lunes, 30 de noviembre de 2015

Emprender o no emprender

Las capacidades necesarias para ser un emprendedor, según la bibliografía, son innumerables. El emprendedor ha de ser visionario, resiliente, optimista, líder, trabajador, comunicador y un gran etcétera, que le convertirían en casi un Superman. Sin embargo, desde mi punto de vista, un emprendedor solamente necesita ser una persona normal con determinación para hacer lo que se ha propuesto y con una buena dosis de sentido común.
Hay muchas recomendaciones de cuando alguien puede emprender, pero casi ninguna de cuando no lo debe hacer. Es decir, de cuando una persona no debe lanzarse a una aventura emprendedora porque su perfil o su situación personal lo desaconsejan.
El primero de esos casos ocurre cuando el emprendedor tiene un temperamento propenso a angustiarse cuando las cosas no funcionan como estaba previsto. Y como en una aventura emprendedora, las cosas nunca funcionan como se había previsto, alguien que se estresa fácilmente ha de sopesar si sería aconsejable emprender. El perfil más evidente sería el de una persona que tiene problemas frecuentes para conciliar el sueño por cosas de importancia relativa.
Otro problema significativo puede ser la falta de compromiso por parte de la familia. Un proyecto emprendedor en sus inicios es muy absorbente y necesita toda la atención disponible y la no disponible. Esto puede hacer que las relaciones familiares puedan llegar a resentirse, por ejemplo, si no hay una complicidad de la pareja.
Otro factor es el económico. Como pasa en el juego, nunca se ha de apostar más de lo que uno tiene poniendo en peligro el patrimonio. Una solución en este caso es involucrar, si es posible, a otros socios que aporten el capital adicional que nos hace falta.
Otro último factor de riesgo que voy a mencionar aquí, es comenzar compatibilizando el proyecto emprendedor con un empleo. En este caso el rendimiento en el trabajo puede quedar afectado y las consecuencias pueden llegar a ser graves.
Por eso, en muchas ocasiones, embarcarse en un proyecto emprendedor es aconsejable prioritariamente para personas que no tienen unos compromisos económicos, familiares o laborales importantes. Este sería el caso de jóvenes recién titulados que tienen formación, energía, ilusión e imaginación y no tienen todavía compromisos importantes, y que en el caso de fracaso adquierirían una experiencia que servirá, sin duda, en su vida profesional o para emprender una nuevo proyecto emprendedor, esta vez con menos riesgo gracias a la experiencia adquirida en la anterior aventura. Es, por estas razones, que, aunque en nuestro entorno no se hace con suficiente intensidad, sería apropiado fomentar el emprendimiento universitario
En definitiva, cualquier persona normal con determinación y sentido común puede emprender. Sin embargo, hay personas que tienen unos perfiles y una serie de situaciones particulares que pueden hacer aconsejable tomar la decisión de emprender o no emprender.