viernes, 17 de septiembre de 2010

Son galgos o son podencos


Ayer, viendo un debate en televisión con políticos, sindicalistas y empresarios, sus argumentos me hicieron pensar como Occidente, y por tanto Europa y España, se desliza peligrosamente hacia la pérdida del poder intelectual, político, económico y militar que ha detentado durante siglos. 
La crisis actual, es consecuencia natural de esa in-actividad que tanto nos gusta disfrutar de estirar más el brazo que la manga, endeudándonos hasta los ojos (ciudadanos, entidades privadas y públicas), es un paso más en el camino hacia los infiernos.
Particularizando en España, el debate era en una cadena nacional, parece que todo el mundo juega al juego de los despropósitos: los partidos políticos en una pelea sin ningún fin y sin final, la administración instalando burocracia cuya última intención parece pretender que nada funcione y que en muchos casos consigue (para que luego digan que no es eficiente), los sindicatos anclados en el siglo pasado, las empresas jugando a la industria del mismo siglo que los sindicatos, ... y los ciudadanos permitiendo indolentemente que esto ocurra. El mundo cambia, está cambiando a una gran velocidad, Europa lo contempla y España dormita. La imagen que me sugiere toda esta escena, es la fábula de Tomás de Iriarte.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Una digestión demasiado pesada

China acaba de superar a Japón como segunda potencia económica mundial. Hace unos años el crecimiento de China se basaba en una mano de obra no especializada, muy barata que hacía atractiva la instalación de plantas industriales americanas, europeas o japonesas en suelo chino, deslocalizándolas de sus propios países.

La reacción occidental fue plantear la construcción de la sociedad del conocimiento como respuesta. Sin embargo, China también ha apostado por el valor añadido y ha pasado de ser la sede de la mano de obra barata a formar una enorme cantidad de ingenieros y científicos en unas  buenas universidades de las que varias de ellas ya figuran entre las 100 primeras del mundo. Adicionalmente, los chinos son disciplinados y trabajadores, tienen espíritu empresarial y una moneda artificialmente barata. Todo ello les permite exportar y ser competitivamente imbatibles.

Ortega en La rebelión de las masas decía que Europa reaccionaría cuando "... por ejemplo, la coleta de un chino asome por los Urales … ". Pues bien, los chinos ya han aparecido en forma de mercado, se han cortado la coleta de su tradición y empiezan a competir, no solamente en precios, sino también en tecnología.

En este marco general que está cambiando tan profunda y rápidamente, Europa sigue dormitando. La crisis ha provocado una importante recesión y el actual estancamiento es la consecuencia de su falta de empuje y competitividad, que está dando como resultado una disminución del poder europeo tanto político como económico en el escenario internacional y un progresivo riesgo de la pérdida del nivel de calidad de vida. El paro estructural ha aumentado significativamente, los salarios han ido perdiendo poder adquisitivo y los beneficios sociales, la gran bandera del modelo social europeo, están en peligro de sufrir un retroceso significativo.

Apostar por la sociedad del conocimiento y por la innovación, son condiciones necesarias, pero no suficientes. Europa no podrá competir sin espíritu emprendedor, sin asunción del riesgo, sin trabajar duramente. Si no se está dispuesto a competir (dos no compiten si uno no quiere) se puede pensar en cerrar los mercados a la competencia internacional. Peligrosa solución si nos atenemos a las consecuencias de esta experiencia en tiempos de la Gran Depresión.

Cuando tras la segunda guerra mundial Japón se llego a convertir en la segunda potencia económica mundial, se pudo asimilar el proceso en un entorno de crecimiento económico sostenido. La magnitud y la situación del caso japonés no es comparable al de China y aunque a largo plazo se pueden producir cambios sociales que afecten a su competitividad, la asimilación de China como gigante económico, será muy dura y difícil. Una digestión demasiado pesada para hacerla dormitando.