martes, 15 de diciembre de 2015

Rich versus King

En otro post anterior he hablado de las dificultades, o la casi imposibilidad, de obtener inversión de terceros (Business Angels o Capital Riesgo) para un proyecto emprendedor en la fase de idea o de modelo de negocio. En esta fase, son los propios emprendedores, también las 3F’s y excepcionalmente alguna plataforma de crowdfunding, quienes financian los primeros pasos de las startups.
En la siguiente fase, la de crecimiento, cuando ya hay un modelo de negocio validado, algún cliente y se crea la empresa, aunque es difícil, empieza a haber posibilidades de encontrar financiación privada para nuestra aventura, si esta es escalable. Estas dificultades, no solo existen en lugares donde el capital emprendedor es escaso, como en España, sino incluso en el paraíso de los emprendedores y de la abundancia de inversores, como es Silicon Valley, donde se financian menos de uno de cada 1.000 proyectos.
Todos los emprendedores que conozco, se lanzan a montar su proyecto emprendedor pensando en buscar financiación alternativa en cuanto sea posible ( incluso antes) y para ello preparan su Business Plan, una presentación en Power Point i el consabido Elevator Pitch. Sin embargo, no tienen en cuenta que la búsqueda les distraerá tiempo valioso de sus objetivos y que debido a que el riesgo es todavía alto en esta fase, los inversores le exigirán unas condiciones que pueden significar para los fundadores, la pérdida del control de la nueva empresa.
Hemos llegado a la situación de lo que llamó Noam Wasserman The founder’s dilemma, en donde los emprendedores deben escoger entre ser King versus Rich. En sus estudios, Wasserman encontró, que más del 50% de los fundadores habían perdido su poder frente al board de su empresa en 3 años. Un caso paradigmático es el de Steve Jobs, cuando tuvo que dejar Apple en 1985, vendiendo todas sus acciones (menos una), aunque luego fue llamado de nuevo para salvarla en 1997.
Controlar la compañía y al mismo tiempo hacerse rico, es excepcional, y por eso son conocidos estos casos extraordinarios, como el de Bill Gates con Microsoft o Amancio Ortega con Inditex y que podemos situar en el cuadrante inferior derecho de la figura inicial de este post (“exception”). Pero si ni se controla la empresa, ni se gana dinero, estaremos en una situación frecuente que corresponde al cuadrante superior izquierdo de la figura (“failure”).
Si se quiere mantener el control de la empresa y ser king, la entrada de inversores se ha de retrasar todo cuanto sea posible. Entre tanto, la financiación en esta fase ha de venir de los propios clientes que compran nuestros productos o servicios y excepcionalmente de préstamos participativos de instituciones, como por ejemplo ENISA.

Si el proyecto ya está consolidado, es escalable y además se pretende entrar en una fase de expansión, este sería el mejor momento para incorporar inversores, si es que se necesitan (Amancio Ortega nunca lo hizo), ya que se puede mostrar que el negocio funciona y que la incertidumbre ha disminuido respecto a las fases iniciales. En este momento, para el emprendedor es más fácil obtener financiación y a un mejor precio. De cualquier forma, en todo el proceso de creación, crecimiento, consolidación y expansión de un proyecto emprendedor, siempre hemos de tener presente el dilema de Rich versus King