio de una alta participación en la empresa o cláusulas muy duras como las de permanencia o arrastre.
En el sector público las condiciones para obtener financiación tampoco son magnánimas. Una startup que desee pedir financiación ha de estar constituida y en un estado de maduración suficiente como para poder ejecutar con éxito su plan de negocio y donde los emprendedores han de haber invertido una cantidad similar al dinero que piden. La financiación suele venir articulada como un préstamo participativo que tiene como inconveniente, la burocracia no despreciable que lleva asociada.
La pregunta es: ¿Dónde y cómo obtener la financiación necesaria en esos momentos iniciales en que el proyecto está un una fase de idea o de modelo de negocio todavía no validado? y la respuesta es: de las aportaciones personales de dinero y del trabajo no remunerado de los propios emprendedores. El 90% de los proyectos emprendedores en esta fase, se financian así, es lo que se conoce  como bootstrapping. El esfuerzo personal, es además, la forma para demostrar cuando la empresa busque financiación que el equipo emprendedor está comprometido con el proyecto.
Otra vía de financiación en esta fase de idea son las 3F (y excepcionalmente el Crowdfunding), porque si los que están más próximos a los emprendedores, no confían en ellos, quien lo va a hacer. Esta vía puede presentar problemas importantes derivados de un eventual fracaso del proyecto, ya que además de perder el dinero también se pueden ver afectadas las relaciones familiares o de amistad.

Es necesario tener claro que las 3F invierten en personas y que los inversores lo hacen en proyectos emprendedores validados. Las ideas no valen nada, nadie invierte en ideas.

sábado, 31 de octubre de 2015

¿Cómo es nuestro ecosistema emprendedor?

Un ecosistema,  según la Wikipedia, es un sistema natural que está formado por un conjunto de organismo vivos (biocenosis) y el medio físico donde se relacionan (biotopo). Por extrapolación, la utilización de este concepto para entornos muy diferentes del original ha hecho fortuna. Por ejemplo, hablamos de ecosistema social, ecosistema sanitario, ecosistema de innovación y como no, ecosistema emprendedor. El ejemplo de ecosistema emprendedori por excelencia y que todo el mundo quisiera copiar es Silicon Valley.

En los esfuerzos por identificar cuáles son los rasgos que caracterizan un ecosistema emprendedor y que hacen tan singular a Silicon Valley se ha hablado de multitud de razones, muchas de ellas históricas, como los contratos de Defensa a partir de la segunda Guerra Mundial, la universidad de Stanford, empresas relevantes como Fairchild o HP, personas clave como Frederic Terman, Andy Grove o Steve Jobs y como no la tolerancia al fracaso, los bajos impuestos o el clima.

Sin embargo, Nicolas Colin en este artículo comenta que en realidad lo que explica el funcionamiento o no de un ecosistema emprendedor son tres componentes.

·       En primer lugar el capital. Sin dinero no se pueden impulsar nuevas empresas.

·       En segundo lugar el Know-how, tanto tecnológico como de gestión de negocios.

·       En tercer lugar  una buena dosis de  inconformismo (rebelión).

Para que un ecosistema emprendedor funcione, estas tres componentes han de ser significativas, pero también han de interaccionar entre ellas. Si cada una viene representada por un círculo cuyo tamaño representa la el valor de la componente, la magnitud de la intersección de las tres viene el éxito del ecosistema de emprendimiento.

De las diferentes  intersecciones de estas  tres componentes aparecen siete combinaciones, seis de dos de ellas y una de tres, la que determina el éxito. Aquí podemos ver las combinaciones que corresponden a Silicon Valley, Israel y la City de Londres.












































En el artículo de Colin aparecen otras, como Alemania, Francia y Suiza. En  nuestro caso, ¿Cómo sería nuestro ecosistema emprendedor?


jueves, 15 de octubre de 2015

El papel del Rey


Hace casi 100 años Unamuno predijo, en una carta a Manuel Azaña, la independencia de Cataluña. Estos procesos suelen ser lentos a no ser que se entre en una espiral de violencia como pasó en los Balcanes. No creo que en nuestro caso se llegue a una situación así, pero el problema de Cataluña hace unos años que se “tumorizó” y por no aplicar un tratamiento adecuado a tiempo, el tumor ya se ha diseminado en una metástasis que alcanza a buena parte de la sociedad catalana impidiendo un tratamiento quirúrgico, como ha intentado el gobierno.
El PP afronta el Procés de forma agresiva con las armas de una legalidad constitucional que plantea como inamovible, aunque quizás, si este método fracasa, tenga preparadas debajo de la mesa otras armas en sentido no figurado. El problema de fondo es que el nivel de desafección en Cataluña, como ya avisó el President Montilla, está tan generalizado que parece que se ha sobrepasado el punto de no retorno.
La situación es tal, que el proyecto federalista que propone el PSOE actualmente, parece insuficiente y se ve como un nuevo intento que añadir a los fracasos habidos desde la Primera República. Sin embargo, aunque todo continuase igual y el Procés no prosperase, porque no ha habido una mayoría de votos, sería un grave error no aprovechar la ocasión, los jóvenes que todavía no han podido votar en las elecciones del 27S, lo harán en las próximas y entonces el voto mayoritario será, casi con toda seguridad, independentista.
Las personas como los pueblos necesitan retos de futuro. El planteamiento de un proyecto ambicioso para España sería una posible solución. Por ejemplo, el impulso a la creación de una Confederación Ibérica con Portugal, Cataluña y Euskadi, sería, si se gestionase bien, un reto capaz de movilizar voluntades. Parece que hace unos años algunas encuestas mostraban un apoyo por parte de la ciudadanía portuguesa a una posible unión.
De cualquier manera, el conflicto catalán se ha convertido en un problema suficientemente grave, como para que la más alta institución del Estado se implique en el mismo, comprometiendo si es necesario a la Corona en la búsqueda de una solución. Una solución donde, como en un 23F hizo su padre, podría ser clave el papel del Rey.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿Quién es el asesino?

Últimamente he convertido este blog en un foro de comentario político, lo siento, espero que sea algo transitorio. La causa de ello, es que la situación en Cataluña, donde vivo, está tan candente que me resulta imposible inhibirme de comentar lo que desde mi punto de vista, está pasando.
Como es normal en todos los comicios, en las elecciones plebiscitarias catalanas del domingo pasado, hemos podido constatar que según los dirigentes (me resisto a llamarles líderes) de los partidos, todo el mundo ha ganado. Los miembros más notables de la candidatura “Junts pel Sí”, dicen que estos resultados dan un respaldo a sus tesis y que seguirán con el “Procés”. Los miembros de las candidaturas del NO, dicen que aquellos no tienen mayoría de votos y por tanto la propuesta independentista ha perdido el plebiscito aunque haya ganado las elecciones. Por otro lado la opción independentista CUP dice que no dará soporte a la propuesta independentista porque no hay mayoría de votos, y si esto es así, no la habría tampoco de escaños.
Para acabarlo de arreglar, ayer mismo, dos días después de las elecciones, Artur Mas ha sido imputado por la consulta del 9N del año pasado y el ministro Catalá ha dicho que la imputación no se ha comunicado antes para no interferir en el proceso electoral. Si es un proceso judicial, ¿Por qué el ministro da explicaciones de las actuaciones de los jueces?. La actuación del gobierno/fiscalía en este tema y en estos momentos, hace que el posicionamiento de la CUP sea todavía más complicado. Me resisto a pensar que sea una torpeza tan evidente y a pesar de que el gobierno ha dado, durante toda la legislatura, claras muestras de su ineptitud, parece que se podría buscar alguna otra interpretación acorde con el tradicional comportamiento del PP respecto al problema catalán.
Hagamos una pregunta retórica como se hace en una novela negra ¿Quién tiene más motivos para ser el asesino? Si observamos los comportamientos del partido del gobierno respecto a Cataluña durante toda la legislatura e incluso cuando estaba en la oposición, el PP ha conseguido, con sus actuaciones, que el número de independentistas haya aumentado hasta conseguir el 47,8% de los votantes del pasado día 27. Creo que si se consiguiese finalmente la secesión el Partido Popular sería uno de los que más méritos han hecho para impulsarla.
En los últimos años, el PP ha ido perdiendo representatividad en Cataluña llegando a conseguir que su presencia sea casi testimonial, especialmente en el ámbito municipal. Esto ha quedado patente en los resultados de las elecciones del pasado domingo. ¿Para qué quiere el PP Cataluña, si le perjudica? Si Cataluña se independizase y esto se produjese sin estar el PP en el poder, cosa que puede pasar a partir del próximo diciembre, su carambola sería perfecta ya que su vuelta sería aclamada por una sociedad española moralmente tocada por la secesión. Ante este escenario, podríamos finalmente responder a la pregunta de ¿Quién es el asesino?

martes, 15 de septiembre de 2015

Una oportunidad para la reflexión y el cambio de actitud

Independientemente del número de asistentes que anuncie cada fuente, el 11S ha sido un éxito de presencia y organización para los convocantes de la Via lliure. No hace falta más que ver las imágenes de televisión para darse cuenta de cómo se vive en Cataluña el camino hacia la independencia, tanto social, como democráticamente.
La siguiente cita del calendario será clave para el proceso soberanista. Las elecciones del 27S pueden ser un acontecimiento histórico que determine el futuro de Cataluña y de España. Sin embargo, los resultados que pronostican las últimas encuestas son inciertos, la previsión es de una mayoría ajustada de escaños a las propuestas independentistas, pero no así de votos, que estarían claramente por debajo del 50%.
Para la hipotética declaración de independencia, el presidente Mas, entre otros, propone contar escaños, ya que el Estado no ha permitido hacer un referéndum para contar votos. Sin embargo, en mi opinión, si se hiciese una declaración unilateral de independencia (DUI) con una minoría de votos, sería un grave error. La honestidad democrática, que siempre ha sido un valor fundamental de las tesis soberanistas del derecho a decidir, no puede vulnerarse y tomar una decisión tan transcendental sin el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Si la decisión fuese dirigida al gobierno del PP, como respuesta a su bajo nivel democrático, sería comprensible, pero la respuesta va dirigida a los ciudadanos de Cataluña y esta sería una decisión éticamente poco democrática, en contra de las propias tesis iniciales de Artur Mas. Si no hay mayoría de votos aunque la haya de escaños, se debe renunciar a la DUI por falta de suficientes ciudadanos para apoyarla. Se puede perder una gran ocasión, pero no la dignidad y el prestigio internacional de una Cataluña democrática como ha quedado patente durante todo el proceso. Por otro lado, una decisión de este tipo daría pie a una respuesta contundente del gobierno central y sobre todo al rechazo internacional tan necesario para el éxito del proceso.
En un estado plenamente democrático se tendría que haber podido realizar ese referéndum de manera legal y si la Constitución no lo permite, habría que cambiarla. Los ejemplos de Quebec, Escocia o Flandes, aunque diferentes entre sí, marcan el camino a seguir. Sin embargo, la tradicional falta de tolerancia y flexibilidad del gobierno del PP ha propiciado durante toda su legislatura (e incluso cuando estaba en la oposición) el crecimiento permanente del número de independentistas en Cataluña hasta llegar a la situación actual.
Si por el contrario, el número de escaños además del de votos llegasen a ser minoría en el Parlament, estoy convencido que el gobierno central lo anunciará en los medios a bombo y platillo, como una victoria propia, aunque sea pírrica, cuando lo que se tendría que hacer, sería aprovechar la ocasión para evitar que las próximas elecciones autonómicas en Cataluña tengan de nuevo carácter plebiscitario. El gobierno central que salga de los comicios de diciembre, debería, si finalmente se produce la ocasión el 27S, tomarla como una oportunidad para la reflexión y el cambio de actitud.

lunes, 31 de agosto de 2015

Tener los extintores preparados

En las dos entradas anteriores hablaba de dos analogías con la independencia de Cataluña: el futbol y el divorcio.
En esos escenarios, cuando las emociones se radicalizan, se pueden convertir en pasiones que salen de las propias entrañas e incluso de zonas más bajas del cuerpo y del alma humana. A partir de aquí, la violencia empieza a tener probabilidades de hacer su aparición.
En estos momentos de tranquilidad veraniega, no parece que la radicalización pueda llevar a situaciones tan extremas que puedan desembocar en violencia y menos que esta sea generalizada. Sin embargo, no sería prudente excluir este escenario como totalmente descartable.
De momento la refriega entre dirigentes está pasando por unos canales de confrontación política y parece que ninguna de las dos partes quiere ir más allá. 
Sin embargo, una parte habla de que ante una mayoría absoluta suficiente en las próximas elecciones se formularía una declaración unilateral de independencia.
En ese caso, la otra parte amenaza con la aplicación del artículo 155 de la Constitución que contempla los mecanismos excepcionales que tiene el Estado para el cumplimiento forzoso de las leyes i que podría llevar a la posible suspensión de la autonomía. Nadie, ni yo mismo aquí, quiere hablar de ruido de sables, pero el artículo 8.1 de la Constitución deja claro que las Fuerzas Armadas tienen como misión defender la integridad territorial de España.

La pregunta es: ¿Y después qué?

Experiencias en otros lugares, como los Balcanes, tampoco hacían pensar unos meses antes de que pudiesen desembocar en una guerra civil, y aunque es cierto que la situación no es la misma por muchas razones (raza, religión, historia, pertenencia a la UE, consolidación democrática, etc.), tampoco hay que olvidar que uno de los detonantes de la guerra fue la abolición de la autonomía de Kosovo por parte de la Serbia de Milosevic.
Grandes conflictos empiezan con una chispa que nadie cree que pueda tomar cuerpo y acaban en grandes incendios. El anuncio de lo que convertiría después en la  primera guerra mundial se tomó como una fiesta en Viena tras el atentado de Sarajevo. Nadie supo prever sus consecuencias.
Yo también creo improbable que el incendio se produzca. Sin embargo, sería prudente tener los extintores preparados.

sábado, 15 de agosto de 2015

Una ley del “divorcio”

 En el post anterior hablaba del espíritu independentista y utilizaba una analogía con los aficionados al futbol. Hoy quiero hablar de otra imagen, la del divorcio.
Cuando en un matrimonio ha desaparecido el afecto, la convivencia es cada día más difícil y las desavenencias son permanentes, es necesario buscar una salida. En el caso de que no sea posible una solución acordada para reconstruir la vida en pareja y se llega a un punto de no retorno, es entonces  necesario disponer de una vía legal que contemple la separación.
El problema más grave en estas situaciones, cuando la educación y el respeto mutuo ya no existen, es la aparición de la violencia con las graves consecuencias para todos los implicados y en particular para los hijos.
Este escenario era frecuente en la España del franquismo porque no había una legislación que pusiese remedio y lo que se producía era la separación de facto con el abandono del domicilio familiar por parte de uno de los cónyuges. Con la aprobación de la ley del divorcio en 1981, los problemas legales se solucionaron y permitieron que los jueces determinaran las condiciones en que se realiza dicho divorcio.
El problema del independentismo catalán es similar. La desafección ha ido creciendo y el único argumento con el que ha respondido el gobierno central ha sido que no existe una ley que ampare la separación legal. En este ambiente de imposición, las posturas no han hecho más que radicalizarse y como consecuencia la situación en Cataluña puede llegar a ser insostenible. De esta forma, los que más pueden sufrir las consecuencias son los “hijos”.
De cualquier forma, obligar a mantener una convivencia a la fuerza a una sociedad, es un escenario poco atractivo, cuando continuamente aparecen situaciones indeseadas de falta de respeto a los símbolos del otro: pitadas al himno, retirada y quema de banderas, manifestaciones masivas de petición de independencia, etc.
La solución es preguntar a la “pareja” si quiere convivir y en qué condiciones, y si la respuesta está lejos de la que se desea escuchar y no hay acuerdo, lo mejor es una separación pactada, a ser posible amistosa. En otro caso ha de ser una separación legal de condiciones dictadas por un juez imparcial conforme a derecho.

En el caso de una sociedad la pregunta se ha de hacer en las urnas y para ello hay que aprobar una ley del “divorcio”.

viernes, 31 de julio de 2015

Tanto en el futbol como en la independencia

Sobre la independencia de Cataluña se han vertido ríos (mares diría yo) de tinta y aquí, yo también, voy a aportar unas pocas gotas desde una perspectiva del paralelismo con la pasión y la afición al futbol.
Tengo 70 años, soy vasco, vivo en Cataluña desde hace muchos años, también he vivido en diferentes lugares de España como Madrid, Salamanca o Albacete. Conozco bien la “piel de toro” de la que he visitado muchos de sus rincones y donde tengo amigos de norte a sur y de este a oeste. Todo ello me da una cierta perspectiva de la situación de la independencia de Cataluña vista desde dentro y desde fuera.
Hay multitud de razones que pueden justificar la independencia para un nacionalista. Pero la mayoría de ellas, no son razones, sino sentimientos. Sin embargo, para los no nacionalistas la elección independentista puede ser producto de una comparación imparcial entre dos opciones que ofrecen aspectos más o menos favorables, como las expectativas  de una mejora de la calidad democrática, una visión más social del estado del bienestar o la disponibilidad de más recursos económicos. Las dos visiones corresponderían a lo yo llamo independentismo de corazón o independentismo de cabeza.
Desde el punto de vista del corazón, y en un símil futbolístico, se puede cambiar de muchas cosas, pero nunca de equipo de futbol, como tampoco de sentimiento patriótico. Aquel que tiene pasión por el Barça, podría llegar a admitir que el Madrid juega mejor, pero no cambiará por ello de equipo, ni perderá su animadversión por todo lo “merengue” y recíprocamente pasa con los aficionados del Real Madrid. Sin embargo, al que le gusta el buen futbol y no es fan de ninguno de estos dos equipos, le gustará más aquel que juega mejor en cada momento. Estos aficionados pueden cambiar de equipo y prefieren uno u otro en función de la calidad de su juego.
El problema para el “Madrid”, es decir, para el gobierno de Madrid, es que está jugando muy mal y lo que es peor, quizás no pueda jugar mejor. A la actitud de prepotencia y juego sucio (corrupción generalizada), se añade el argumento una y otra vez utilizado de los goles desde una posición de posible fuera de juego que solamente sirven para contentar a su afición. Son balones que el árbitro da por buenos y por tanto tienen justificación legal.

También es legal impedir la independencia de Cataluña amparándose en la Constitución, pero algo muy serio está pasando cuando se acusa a toda una sociedad democrática que está fuera de la ley. Es en todo caso la ley, aunque sea una Constitución, la que está fuera de la sociedad y es aquella la que se ha de cambiar y no prohibir el derecho a decidir de una sociedad sobre su futuro. Son las reglas las que se han de cambiar y ser aplicadas por un árbitro imparcial, tanto en el futbol como en la independencia.

miércoles, 15 de julio de 2015

20 aniversario del Centro de Visión por Computador

En este post presento la traducción del catalán de mi intervención en el acto de celebración del vigésimo aniversario de la creación del Centro de Visión por Computador. Celebración que tuvo lugar el pasado viernes día 10 de julio.

“Conseller, rector, autoridades, amigos,
En Cataluña somos bastante eficientes en convertir el dinero en conocimiento, pero no lo somos tanto en transformar el conocimiento en PIB. Este vacío entre la investigación y la innovación, viene de lejos y no se ha cerrado todavía.
El objetivo estratégico inicial del CVC fue tratar de acercar estos dos mundos, el de la investigación y el de la innovación, en un ámbito del conocimiento como es la visión por computador.
La visión es el sentido más importante del ser humano, un tercio de nuestro cerebro se dedica a hacer funcionar este sistema. La visión por computador pretende duplicar las potencialidades de la visión natural, aunque estamos todavía muy lejos de conseguirlo. Sin embargo, la visión por computador ha resuelto un importante abanico de aplicaciones concretas que inciden en nuestra vida diaria y en la productividad de las empresas.
En el CVC, además de hacer investigación de calidad en el tema, hemos trabajado en muchas aplicaciones. Me acuerdo, por ejemplo, cuando estabamos intentando resolver los problemas de inspección de los Chupa-Chups que todos acabamos con caries de tantos que tomamos.
Pero no penséis que resolvíamos solamente problemas de visión por computador. También venía gente a CVC a hacerse las gafas, pensando que éramos la óptica que hay en la plaza cívica de la universidad.
Aunque el CVC ha puesto su grano de arena, el gap que mencionaba al principio entre la investigación y la innovación, pienso que este no se ha cerrado porque el tejido productivo clásico catalán no ha sido suficientemente innovador.
Como hemos comprobado en el CVC, la mayoría de proyectos realmente innovadores que recibíamos eran de empresas extranjeras, radicadas o no en Cataluña. Creo que la causa es demográfica, que es un problema de la baja natalidad de startups y que si la aumentamos suficientemente, muchas de ellas serán innovadoras y algunas de forma disruptiva
Como somos conscientes de esta situación, las administraciones, las universidades y los centros de I+D estamos hacemos esfuerzos para fomentar la creación de spin-off 's a partir de los resultados de la investigación. El CVC ha sido líder y ha creado y está creando varias, pero es insuficiente. Esto es hacer recolección, como cuando vamos a buscar setas. Lo que tenemos que hacer, es dar el paso de la recolección a la era de la agricultura, con hizo la humanidad hace 12.000 años y aprovechar la creatividad de nuestros estudiantes para hacer un cultivo masivo de nuevas startups.
Como dice Bill Aulet del MIT, que vino como conferenciante invitado hace un mes en el Congreso de Emprendimiento organizado por Cataluña Emprende, de las 900 empresas que se crean alrededor del MIT cada año, sólo unas 40 son spin-off 's (como en Cataluña), el resto son startups de los estudiantes y es que en el MIT una gran parte de los estudiantes piensan en crear su empresa (y esto aquí nos falta).
Según Aulet, el PIB generado por las 25.000 empresas creadas alrededor del MIT le situarían como la 12 economía mundial. Curiosamente ese mismo 5% del MIT entre las spin-off 's y el total de las startups creadas, es justamente el porcentaje de Stanford. Es una lástima que no se pueda copiar la Ruta 128 de Massachusetts o el Silicon Valley.
Nuestra sociedad lo necesita y la solución está en impulsar un cambio cultural. Es un problema de voluntad y tiempo, pero hay herramientas no muy caras para conseguirlo. De este modo, también, todo el sistema de I+D catalán, el CVC incluido, podrá devolver a la sociedad su esfuerzo a través de dar valor añadido en proyectos de innovación de las nuevas empresas del país.

Quiero terminar con agradecimientos: Desde aquí que estoy viendo a tantas personas que me acompañamos en el viaje de la creación del CVC, tanto de la Generalitat, de mi universidad, mis compañeros, el personal del CVC y mi familia, puedo decir, que sin su apoyo no habría podido dar ni un solo paso para hacerlo. Gracias a todos.”

martes, 30 de junio de 2015

La startup como experimento emprendedor

No hay un acuerdo unánime sobre que es una startup, ni tan siquiera sobre su grafía (startup o start-up, yo escribo startup). Sin embargo, todo el mundo asocia el concepto a emprendimiento, gente joven, ideas innovadoras, riesgo, nuevas tecnologías. 
La definición tradicional de startup, es la de una empresa emergente, innovadora, de crecimiento rápido y apoyada en la tecnología. Sin embargo, no se sabe muy bien cuando una startup deja de serlo y se convierte en una empresa. ¿Quizás cuando ha superado el valle de la muerte y su cash-flow es positivo?. 
Recientemente, lo que yo llamo la Escuela de Stanford, liderada por Steve Blank, ha dicho que no, que una startup no es todavía una empresa. Una startup es un grupo de personas (los emprendedores) que intentan encontrar un modelo de negocio (si es posible escalable) en condiciones de gran incertidumbre (de ahí sus altos índices de fracaso) con el objetivo de convertirse en una empresa.
Lo más importante no es si la empresa ha de estar creada oficialmente o no, sino que el objetivo principal es diferente. Una startup no es una empresa en pequeño, una startup es un experimento de prueba-error-aprendizaje-repetición y como todo experimento, temporal. Por eso, como el objetivo es llegar a ser una empresa, una startup es una proto-empresa, de la misma forma que un emprendedor es, casi siempre, un proto-empresario. Digo casi siempre, porque hay emprendedores que lo son en serie, de forma que cuando la startup se convierte en empresa, la deja en otras manos, vende o no su participación y vuelve a empezar a crear otra. Son los aventureros del emprendimiento. 
La diferencia de una startup y una empresa es que la primera busca un modelo de negocio hasta validarlo con los primeros clientes a quien facturar. Esta es la única forma de saber que el modelo de negocio del producto o servicio que se está creando, tiene una propuesta de valor para alguien que es capaz de pagar por ello, es decir, el cliente. Sin embargo, una empresa lo que hace es explotar ese modelo de negocio siguiendo y ejecutando un plan estratégico. 
Una de las diferencias entre startup y empresa es el tipo de documento que describe el negocio. En el caso de la startup tradicional, el documento base para describir el negocio y su ejecución es el Business Plan o Plan de Negocio. Se trata de un plan estratégico para los siguientes años (habitualmente tres). Un escrito de 30 o 40 páginas que detalla cómo ejecutar el proyecto y que después de varios meses de elaboración, lo más probable es que no pueda resistir el primer contacto con los posibles clientes. 

En el caso del concepto actual de startup, el documento es mínimo y fácilmente modificable. Es el conocido lienzo o canvas del que hay diferentes patrones (Business Model Canvas, Lean Canvas o Full Canvas). En él se anotan, cada pocos días, los cambios que va sufriendo la startup como experimento emprendedor.

lunes, 15 de junio de 2015

Determinación y sentido común

En cada libro de emprendimiento, en cada artículo, en cada presentación de un experto, el emprendedor aparece como un Superman que ha de reunir todas las virtudes del género humano y ninguno de sus defectos. Según esto, el emprendedor ha de ser visionario, apasionado, creativo, líder, responsable, resiliente, tolerante al riesgo, optimista, buen comunicador, generoso, y un largo etcétera inacabable, donde en muchos de los casos el referente es Steve Jobs, quien también tenía su lista, a pesar de no ser precisamente un modelo, sobre todo en cuanto a sus relaciones personales con socios y empleados.
Existen otras listas en que aparecen recomendaciones para los emprendedores, como por ejemplo, los errores que no se han de cometer. Estos consejos son fruto de los conocimientos y vivencias de emprendedores expertos y por tanto se pueden tener en cuenta si se adaptan al caso concreto que está viviendo el emprendedor. En estas listas aparecen normalmente los errores frecuentes que los autores aconsejan evitar: Pensar que su idea es la más innovadora, no escoger con cuidado los socios cofundadores, no saber atraer talento a su proyecto, pensar que su producto se venderá solo, no priorizar a los clientes y sus problemas, no planificar bien las ventas ni los recursos necesarios, etcétera.

Los emprendedores no necesitan ser seres de otros planetas dotados de superpoderes. Un emprendedor ha de hacer que las cosas sucedan y si para ello me tuviese que quedar con una virtud y una recomendación general, estas serían determinación y sentido común.

domingo, 31 de mayo de 2015

Sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha

Las oportunidades en emprendimiento aparecen a partir de tres tipos de cambios que generan nuevas necesidades: sociales (por ejemplo, el envejecimiento de la sociedad), legales (por ejemplo, nuevas leyes, normativas o licitaciones que aparecen en los diarios oficiales) y tecnológicos (por ejemplo, avances científicos o tecnológicos que pueden dar lugar a nuevos productos o procesos).
El emprendedor es una persona que tiene dos rasgos típicos para crear un negocio: a) Darse cuenta de la existencia de una ocasión (tener la idea de negocio) a partir de los tipos de  oportunidades mencionados y b) Ponerse en marcha con determinación para llevarla a cabo.
Las ideas de negocio surgen a partir de las oportunidades existentes, pero se concretan esencialmente desde el entorno en que se mueve el emprendedor. Por ejemplo, ideas nacidas de su experiencia laboral (la fuente más frecuente), para mejorar procesos o productos.
En otros casos, el origen es la observación de otros negocios o entornos y la idea es como adaptarlos. Esto ocurre, por ejemplo, al realizar viajes y darse cuenta de soluciones a problemas que pueden ser trasladadas al contexto propio. Otra fuente son las aficiones personales, que pueden hacer emerger con fuerza ideas de mejora de una actividad que nos entusiasma.
Las ideas por si solas no valen nada, nadie invierte en una idea de negocio si no existe una clara voluntad por parte del emprendedor de llevarla adelante. Sin embargo, la idea inicial debe madurarse y esto significa comentarla, preguntar a propios e incluso extraños su opinión y pedir sus comentarios. No hay que tener miedo a que nos la copien. Desengañémonos, la gran idea que queremos guardar para nosotros mismos, sea cual sea, ya la ha tenido otra mucha gente. Lo que no ha tenido esa gente es la voluntad y la determinación de llevarla a cabo.
El instante de ignición creativa es un momento, es una chispa, pero luego es necesario un proceso de maduración y mejora permanente. Dios creo en un momento al hombre, sin embargo, la humanidad lleva una enorme cantidad de siglos en un proceso de maduración del que todavía no ha conseguido tener una “idea de negocio” satisfactoria.

Algunos cursos de emprendimiento se enfocan a la creatividad de ideas de negocio con diferentes tipos de técnicas, como el refinamiento sucesivo a partir de tormentas de ideas. Sin embargo, desde mi experiencia, no es necesario formar a la gente para concebir ideas de negocio, los emprendedores son normalmente generadores compulsivos de ellas. En general sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha.

viernes, 15 de mayo de 2015

Material fungible y material inventariable

Estamos en un país cuyo tejido empresarial es poco innovador, cosa que en este blog ya se ha dicho varias veces. En un mundo globalizado, esta situación conduce a tener que competir en precio y no en valor añadido. Como consecuencia, los salarios son y serán bajos y el bienestar social se resentirá. No hay soluciones milagrosas, pero está claro de que es necesaria una respuesta que implica un cambio de muchos aspectos de la cultura de la sociedad y de su organización, entre otros aspectos, los que afectan al modelo productivo.
La innovación y el emprendimiento son piezas clave para que los países sean competitivos. Sin embargo, las administraciones y otras instituciones públicas tienen un ADN muy alejado de esta filosofía tanto en la toma de decisiones como en el funcionamiento de sus propias estructuras. Normalmente culpamos a los políticos de esta situación, que también lo son, sin embargo, hay otro colectivo más callado, pero que es la base de que las organizaciones públicas sean muy conservadoras, poco innovadoras y donde el intra-emprendimiento es prácticamente inviable: los funcionarios.
Los funcionarios y en particular a los altos funcionarios son una clase privilegiada en un mundo donde la inestabilidad laboral es cada día más habitual. Todo el mundo quiere ser funcionario (yo lo he sido durante 35 años) y debería poder ser así, pero la dinámica de competitividad de los países hace que esto, hoy día, sea un privilegio de clase. De casta que diría Pablo Iglesias desde Podemos. Los puestos vitalicios están desapareciendo y no es justo que una parte de la ciudadanía tenga unos derechos que a partir de unas oposiciones puedan disfrutar de por vida el sueño del puesto vitalicio.
Hasta a los políticos se les elige cada cuatro años. Sin embargo, a los funcionarios se les escoge de por vida y en la gran mayoría de los casos la valoración del rendimiento de los mismos es algo que solamente aparece en los discursos i no hay repercusiones reales en su seguridad, ni prácticamente en su salario.
A parte de una injusticia comparativa respecto a otros empleados, este estatus desincentiva a otras personas a asumir riesgos, como asumen los emprendedores. Para ser funcionario, se debería exigir un tiempo de experiencia laboral (10 años), y un límite de permanencia a los nuevos funcionarios (por ejemplo otros diez años). La Administración cambiaría radicalmente y la sociedad también, ya que estos tendrían que prepararse para un futuro tan incierto como para el resto de los mortales. Las administraciones y sus trabajadores públicos, tendrían sangre nueva permanentemente, que mirarían con otros ojos como estaría la sociedad en la que se encontrarán cuando vuelvan al mundo real.

Los emprendedores son los que más alto grado de riesgo de temporalidad tienen, aunque esta también afecta a los trabajadores y hasta a los políticos. ¿Por qué no la de los funcionarios? Es como si hubiese dos clases de trabajadores cuyo estatus serían el de material fungible y material inventariable.

jueves, 30 de abril de 2015

No es un problema de políticos perversos, sino de ciudadanos irresponsables

En este blog no suelo hablar de temas políticos, pero últimamente me tienta a hacerlo la situación del país.
En las elecciones generales de hace tres años, el Partido Popular estaba inmerso en un caso de corrupción generalizada, como era el caso Gürtel, que afectaba a buena parte de sus dirigentes. Sin embargo, los ciudadanos le dieron la mayoría absoluta.
En las recientes elecciones andaluzas, el partido socialista estaba sumido en un proceso de corrupción que afectaba a los más altos responsables de su etapa de gobierno anterior. Sin embargo, los ciudadanos le han dado la mayoría.
¿Cuál ha sido el mensaje de la sociedad a los partidos políticos?: Sigan ustedes por esa línea que nosotros les seguiremos votando!!.
Como en este país se ha de buscar algún responsable que no seamos nosotros mismos, es  lo que hemos hecho. Y no es esto, no es esto, como decía Ortega. No se trata de que la justicia actúe, que también. No se trata de que las instituciones sean inclusivas, como dicen Acemoglu y Robinson, para que las naciones no fracasen, que también. Se trata de entender que en una democracia, aunque sea de mala calidad, como es la nuestra, los responsables de su salud somos los ciudadanos.
No es concebible que en las dos situaciones anteriormente citadas, los dos partidos implicados no fuesen duramente castigados con una representación parlamentaria más allá de la residual. Sin embargo,  y lo que es más grave, en las encuestas aparecen todavía en lugares relevantes.
Parece que, menos mal, las cosas, aunque tímidamente, están empezando a cambiar y nuevos partidos aparecen en el panorama político con posibilidades de plantar batalla en las próximas confrontaciones electorales, con mensajes más claros frente a la corrupción. Los votantes hemos de valorar mucho más nuestro voto y castigar de manera contundente a los partidos para que cambien su forma de actuar. Porque los partidos son necesarios en una democracia y el PP y el PSOE deben recibir de los votantes un mensaje diferente y claro para facilitar la necesaria catarsis interna.

Tengo la convicción de que el correctivo no se aplicará en las próximas elecciones del mes de mayo. Sin embargo, creo que deberíamos tener claro que la solución está en nuestras manos, que no es un problema de políticos perversos, sino de ciudadanos irresponsables.

miércoles, 15 de abril de 2015

El emprendimiento como una moda

Algo está de moda cuando es un uso o una costumbre con popularidad en un lugar y en un momento determinado. Las modas son intrínsecamente pasajeras, de temporada, y no representan una necesidad vital para una sociedad. La eclosión del emprendimiento en nuestra colectividad en los últimos años ha hecho que muchas personas hablen de él como si fuese una moda. 
La explosión del emprendimiento en los últimos años ha coincidido temporalmente con la crisis y el enorme aumento del paro. Este auge nos pueda llevar a pensar que el crecimiento del emprendimiento ha sido consecuencia de la crisis económica y del incremento del paro. También podría pasar, que aunque se haya producido por la necesidad de supervivencia y no tenga las características de una moda, igualmente podría ser un fenómeno temporal que desapareciera cuando lo hiciese la crisis. 
Otra explicación de la explosión del emprendimiento, es que nuestra sociedad, y en particular la parte más joven de la misma, se está dando cuenta de que no es posible seguir haciendo las mismas cosas y de la misma forma que siempre y que es necesario buscar nuevas oportunidades para no quedarse fuera del futuro, tanto personal como socialmente. 

En cualquier caso, el empuje del emprendimiento no debe acabar como si fuese una moda, sino que debería generar la decisión colectiva de aprovechar la ocasión para consolidar el emprendimiento y convertirnos en una sociedad mucho más dinámica. Sería un error, aunque la tormenta de la crisis amaine, dejar perder esta oportunidad, entendiendo el emprendimiento como una moda.

martes, 31 de marzo de 2015

Peor para todos

La globalización y la crisis han producido un cambio en la distribución de la riqueza mundial que se concentraba en las sociedades occidentales. Su reparto ha cambiado y los países emergentes, en particular China, disponen de un poder que hace solamente unos pocos años no tenían. Esta nueva situación proyecta una imagen de decadencia relativa de Occidente, que afecta al dominio económico y a la influencia social y política que ejercía en todo el mundo.
También el bienestar se ha redistribuido, en un proceso de vasos comunicantes, a otras partes del planeta. Esto ha llevado a una pérdida de calidad de vida de las sociedades occidentales y especialmente a sus clases medias y bajas, que habían ido mejorando sus condiciones de vida de forma permanente desde la segunda guerra mundial.
La manifestación más próxima y evidente del cambio, ha sido la crisis del 2007 que hoy continúa enquistada en la sociedad occidental con una situación de paro y recortes, especialmente intensos en las sociedades del sur de Europa que al no poder competir en valor añadido, lo hacen bajando los salarios.
La solución, como siempre, está en la educación. Una educación como la finesa que se enfoca a que cada persona debe pensar en generar su propio espacio de trabajo y donde la creatividad y el emprendimiento han de ser los ejes de esta revolución.

Todo el sistema educativo y en particular las universidades han de cambiar de forma radical y no solamente los contenidos de los planes de estudio. El cambio que se avecina ha de ser radical y cultural y cuanto más tardemos en darnos cuenta de ello, peor para todos.