sábado, 31 de diciembre de 2016

Definiendo que es un team-up

El Free Dictionary define startup como: The action or process of setting something in motion. El Cambridge Dictionary define startup con un significado enfocado al mundo de los negocios como: A small business that has just been started.
Una acepción más precisa de la segunda definición podría ser la siguiente: Una startup es una empresa recientemente creada que desarrolla un producto, proceso o servicio innovador con una importante componente tecnológica, que suele tener un modelo de negocio escalable con un alto riesgo de fracaso.
En realidad, existen otras muchas definiciones de startup, lo cual quiere decir que no hay una que sea la buena. De hecho, no hay ninguna totalmente aceptada que nos determine cuando una startup lo es y cuando deja de serlo. Hay quien propone establecer unas métricas y unos valores para ellas a partir de los cuales podemos decir que estamos ante una startup o no, como, por ejemplo, su antigüedad, el crecimiento, los ingresos/beneficios, su valor, la innovación, la tecnología…
Alex Wilhelm de TechCrunch propone la regla de "50-100-500" para determinar si una empresa ha dejado de ser una startup. Esto ocurre si tiene más de 50 millones de dólares de ingresos anuales, 100 o más empleados y un valor de mayor de 500 millones de euros. El gobierno de la India considera que una startup es una empresa que tiene hasta 5 años de vida como máximo y que su volumen de negocio no excede de 25 crores (1 crore = 10.000.000 de rupias) en los últimos 5 años. No parece que ninguna de las dos propuestas sea suficientemente atractiva como para considerarla aceptable y generalizable a todo el mundo.
Desde un punto de vista emocional, una startup no viene determinada por el número de años que tiene, ni por su crecimiento, ni por otro tipo de métricas, sino por la pasión de sus fundadores motivados por hacer cosas que puedan cambiar el mundo. Una startup es un estado de ánimo donde la sensación de éxito o de fracaso cambia constantemente como una montaña rusa.
Una definición que ha tomado fuerza en los últimos años ha sido acuñada por el creador de la que yo llamo la Escuela de Stanford de Emprendimiento, Steve Blank, que dice que una startup es: An organization formed to search for a repeatable and scalable business model. Eric Ries de la misma Escuela de Stanford y creador de la metodología Lean Startup, define startup como: A human institution designed to deliver a new product or service under conditions of extreme uncertainty. Una característica común a las dos últimas definiciones, es que una startup no es una versión pequeña de una empresa.
Aunque no hablan de empresa, tanto Blank como Ries hablan de organización o de institución humana, sin embargo, en realidad no se puede hablar en estos términos de algo que todavía no está estructurado, como es un grupo o un equipo en formación. En este caso una startup sería en realidad un “team-up”.

Podemos reservar la palabra startup para lo que casi todo el mundo del emprendimiento entiende por ello, es decir, una empresa recién creada con las características arriba comentadas. De otra forma, cuando se crea un grupo de personas a la búsqueda de un modelo de negocio, si es posible escalable, a partir del desarrollo de un nuevo producto o servicio y en condiciones de gran incertidumbre, estamos definiendo que es un team-up.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Cada emprendedor tiene que subir por su particular escalera

Los autores y expertos en emprendimiento, hablan normalmente de que el proceso emprendedor implica cubrir una serie de etapas, fases o peldaños, cuyo orden debe respetarse.
Originalmente, la creación de una empresa pasaba por descubrir lo que se suponía que era una oportunidad, hacer un detallado Plan de Negocio, centrándose en la idea como núcleo y entonces lanzarse a poner en marcha el negocio yendo al notario para constituirla. Una vez creada la empresa, se descubría, frecuentemente, que se había gastado una gran cantidad de esfuerzo, tiempo y dinero para crear un producto o servicio que nadie quería y se tenía que escoger un camino alternativo sobre la marcha que en muchos casos significaba la muerte de la empresa.
Hace menos de una década se produce un cambio disruptivo y toma fuerza un nuevo enfoque que analiza el posible futuro negocio, basándose en el cliente como elemento central y no en la idea. Si la hipótesis de que la idea es atractiva para el cliente se confirma y da lugar a un buen Modelo de Negocio, el proyecto puede dar el paso para convertirse en una empresa y no antes.
Un grupo de emprendedores (a veces uno solo) que analiza una hipótesis antes de lanzarse a la piscina, es lo conocemos como una startup, que no es una empresa en pequeño, ni tan siquiera una organización, ya que la mayoría de las veces están desestructuradas y desorganizadas. Una startup es un experimento a la búsqueda de un Modelo de Negocio que funcione de forma sostenible y si es posible escalable. Así, el proceso de un proyecto emprendedor tiene ahora dos fases: 1) Encontrar un Modelo de Negocio viable interactuando con los potenciales clientes y 2) Montar la empresa y hacerla crecer
El primero en introducir este concepto hace una década fue Steve Blank en su libro The Four Steps to the Epifany, rompiendo con la tradición de que para crear una empresa había que encerrarse en un despacho a desarrollar un documento de 40 páginas y con esta hoja de ruta montar y gestionar la empresa.
La propuesta de Steve Blank de que un Plan de Negocio no servía para nada, creó escuela (yo la he llamado la Escuela de Stanford) y ha sido perfeccionada y detallada por personas como Eric Ries con la metodología desarrollada en su libro The Lean Startup, o Alex Osterwalder e Yves Pigneur con sus lenguajes para describir el Modelo de Negocio en sus libros The Business Model Canvas y Value Proposition Design. Otro autor relevante que introduce puntos de vista adicionales es Ash Maurya que en su libro Running Lean y recientemente Scaling Lean aporta interesantes ideas para mejorar la metodología de la creación y el crecimiento de los proyectos emprendedores.
Otros autores, han desglosado el proceso en más fases para proponer una hoja de ruta detallada a seguir por los fundadores. Es el caso de Bill Aulet que plantea un proceso de 24 pasos en su libro Disciplined Entrepreneurship y más recientemente Howard Love que presenta un proceso de 6 fases en su libro The start-up J curve.
Aunque todos los expertos plantean el proceso creativo como un itinerario estructurado en fases, escalones o pasos correlativos y bien definidos, esto no son más que consejos generales, ya que el empinado camino que hay que recorrer para conseguir que una startup llegue a ser una empresa sostenible, rentable y si es posible escalable, es un proceso no estándar donde cada emprendedor tiene que subir por su particular escalera.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

El Pacto de Socios Fundadores

En el post anterior hablábamos del Pacto de Socios Inversores que es el que normalmente se conoce como Pacto de Socios a secas y que es el que firman los emprendedores  con los Business Angels o con los Fondos de Capital Riesgo. Este pacto de socios se genera cuando ya la startup ha dejado de ser una startup en el sentido Stanford porque se ha convertido en una empresa y va a la búsqueda de financiación de inversores.
En este post quiero hablar de otro pacto de socios, el Pacto de Socios Fundadores que es anterior en el proceso de la construcción del proyecto emprendedor. Este documento es sensiblemente diferente del Pacto de Socios Inversores y su objetivo es establecer las reglas de juego de los miembros del equipo emprendedor.
El Pacto de Socios Fundadores es un documento que se ha de suscribir lo antes posible entre los miembros del equipo impulsor del proyecto y que después tendrán participación en la empresa cuando esta se constituya. Por eso, muchos de los acuerdos se redactan en futuro, ya que normalmente el proyecto emprendedor se encuentra en la fase startup. Sin embargo, aunque el pacto ya esté firmado, si la situación de la startup va evolucionando y todos los firmantes están de acuerdo, el documento se puede modificar adaptándolo a las nuevas situaciones, como por ejemplo, la incorporación de un nuevo emprendedor.
En este acuerdo no se trata solamente de las aportaciones dinerarias de cada miembro y de las participaciones que tendrá cada fundador cuando se constituya la empresa, sino también de la visión común de lo que ha de ser la empresa y de sus objetivos, de quien es el líder, del tipo de órgano gestor (Administrador único o Consejo de Administración) y de un listado de puntos detallados sobre cómo se pagará al socio que trabaja, cómo se articula la marcha de un socio, cómo se valoran las aportaciones no dinerarias y un conjunto de “Qué pasa si” de todas las situaciones posibles, como por ejemplo, qué pasa si los socios son pareja y se separan, qué pasa si los familiares de los socios quieren trabajar en la empresa. Un ejemplo de este tipo de documento se puede encontrar aquí .
La redacción del Pacto de Socios Fundadores, no es tan delicada jurídicamente como el de los inversores, pero sin embargo, yo recomiendo encarecidamente a los emprendedores que asesoro que firmen lo antes posible el Pacto de Socios Fundadores.

martes, 15 de noviembre de 2016

El Pacto de Socios Inversores

Siguiendo con la búsqueda de financiación del proyecto emprendedor, los inversores externos, como son los Business Angels (BA) o los Fondos de Capital Riesgo (FCR), suelen exigir por su aportación económica, condiciones que pueden parecer muy duras a los emprendedores.
Hay que tener en cuenta que el tanto por ciento de inversiones fracasadas suele ser del orden del 80% entre fallidas y “muertos vivientes”, proyectos estos últimos sin crecimiento que no generan retornos a los inversores y que generalmente solamente sirven para que la empresa sobreviva y pague los salarios de los trabajadores y de los propios emprendedores.
Ya que no son donaciones, sino inversiones para ganar dinero a través de las plusvalías generadas por la empresa, los inversores proyectan sus aportaciones en forma de capital, no para quedarse indefinidamente en la empresa y obtener retornos a través de los beneficios, sino para salir de ella en unos 5 a 7 años, vendiendo su participación y pensando en multiplicar por 10 su inversión inicial y con ello, además de ganar dinero, compensar las inversiones fracasadas.
Para que la empresa crezca, los inversores se han de asegurar que los emprendedores continúan trabajando por la empresa con ilusión y por eso no toman la mayoría del capital, ni tampoco toman una participación testimonial que no les compense mantener una mínima dedicación al seguimiento de la empresa y participar en los órganos de gobierno. Es decir, su participación suele estar situada entre un 15% y un 40% y el capital aportado, siguiendo las horquillas comentadas en el post anterior, está condicionado por la valoración de la empresa y por las expectativas de la misma.
Si los inversores no tienen la mayoría del capital, ¿Cómo pueden obligar a los emprendedores a tomar ciertas decisiones? La respuesta está en los acuerdos que los inversores exigen aceptar a los emprendedores en un documento conocido como Pacto de Socios Inversores. Por este documento los inversores toman el control de ciertas decisiones clave de la empresa, como la permanencia de los emprendedores en ella, el sueldo de los mismos, impedir la venta de participaciones de los emprendedores antes que las de los inversores, la obligación para los fundadores de vender su participación si los inversores lo requieren porque unos nuevos inversores quieren la mayoría o quedarse con toda la empresa, etc.
Dado que los inversores generalmente conocen bien los puntos que debe contener el Pacto de Socios Inversores para cubrirse de todos los riesgos posibles, los emprendedores harán muy bien en documentarse o buscar un abogado especializado en estos temas para ayudarles en la redacción de este documento y de esta forma evitar un acuerdo desequilibrado a favor de los inversores.
El Pacto de Socios Inversores es muy diferente al Pacto de Socios Fundadores, acuerdo este, que también se aconseja firmar a los emprendedores entre si cuando empiezan a impulsar el proyecto emprendedor, y en el que se trata de establecer las reglas de juego entre los miembros del equipo emprendedor.
El planteamiento, por parte de los impulsores de un proyecto emprendedor, de una inversión externa, es algo que puede ser muy comprometido para el futuro de la empresa. Esta decisión se debe tomar cuando la continuidad de la empresa peligra por falta de financiación o cuando se plantea una expansión, por ejemplo, internacional. Sin embargo, la decisión se ha de tomar con tiempo suficiente (de tres a seis meses) para negociar con tranquilidad y no estar en una situación de debilidad determinada por la urgencia de disponer de los fondos necesarios.

La entrada de inversores externos puede significar perder el control de la empresa, por eso, si es posible, aunque el crecimiento sea más lento, los emprendedores han de considerar que los mejores financieros de su empresa son los clientes que no te obligan a firmar el Pacto de Socios Inversores.

lunes, 31 de octubre de 2016

La financiación ha de venir de los clientes

Una vez completada la primera fase de arrancada del proyecto emprendedor, que normalmente ha estado financiada por dinero propio de los fundadores o de su entorno de influencia emocional, entramos en la segunda fase cuyo primer objetivo es la consolidación del proyecto y que empieza cuando el modelo está validado y se tienen los primeros clientes.
En esta segunda fase, donde normalmente la financiación procede de dinero externo, el proyecto emprendedor ya no es una startup en el sentido de la Escuela de Stanford, sino que se ha convertido en una empresa que ha de estar constituida, generalmente una Sociedad Limitada.
Para esta segunda fase, existen diferentes fuentes de financiación tanto públicas, como privadas. Quizás uno de los mejores instrumentos son los préstamos participativos y en particular aquellos que no son convertibles en participaciones para el prestamista. Un ejemplo interesante son los préstamos de ENISA, que además de no ser convertibles, tampoco exigen avales. Este tipo de préstamos públicos se llaman, por sus buenas condiciones para los emprendedores, préstamos blandos, lo que sí hay que hacer una ampliación de capital complementaria por parte de los emprendedores o de otras fuentes, como prueba de que el proyecto tiene credibilidad.
Una fuente frecuente en esta fase de financiación alternativa (se conoce así a la financiación no bancaria) son los Business Angels (BA). Los BA son normalmente personas no profesionales de la financiación, pero que han sido o son emprendedores o ahorradores particulares que disponen de un cierto capital que están dispuestos a invertir y arriesgar. Las cantidades que suelen invertir los BA suelen estar entre 50.000 a 200.000 euros, todo ello por una participación del 15 al 35%.
Otra fuente de financiación en esta fase de consolidación o en la siguiente de crecimiento, son los Fondos de Capital Riesgo (FCR). Los FCR son organizaciones gestionadas por profesionales de la financiación y que suelen tener un rango de inversiones entre los 200.000 y los 2.000.000 de euros. Los FCR normalmente invierten cuando el proyecto ya está más maduro y consolidado, con unas muestras claras de crecimiento.
A caballo entre las dos fases ha aparecido una vía de financiación externa que puede aportar dinero para proyectos de orientación social o por su creatividad, es el Crowdfunding, el cual consiste en exponer el proyecto en una plataforma web especializada y donde los usuarios de la misma hacen aportaciones por una recompensa que puede ser muy diversa, como por ejemplo aparecer como financiador si es un proyecto artístico o social, o de tener un primer producto muestra resultante del proyecto. Hay otro tipo de Crowdfunding, Crowdfunding Equity, orientado a financiar proyectos de la fase de consolidación de la empresa en el que las aportaciones acaban alcanzando niveles totales similares a los de la financiación de BA o incluso de FCR.

Todo lo anterior está muy bien, Sin embargo, últimamente está consolidándose la tendencia de prescindir, si es posible, de la búsqueda de financiación por inversores externos que acaben limitando la libertad de los emprendedores. Si esto es así, ¿De dónde pueden conseguir los emprendedores el dinero externo para la financiación de su proyecto? La respuesta es clara: La financiación ha de venir de los clientes.

sábado, 15 de octubre de 2016

La Financiación inicial es una componente más del esfuerzo para arrancar un proyecto emprendedor

Quiero abordar aquí un elemento como es la financiación inicial, que en muchas ocasiones se valora como el más importante e imprescindible del ecosistema emprendedor para tirar un proyecto adelante. Sin embargo, muchas otras visiones colocan el dinero como un elemento más secundario.
La financiación en emprendimiento, en general tiene dos tipos de fuentes bien diferenciadas: La del dinero interno y la del dinero externo. Entiendo por dinero interno la fuente de financiación que procede del círculo de influencia emocional del emprendedor y por dinero externo el que procede de fuera de ese entorno. Las dos fuentes coinciden generalmente con las dos fases de arranque y maduración del proyecto emprendedor.
En la primera fase, cuando estamos gestando la idea de negocio o el modelo de negocio y todavía no tenemos clientes, es muy difícil obtener dinero externo, porque pocos se arriesgan en este estadio del proyecto. Por tanto es mejor no perder el tiempo y financiar el proyecto con recursos propios o de las FFF (Family Friends & Fools) donde también incluyo a los Fools dentro del círculo de influencia emocional del emprendedor.
A veces hay tipos de proyectos que no requieren demasiado capital para empezar (como por ejemplo los de software), sin embargo, todos necesitan una gran dosis personal de dedicación, empuje y también dinero, aunque sea poco. En realidad, la Financiación inicial es una componente más del esfuerzo para arrancar un proyecto emprendedor.

viernes, 30 de septiembre de 2016

El mentoring de expertos es muy importante para la Facilitación del emprendimiento

Una vez el emprendedor ha tomado la decisión de lanzar su proyecto, es muy conveniente y a veces imprescindible, disponer de ayuda. La Facilitación en emprendimiento puede significar el éxito al allanar el camino o lubrificar la superficie por donde evoluciona el proyecto. Además de  eliminar obstáculos también está ayuda puede aumentar la velocidad del proceso.
Para ello, una de las opciones más importante es la de disponer de mentores que puedan actuar como consejeros del proceso. Estos tutores han de ser emprendedores expertos que hayan tenido experiencia personal de éxito y especialmente de fracaso, al poner en marcha aventuras emprendedoras. Un proyecto emprendedor es un proceso experimental como en la investigación científica donde necesitamos confirmar nuestras hipótesis, por eso son muy importantes expertos que nos ayuden, personas que conocen donde se producen las equivocaciones, porque las han vivido en carne propia. Como decía Niels Bohr “Un experto es una persona que ha cometido todos los errores que se pueden cometer en un determinado campo” y aun así nunca se puede asegurar que es lo que puede pasar, porque como decía el mismo Nobel de Física “Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro”
Otra herramienta de Facilitación consiste en la creación de entornos donde los emprendedores tienen sus propios lugares de trabajo y comunicación con otros emprendedores, creando un ambiente propicio entre gente con sueños semejantes y con parecidos problemas. Estamos hablando de espacios de coworking como son las incubadoras y las aceleradoras. En estos entornos de relación se generan interacciones y networking, sesiones de formación y también acuden Business Angels para buscar proyectos financiables.
Las actuaciones de soporte pueden estar gestionadas por ayuntamientos, universidades, fundaciones, asociaciones empresariales o redes de inversores y de las cuales el mentoring de expertos es muy importante para la Facilitación del emprendimiento. 

jueves, 15 de septiembre de 2016

La Formación puede ser clave para evitar los errores más frecuentes de los principiantes

Siguiendo con el tema de la Formación, en el post anterior hablábamos del cambio tan radical que se ha producido desde hace una década en el enfoque de la formación para lanzar un proyecto emprendedor. También comentaba que la formación no ha de ser necesariamente ni muy intensa, ni muy extensa.
La formación en emprendimiento se ha de hacer en todos los niveles de la educación reglada, desde la primaria hasta la universidad. Sin embargo, también se ha de impartir en la enseñanza no reglada, como en cursos abiertos para todo tipo de ciudadanos, como personas que no tienen trabajo o simplemente personas que quieren empezar una nueva aventura vital.
La formación se puede realizar en cursos y seminarios de un número limitado de horas, pero tiene que tener como tutores personas que hayan emprendido y si es posible que hayan fracasado alguna vez.
Los conocimientos básicos de emprendimiento se pueden aprender en cursos presenciales o en MOOC’s de plataformas, como por ejemplo, Udacity, Coursera o edX, o en libros de referencia como: The Startup Owner’s Manual, The Lean Startup, The Business Model Generation, Running Lean, Disciplined Entrepreneurship (la mayoría también en castellano), pero el verdadero aprendizaje se adquiere emprendiendo y fracasando.
Las líneas básicas se pueden transmitir para evitar equivocaciones que aparecen en una buena parte de casos, como por ejemplo, no hacer un pacto de socios fundadores (diferente al pacto de socios inversores) o intentar recorrer el camino sin preguntar a posibles clientes sobre nuestro modelo de negocio.
En la universidad, que es el entorno que más conozco, hay muchas herramientas para formar a los estudiantes, como por ejemplo, conferencias, seminarios, cursos, asignaturas optativas (2 o 3 créditos podrían ser suficientes), trabajos finales de grado unipersonales con una parte de emprendimiento o realizados conjuntamente entre estudiantes de diferentes facultades.
Un problema que se detecta en las universidades españolas, es que la responsabilidad de liderar la formación en emprendimiento, normalmente suele recaer en un profesor funcionario que en una buena parte de los casos no ha creado nunca, ni tan siquiera lo ha intentado, una empresa. Eso no es lo que pasa en las universidades americanas de referencia, donde el emprendimiento es responsabilidad de personas que tienen una larga experiencia emprendedora. Adicionalmente, las personas que gestionan estos temas son también PAS contratados o funcionarios y todo ello en el entorno de una institución en que la empresa y el emprendimiento, no son precisamente sus prioridades.
Es necesario cambiar este enfoque copiando o adaptando estrategias de otros sistemas y modelos internacionales que ya funcionan. Hay que insistir en que, aunque no sea la solución definitiva, para emprender, la Formación puede ser la clave para evitar los errores más frecuentes de los principiantes.

miércoles, 31 de agosto de 2016

La Formación en emprendimiento ha dado un giro radical

En el proceso de aproximarse progresivamente a los emprendedores nos acercamos ahora al ámbito de la Formación.
Hasta hace una década, la formación de los emprendedores tenía una orientación similar a la de un MBA. Una formación que había nacido para gestionar empresas a principios del siglo pasado y cuyo objetivo era administrar una compañía basándose en un plan estratégico diseñado para ser ejecutado en unos cuantos años.
De esta misma manera, la formación de emprendedores se orientaba a generar y gestionar un Plan de Negocio a partir de la idea del propio emprendedor, Plan de Negocio que no era otra cosa que un Plan Estratégico para una posible empresa que todavía no se había creado o que no se sabía exactamente hacia donde podría ir.
Hace unos diez años, Steve Blank rompe con la tradición y afirma que no se puede hacer un Plan de Negocio de algo que no se sabe cómo funcionará, ni tan siquiera si tendrá quien compre sus productos o servicios. La frase de Blank era: “No hay Plan de Negocio que sobreviva al primer contacto con los clientes”. No es la formación tipo MBA la adecuada para empezar una startup, porque una startup no es una empresa en pequeño, sino una organización a la búsqueda de un Modelo de Negocio viable.
El cambio de paradigma ha virado, de centrarse en la idea del emprendedor, a enfocarse en las necesidades de los clientes, de soñar el producto a pensar en el problema. Es decir, no hace falta empezar diseñando un gran apartado Financiero para un Plan de Negocio si todavía no se sabe si los posibles clientes estarán dispuestos a pagar y cuanto, por nuestra solución.
La Formación para empezar una startup ha de estar dirigida a la generación de clientes y no a aprender las materias que incluye un grado en ADE o un MBA. Con unas ideas generales de actuación y el conocimiento de un conjunto de técnicas para saber si los posibles clientes estarán interesados en comprar nuestro producto o servicio, aún sin haberlo terminado, sería suficiente.

En lugar de un Plan de Negocio, la que yo llamo la Escuela de Stanford de Emprendimiento, liderada por Steve Blank y seguidores, como Eric Ries, Alex Osterwalder o Ash Maurya, propone, que a partir de la idea inicial, se empiece a trabajar con un esquema básico de hipótesis que recojan concisamente los puntos fundamentales de la futura empresa, es el Modelo de Negocio. Estas hipótesis se plasman en un lienzo de papel (el canvas) dividido en una serie de bloques (9 en los dos canvas más utilizados) que corresponden a los apartados fundamentales del Modelo de Negocio y sobre el que se van haciendo los cambios consecuencia de contrastar nuestras hipótesis con las respuestas de los posibles clientes. Estas modificaciones se hacen de forma iterativa hasta validar el Modelo de Negocio siguiendo la revolución de la metodología Lean Startup. Como consecuencia de este cambio de paradigma, en los últimos años la Formación en emprendimiento ha dado un giro radical.

lunes, 15 de agosto de 2016

El momento de impulsar el Fomento del emprendimiento

En los dos últimos posts hemos hablado de la Concienciación y de la Facilitación del emprendimiento. En este, vamos a hablar sobre el Fomento del mismo, entendiendo como tal el conjunto de acciones dirigidas a colectivos que ya tienen una predisposición a lanzar sus propios proyectos emprendedores. Estas acciones de Fomento, al contrario que en la Concienciación y la Facilitación, requieren una voluntad de participación por parte de los colectivos a los que van dirigidas.
Las actividades más frecuentes en este ámbito pueden ser muy diversas, como por ejemplo,   congresos, concursos, ferias, fórums, reuniones, charlas, conferencias de gurús, etcétera. Muchas de estas actividades también generan un ambiente propicio a la creación de contactos que promueven el intercambio de enriquecedoras experiencias personales entre emprendedores.
Podríamos decir que una vez la sociedad está concienciada y que se han eliminado las barreras fundamentalmente administrativas para impulsar la Facilitación, nos podemos dirigir, mediante acciones focalizadas de Fomento, a los potenciales emprendedores, con el objetivo de alentarlos a crear sus propias startups.
No solo temporalmente podemos ordenar los diferentes ámbitos de actuación, sino que estos también se caracterizan por la apertura del enfoque hacia los colectivos a los que se dirigen. Podemos diferenciar esta apertura desde las actividades desenfocadas dirigidas de forma global a toda la sociedad, como es el caso de las iniciativas de Concienciación, que incluyen incluso a los que no tienen ninguna intención de emprender, pero que valorarían positivamente a los que sí lo quieren hacer, a enfocarnos en un colectivo más concreto, como en el caso de las actividades de Fomento, que se dirigen a aquellos que piensan en crear su propia empresa o incluso a los que ya han empezado a hacerlo.
En el ámbito de las acciones de Fomento, los actores están más cerca de los sectores a los que se dirigen. Estas estructuras pueden ser locales y diversificadas, tanto privadas, como organizaciones empresariales, redes de Business Angels o asociaciones y fundaciones, como instituciones públicas, por ejemplo, ayuntamientos o universidades.

Si la sociedad se conciencia de que el emprendimiento no es solamente una oportunidad personal para quien emprende, sino que también es una ocasión para la propia sociedad y además hay una voluntad clara por parte de los legisladores de facilitar la creación de empresas eliminando las barreras administrativas, es el momento de impulsar el Fomento del emprendimiento.

domingo, 31 de julio de 2016

La Facilitación de la creación de nuevas empresas

Para impulsar la transformación de un país hacia una sociedad emprendedora, la Facilitación es un requisito imprescindible que consisite en todas aquellas acciones que llevan a allanar el camino para crear nuevas empresas. La facilitación es un proceso que busca simplificar y si es posible eliminar las trabas, fundamentalmente legales, administrativas y burocráticas, para que el emprendimiento funcione con la mayor agilidad posible.
En España, lo que realmente se necesita, es una potente allanadora que destruya todos los constantes obstáculos que la burocracia ha ido colocando en el camino. Los cambios precisos e ineludibles son esencialmente legales. Hay que eliminar trámites e intermediarios innecesarios para poder crear empresas y para cerrarlas, de forma ágil. También sería muy conveniente mejorar las condiciones fiscales de las nuevas empresas y de los procesos para su financiación.
Crear una empresa en este país implica superar un cúmulo de barreras superfluas que sustraen tiempo y dinero del que carecen a aquellos que quieren arriesgarse a crear riqueza. En el otro lado, están los que construyen los muros que protegen, en forma de estructuras administrativas del siglo pasado, el poder y los privilegios de intermediarios inútiles, como los registros mercantiles o los notarios, cuya existencia y funcionamiento no tienen ningún sentido en una sociedad digital. La solución no es difícil, solamente se necesita copiar o adaptar los procedimientos que ya funcionan en una buena parte de los países avanzados que crean un mayor número de nuevas empresas. Adicionalmente, los mencionados intermediarios introducen una complejidad regulatoria que implica la necesidad de contratar servicios legales de terceros, los cuales encarecen, todavía más, el proceso creativo de manera notable, en particular cuando las nuevas empresas son startups de jóvenes emprendedores.
Según el Banco Mundial, en este año 2016, España ocupa el lugar 82 por la dificultad de crear una nueva empresa, aunque la facilidad para hacer negocios ha mejorado sensiblemente desde el año 2014 donde ocupaba el lugar 52, al 33 que ocupa en la actualidad.
En principio, las facilidades para crear empresas deberían ser iguales o similares en toda la Unión Europea. De hecho, según la Comisión Europea, todos los ciudadanos de la Unión tienen derecho a crear su propia empresa en cualquier país miembro, o a crear una sucursal o filial de una empresa ya existente en otros países miembros de la Unión, recomendando a cada Estado que cumplan una serie de objetivos en materia de trámites y de costes que España, entre otros, no cumple. Entre ellos, la Unión pide:
 -  Que el tiempo para crear una empresa no supere como máximo los tres días. 
 -  Que el coste no supere los 100 €. 
 -  Que todos los trámites se puedan hacer a través de un único organismo. 
   Que sea posible completar online todas las formalidades de registro.
 -   Que pueda hacerse el registro online de una empresa desde otro país de la UE.
La globalización nos lleva inexcusablemente a una liberalización y agilización del proceso de creación de nuevas empresas, en la línea que aconseja la Unión Europea. El gobierno tendría que utilizar estos consejos como argumentos para realizar un cambio regulatorio en profundidad para la facilitación de la creación de nuevas empresas.

viernes, 15 de julio de 2016

Impulsar la Concienciación

Para que un país pase de una sociedad del conocimiento a una sociedad del emprendimiento es necesaria la concurrencia de diferentes procesos, como son: La Concienciación, la Facilitación, el Fomento, la Formación, el Soporte, la Financiación y la Aceleración. En cada uno de estos ámbitos hay diferentes actores principales que deben intervenir si se quieren alcanzar buenos resultados.
El ámbito más general es la Concienciación que actuaría como el abono que haría germinar la cultura del emprendimiento. El actor principal en este caso ha de ser la Administración que es quien debe utilizar todos los instrumentos a su alcance para diseminar el valor del emprendimiento como base del futuro. Sus herramientas van desde la intervención en la programación de las televisiones públicas, hasta el discurso político, pasando evidentemente por los presupuestos generales.
Un ejemplo cercano han sido y son los programas de la TVE como “Tu oportunidad” hace un par de años en un prime time y en la actualidad  “Emprendedores”.
Sin embargo, una acción clave es el discurso político que alabe permanentemente los valores de los emprendedores, como la búsqueda de oportunidades, el esfuerzo y la tenacidad para conseguir sus objetivos o la asunción de riesgos, y proponer estas actitudes como ejemplo para la sociedad y hacerlo de forma permanente con la presencia y la intervención en los medios, actos, cursos, congresos, etc. Por ejemplo, la presencia hace un par de semanas de Barak Obama en el Global Entrepreneurship  Summit en Stanford refuerza una cultura que ya existe en Silicon Valley pero resuena en todo EEUU y en el mundo con sus palabras como: “Part of this summit’s job is to make sure we are putting more tools, more resources into the hands of these folks who are changing the world”.
Es en nuestro país donde hace falta concienciar a la sociedad con actuaciones políticas que deberían ser continuas. Solamente el Rey hace intervenciones frecuentes con referencias a la necesidad de emprender para mejorar las situaciones personales, así como para regenerar la sociedad. El problema está en nuestros políticos electos, que deberían estimular esta cultura pero ellos mismos no tienen la mentalidad necesaria para hacerlo y en ese caso la pregunta sería ¿Cómo romper ese círculo vicioso de concienciar al teórico "concienciador"? Y sin embargo, para que el país consiga ser una sociedad del emprendimiento es necesario encontrar un camino para impulsar la Concienciación.

jueves, 30 de junio de 2016

Cabreado y desconcertado

En las elecciones de este domingo ha vuelto a ganar de nuevo el PP. Creo que un partido de derechas en este país es necesario y conveniente, pero el PP en la actualidad no es el partido de derechas moderno que necesita España, es el partido de la corrupción generalizada.
No entiendo a esta sociedad, mi sociedad. No solamente no les ha dado un voto de castigo para que hagan una catarsis interna que expulse a los corruptos fuera de sus filas, sino que les ha premiado por robar. Ante los resultados electorales del domingo, el mensaje que el país está dando al PP es el siguiente: “Sigan ustedes robando que nosotros les seguiremos votando”
No dejo de preguntarme porque casi ocho millones de electores le han dado otra vez el voto a esta gente. No entiendo porque me mortifican estos electores dejando que me sigan robando. Si la ley electoral me permitiese dar votos en negativo o en negro. Mi voto en negro sería para el PP. Lo necesita el país, lo necesito yo y también lo necesita el propio PP (aunque no lo parezca).
En la independencia de Cataluña, yo soy firme partidario de permitir el referéndum, ya lo he dicho en este Blog varias veces, hay ciudadanos catalanes que votarían Sí a la independencia, al “Catxit”, con el corazón y también hay catalanes que votarían NO con el corazón. En este momento post-electoral, si pudiese, yo votaría SÍ a la independencia, pero no con el corazón, sino con la cabeza. Es la única manera de escapar de una sociedad a la que quiero, pero a la que racionalmente no comprendo y que este domingo me ha dejado cabreado y desconcertado. 

miércoles, 15 de junio de 2016

Quizás el reto es inabordable

Desde que Max Weber propone la burocracia como la herramienta para racionalizar y estructurar la administración pública y hacerla más eficiente, han pasado muchas cosas. Con el devenir del tiempo, las administraciones descubrieron que la burocracia era una herramienta de dominio i tejieron una red de poder en la sombra, que ni los políticos electos mejor intencionados han podido desmontar y donde, además, son ellos los que finalmente aparecen como responsables. Una posible esperanza es que hoy en día, la burocracia tiene una connotación peyorativa de inmovilismo e ineficacia y la dinámica de los países modernos está avanzando en sentido contrario.
La mejor sátira sobre esta situación, es aquella magnífica serie británica de TV titulada “Yes Minister”. En uno de los capítulos, el alto funcionario (Sir Humphrey) responde al ministro que quiere recortar el número de funcionarios, que la importancia de un ministerio está en su cantidad y no en lo que hagan, por tanto lo que ha de proponer es tratar de aumentar su número.
El problema no es solamente el coste directo del aumento de funcionarios, sino que se ha de justificar alguna función para ellos y si es posible (que siempre es posible) inútil. Estas funciones consisten en hacer perder el tiempo y el dinero a los ciudadanos al obligarles a pedir de forma repetida en algún negociado de la propia administración, originales en papel, de todo tipo de documentos, como certificados, permisos, avales, escrituras, formularios, registros, autorizaciones, y un largo etcétera, para presentar en algún otro negociado, como notarías, registros mercantiles, delegaciones de hacienda, seguridad social, ayuntamientos, diputaciones, etc.
Para cualquier persona que sepa algo de automatización de procesos administrativos, estaría claro que el problema no es técnico Si en verdad existiese la voluntad política de solucionarlo, las TIC podrían permitir eliminar o minimizar la burocracia, siempre que los “Sir Humphrey” de turno no paralizasen cualquier iniciativa en este sentido.
Crear muchas nuevas empresas es uno de los retos más importantes de nuestra economía. Sin embargo, mi mala experiencia con la burocracia, que viene de lejos, ha sido en estos últimos meses, en los que hemos intentado y finalmente logrado crear una empresa, simplemente nefasta.

No me cabe duda de que la burocracia en nuestro país es una de las grandes rémoras que impiden que nuestra sociedad adquiera un grado de eficacia capaz de hacerla competitiva internacionalmente. Ahora que estamos de nuevo en campaña electoral, algún partido político debería hacer una propuesta de atacar frontalmente este desafío. Sin embargo, nadie lo hace. Quizás el reto es inabordable. 

martes, 31 de mayo de 2016

Son los emprendedores los que crean empresas y son estas las que generan empleos

Recientemente hemos acabado la impartición de este MOOC de emprendimiento titulado “Com crear la teva empresa” para estudiantes y alumni de todas las universidades públicas catalanas.
Los resultados del curso han sorprendido al equipo académico, ya que no esperábamos más allá de unos 300 o 400 inscritos, debido a que era un MOOC para universitarios, en catalán y en una plataforma poco conocida (UCATx) para las universidades catalanas. Sin embargo, la respuesta, ha sido de más de 950 estudiantes.
De esta experiencia y de otras propias, así como de las de otros compañeros, parece que la situación está cambiando y los universitarios empiezan a concienciarse que han de explorar otras vías profesionales diferentes a las de ser funcionarios, como lo fuimos otras generaciones, o trabajar en alguna empresa en condiciones de alta estabilidad laboral y con buenos salarios. Los expertos vaticinan que la desaparición de una gran parte de la clase media que se ha producido durante la crisis económica, no es algo pasajero.
Los universitarios empiezan a concienciarse de que emprender puede ser una opción de futuro aunque sea haciéndolo por necesidad en vez de por oportunidad. En la encuesta que hemos pasado en el MOOC, el 85% de las respuestas manifestaban su intención de crear su propia empresa. Naturalmente, los alumnos del curso eran personas predispuestas, pero en una encuesta reciente realizada por AXA y que resume El País aquí da unas cifras de que  casi un 27%  de los universitarios tiene la intención de crear su propia empresa.
La concienciación es un proceso lento de resultados a largo plazo y de difícil medida, pero parece que los estudiantes universitarios perciben que la sociedad camina hacia un modelo diferente del que hemos disfrutado los mayores. Se trata de una concienciación reactiva a las perspectivas de futuro que se les presentan a los jóvenes.
Reactiva o proactiva, es necesario impulsar la concienciación de la sociedad desde las instituciones públicas ya que las entidades privadas de forma directa lo que quieren es recolectar los beneficios del emprendimiento y la concienciación no los proporciona ni directamente, ni de forma inmediata. Por esta razón, existen agentes como Business Angels, aceleradoras, capital riesgo, etc. para las siguientes fases del emprendimiento, como por ejemplo la financiación.
La concienciación debería enfocarse para toda la sociedad, a fin de crear un entorno adecuado y proclive a ver que el emprendimiento significa retornos para la propia sociedad y en particular para un mejor mercado laboral. No olvidemos que son los emprendedores los que crean empresas y son estas las que generan empleos. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Algún Romanones que lo tiene congelado

En el post anterior hacía referencia a los costes y las trabas administrativas existentes para crear una nueva empresa en este país y que cuando la empresa recién creada fracasa, cosa que suele ocurrir con frecuencia, el problema se puede convertir en un drama legal y administrativo.
En algún momento de lucidez a alguien en algún ministerio se le ocurrió una solución, aunque parcial y limitada al ámbito educativo. Esta idea dio lugar a la disposición adicional novena de la Ley 14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización.
En dicha ley aparecía el articulado correspondiente a la llamada miniempresa o empresa de estudiantes con las siguientes características:
1. La miniempresa o empresa de estudiantes se reconoce como herramienta pedagógica.
2. Reglamentariamente, se determinarán los requisitos, límites al estatuto de miniempresa o empresa de estudiantes y los modelos que facilitarán el cumplimiento de sus obligaciones tributarias y contables.
3. La miniempresa o empresa de estudiantes deberá inscribirse por la organización promotora del programa miniempresa en el registro que se habilitará al efecto, lo que permitirá a la miniempresa realizar transacciones económicas y monetarias, emitir facturas y abrir cuentas bancarias.
4. La miniempresa o empresa de estudiantes tendrá una duración limitada a un curso escolar prorrogable a un máximo de dos cursos escolares. Deberá liquidarse al final del año escolar presentando el correspondiente acta de liquidación y disolución.
5. La miniempresa o empresa de estudiantes estará cubierta por un seguro de responsabilidad civil u otra garantía equivalente suscrito por la organización promotora.
Aunque la ley planteaba la miniempresa como un instrumento educativo, la iniciativa podría permitir hacer funcionar un proyecto emprendedor como si fuese una empresa durante dos años. Esta experiencia podría permitir saber si un proyecto emprendedor tenía recorrido y hacer posteriormente un traspaso suave para crear la empresa definitiva o  si por el contrario se debía abandonar.
Esta iniciativa podría haber sido una magnífica experiencia para fomentar el emprendimiento y la creación de nuevas empresas entre los estudiantes y si fuese un éxito, extenderlas a toda la sociedad.
Sin embargo, las iniciativas innovadoras en la Administración tienen poco recorrido en este país, siempre es más probable pararlas que ponerlas en funcionamiento.
Como decía el Conde de Romanones: Ustedes hagan la ley y déjenme a mí el Reglamento. Pues bien, desde hace más de dos años y medio, el reglamento que debería regular estas miniempresas está en manos de algún Romanones que lo tiene congelado.

sábado, 30 de abril de 2016

El problema es la burocracia















Hace ya algún tiempo que me dedico a fomentar y formar a jóvenes, especialmente universitarios, en la creación de startups en el sentido Stanford (es decir, proyectos emprendedores que todavía no son empresas) y cuyo objetivo es constituirse como una sociedad, generalmente una SL.
A pesar de que la propaganda oficial habla de que en España, la constitución de una empresa es un proceso que se ha agilizado tanto que es posible constituir una SL en un día, esta afirmación dista mucho de la realidad, ya que tener todo el proceso acabado puede costar fácilmente alrededor de un mes.
Recientemente, he creado una SL con otros socios y he comprobado que es una carrera de obstáculos que podrían ser evitables si realmente existiese voluntad de agilizar/eliminar unos procesos y trámites, que pueden significar la pérdida de un sinfín de horas para entender los modelos de formularios, rellenarlos y presentarlos.
Entre todos estos trámites están el de obtener el nombre en el registro mercantil, redactar unos estatutos y poderes para los socios, abrir una cuenta corriente y depositar un mínimo de 3000 euros (cuenta con la que no puede operar hasta que no esté la sociedad constituida y registrada), constituir ante notario la empresa para tener la escritura, registrar dicha escritura en el Registro Mercantil, obtener el CIF de la empresa, obtener certificado digital, inscribir la empresa en la seguridad Social para de alta a los trabajadores, …
La solución alternativa consiste en hacer el proceso a través de una gestoría asumiendo sus costes y una cierta inversión en tiempo. Todo ello, costes y costas, puede significar una cantidad nada despreciable para una nueva empresa formada por unos cuantos jóvenes.
El problema es que todo este proceso destila un rancio olor a una administración del siglo XIX, del Vuelva usted mañana “Larriano” con un barniz, solo un barniz, de modernidad. Cuan fácil sería diseñar un sistema telemático en el que se entraría la información una sola vez y donde los diferentes organismos públicos tomasen la información que necesiten !!
He criticado el proceso de apertura, pero frecuentemente la empresa creada fracasa y no pueda seguir adelante. Es entonces cuando aparece otro calvario de tiempo y costes para cerrarla.
Si nuestra sociedad quiere ser competitiva necesitamos crear empresas y para ello se precisa una Administración que ayude y agilice y no que entorpezca, una Administración transparente para el usuario.  El problema no es técnico, resolver eso sería fácil, el verdadero problema son las mentalidades de nuestros políticos para quienes esto no es una prioridad y los funcionarios y otros burócratas como notarios o registradores para quienes sí es una prioridad mantener el estatus quo. Como pasa con tanta frecuencia en nuestra sociedad el problema es la burocracia.

viernes, 15 de abril de 2016

Imaginación y determinación, dos elementos clave para emprender









En el post anterior hablaba del emprendedor como artista-creativo y en este continuamos con el tema. La imaginación de una persona es la capacidad que permite la manipulación de la información almacenada en la memoria relacionándola con percepciones y experiencias para desarrollar una nueva representación mental de un objeto, un sistema o un proceso. La imaginación es la fuente de todo el pensamiento creativo, es más importante que el conocimiento y una de las principales razones para obtener el éxito.
Todos nacemos con una gran dotación de imaginación que se manifiesta en el mundo de la fantasía de los niños. Sin embargo, la sociedad y la educación fomentan la racionalidad e inhiben la imaginación y convierten a los niños en adultos con una imaginación reprimida.

Los emprendedores son como niños a los que la sociedad no ha conseguido desactivar su imaginación que es su fuente de generación de ideas. Es la chispa necesaria que puede inflamar el proceso emprendedor. Sin embargo, con la imaginación no tenemos suficiente y para que el incendio progrese, necesitamos la voluntad de impulsarlo. Estas son las dos facultades que definen al emprendedor: la imaginación para generar la idea de negocio y la determinación para que se convierta en realidad. Imaginación y determinación, dos elementos clave para emprender.

jueves, 31 de marzo de 2016

El emprendedor como artista creador

En más de una ocasión he dicho que un emprendedor es un aventurero que se lanza a una piscina sin saber si el agua está fría o caliente o incluso si cubre o no y muchas veces sin saber siquiera nadar. El emprendedor es aquella persona que tiene una idea de negocio y la impulsa para buscar una recompensa (no exclusivamente económica) obteniendo i administrando los recursos necesarios i asumiendo los riesgos inherentes a su proyecto.
 En este post quiero proponer el calificativo de artista creador para el emprendedor. De la misma forma que un escritor, un compositor o un pintor, impulsan sus ideas para convertirlas en un libro, una partitura o un cuadro; un emprendedor lucha por convertir su idea en un proyecto empresarial.
A pesar de lo que muchos puedan pensar, en la mayoría de las ocasiones, la prioridad del emprendedor no es ganar dinero, sino crear una obra personal que tenga impacto en la sociedad, de la misma forma que también lo hace el artista. Naturalmente que el emprendedor pretende ganar dinero y tener un reconocimiento social, pero no es diferente de lo que buscan los artistas creadores tradicionales y no por eso se les estigmatiza.
Igual que los artistas creadores, los emprendedores pueden hacer una obra individual o coral, como lo libros escritos por varios autores o los talleres renacentistas con discípulos dirigidos por el maestro para completar una gran obra de arte.
La creación de una obra de arte, es condición necesaria pero no suficiente para que llegue al público. Es necesario transmitirla, comunicarla, porque no es lo mismo escribir una obra de teatro que representarla en un escenario, no es lo mismo componer una sinfonía que interpretarla en un auditorio, no es lo mismo pintar un cuadro que exponerlo en una galería. En la segunda parte necesitamos el público, los clientes, los usuarios.
En el proceso para hacer llegar los productos y servicios al público también es condición necesaria crearlos. Sin embargo, esto es insuficiente si finalmente no se llega a los usuarios, al público, a los clientes. La creación de una startup (en el sentido de la Escuela de Stanford) es la parte creativa propiamente dicha, donde hay que poner mucha imaginación, intuición y pasión, y donde lo que en realidad se busca es dar “belleza” a la idea. En una segunda fase el objetivo es ejecutar, “representar”, “interpretar”, o “exponer” la empresa creada.
Hay artistas que hacen las otras funciones además de crear la obra de arte y también la ejecutan como escritor-director-actor, compositor-director-solista o pintor-expositor-marchante. Esta multifunción se le supone al emprendedor que generalmente ha de hacer de emprendedor-empresario-trabajador, cuando la mayoría solamente son creadores. Serían aquellos a los que se les conoce como emprendedores en serie y que yo llamaría el emprendedor como artista creador.

  

martes, 15 de marzo de 2016

Un MOOC especial para aprender a emprender

Una de las iniciativas más importantes que podría impulsar nuestra sociedad para lograr competir en un mundo globalizado, sería fomentar un cambio cultural hacia una sociedad del emprendimiento. De hecho, y aunque tímidamente, la sociedad civil ya lo está intentando, a pesar de las dificultades que suponen una legislación obsoleta y una burocracia funcionarial asfixiante.
Nuestras instituciones públicas son estructuras napoleónicas que pretenden mantener el control de cualquier actividad que suponga una iniciativa privada. No se trata de conceder dádivas, sino de eliminar los rozamientos y las trabas a la creatividad y al emprendimiento.
Una excepción que estoy viviendo desde dentro, ha sido la iniciativa de crear un MOOC de formación en emprendimiento para los estudiantes de las universidades públicas catalanas. En el MOOC, titulado “Com crear la teva empresa”, participan 9 universidades catalanas y está impulsado por la Generalitat y la Asociación de Universidades Públicas de Cataluña.
El curso, que se está impartiendo actualmente, está teniendo una buena respuesta de inscripciones, más de novecientas. Hay que tener en cuenta que está dirigido a universitarios, está realizado en catalán y además está ubicado en una nueva plataforma universitaria catalana UCATx (www.ucatx.cat) poco conocida.
El MOOC “Com crear la teva empresa” no es un MOOC al uso donde se ejecuta un curso de forma casi automática y donde los propios alumnos hacen, a través del foro, de “tutores” de sus compañeros.
Las características diferenciales del MOOC “Com crear la teva empresa”, son: a) El fomento de la creación, a través del foro, de equipos emprendedores compuestos por estudiantes de las diferentes universidades del distrito universitario, b) La tutorización de los proyectos emprendedores por los miembros del equipo académico del curso, c) Un concurso de proyectos emprendedores con premios a los tres mejores, d) La colaboración entre estudiantes de las diferentes universidades para generar proyectos, con las posibilidades de encuentros personales dada la distancia entre las universidades participantes. Lo que en otro post de este mismo Blog he llamado un MOOLC (ver aquí), e) La oportunidad de, una vez acabado el curso, dirigir a los equipos emprendedores a los servicios de emprendimiento de las universidades participantes en el MOOC y f) El mantenimiento permanente abierto del MOOC para estudiantes que lo quieran cursar de forma individual y para los profesores que lo quieran impartir total o parcialmente y de forma cerrada, a sus propios alumnos.
El objetivo final, es facilitar una herramienta a las universidades para que puedan dar un paso más hacia su conversión en universidades emprendedoras y de esta forma fomentar el emprendimiento entre sus estudiantes. Para ello, este curso puede ser un instrumento flexible para ser utilizado como un MOOC especial para aprender a emprender.

lunes, 29 de febrero de 2016

Entrevista publicada por la ACUP (originalmente en catalán)






1.- ¿Cuál es la importancia social del emprendimiento universitario?
En entornos más avanzados que el nuestro, el emprendimiento es una alternativa profesional escogida por muchos universitarios dadas sus recompensas personales y las relevantes consecuencias en el bienestar social. Sin embargo, en nuestro país, los estudiantes no consideran emprender como una opción prioritaria. En realidad, la elección más deseada por ellos, es ser funcionario o trabajar en una gran empresa de por vida. Esta mentalidad es el efecto de muchos factores a los que también hemos contribuido los profesores funcionarios como el paradigma de la estabilidad laboral, así como una sociedad que ha penalizado la asunción de riesgos y ha desprestigiado la figura del empresario.
Las universidades son elementos esenciales para el futuro de un país y para la renovación de su tejido productivo, que es la clave para mantener el bienestar social. Nuestra sociedad no ha tomado conciencia de que si no creamos nuevas empresas, las que tenemos serán cada día más viejas y en general menos competitivas. Es una cuestión de demografía vital empresarial.
Los universitarios pueden ser la semilla más importante para un cambio del modelo productivo como lo demuestran los entornos creados alrededor de universidades como el MIT o Stanford, donde la solución no viene de la transferencia de la I + D, sino de la masiva creación de empresas por parte de sus estudiantes y ex alumnos.

2.- ¿Qué se debería hacer para impulsar el emprendimiento en nuestras universidades?
El problema más importante no es de financiación, ni de una gran formación tipo MBA, ni de la legislación. El problema más importante es cultural y para que una sociedad cambie de mentalidad el instrumento esencial es la educación. Nuestras universidades ya han empezado a avanzar por este camino, pero no lo han hecho con la determinación necesaria.
Uno de los problemas centrales es que muchos educadores, una gran parte de ellos funcionarios, no creen en una sociedad emprendedora. Por lo tanto será muy difícil conseguir cambiar la mentalidad de los estudiantes sino es con la participación de emprendedores externos a la propia academia.
Las dos acciones fundamentales que deberían hacer las universidades para impulsar el emprendimiento, deberían ser, fomentarla y dar una formación básica. Estas actividades deberían ser transversales a todos los grados y masters de cualquier área de conocimiento. Se deberían impulsar acciones implicando emprendedores externos, como charlas, seminarios, asignaturas optativas, créditos de libre elección, trabajos finales de grado, y crear unas mínimas infraestructuras, como incubadoras o espacios de coworking.

Acciones de colaboración entre las universidades para crear un ambiente adecuado, también son muy importantes. En Cataluña tenemos un ejemplo reciente con la creación del MOOC "Cómo crear tu empresa" en la plataforma UCATx (www.ucatx.cat), donde participan todas las universidades públicas catalanas con el apoyo de la Generalitat y la ACUP.

lunes, 15 de febrero de 2016

Hacia unas universidades emprendedoras (Aparecido en Tecnonews el 03/02/2016)

En noviembre del año pasado vino a dar una conferencia a Barcelona, invitado por la ACUP, Soumitra Dutta responsable de la  Samuel Curtis Johnson Graduate School of Management en la Cornell University. El profesor Dutta es un reconocido experto mundial en management empresarial y la implicación de las tecnologías. En su conferencia, hizo hincapié en la necesidad de que las universidades fomenten y formen a sus alumnos en emprendimiento para que creen sus propias empresas en vez de orientarlos a ser empleados, ya que las grandes corporaciones están dejando de crear ocupación para introducir de forma masiva la tecnología en todos sus procesos. 
En junio, también del año pasado, vino a Barcelona Bill Aulet, Managing Director, The Martin Trust Center for MIT Entrepreneurship, como conferenciante invitado al congreso de emprendimiento organizado por Catalunya Emprèn. Uno de los puntos más resaltables de su conferencia fue que en el MIT solamente se crean unas 40 spin-off al año, pero en el entorno del MIT se crean unas 900 startup anuales y eso desde hace años. De tal forma que las 25.000 empresas existentes a partir del ecosistema del MIT tendrían un PIB, si fuesen un país, que le situarían como la duodécima economía mundial. La pregunta sería ¿Quién crea tantas empresas? y la respuesta fue clara: los estudiantes y alumni del MIT, porque su opción profesional prioritaria es crear la propia empresa como alternativa a trabajar para otros.
Emprender el camino para parecerse a un ecosistema como el del MIT i la ruta 128 de Massachusetts o Stanford y el Silicon Valley, no es fácil, ni inmediato. Se necesita un cambio de la mentalidad de nuestros estudiantes y para ellos nuestras universidades se han de transformar en universidades emprendedoras como en su día se transformaron de educadoras en investigadoras. No es suficiente ser una sociedad del conocimiento, hemos de pasar a ser una sociedad del emprendimiento, si queremos recuperar el mínimo bienestar social que hemos perdido con la crisis.
Aunque todavía falta mucho camino por recorrer, las universidades catalanas, que son las que más conozco, están moviéndose en esta dirección, aprovechando instrumentos como las asignaturas optativas, charlas transversales, conferencias, seminarios, talleres, días del emprendedor, espacios de coworking y últimamente los Trabajos Finales de Grado que actualmente tienen que hacer los alumnos de todas las carreras y donde además del contenido propio de cada área de conocimiento, pueden tener una parte dedicada a convertir el desarrollo específico en negocio. 

Un exponente de esta sensibilidad ha sido la creación de un MOOC de emprendimiento por parte de nueve universidades catalanas promovido por la Generalitat de Catalunya y Asociación de Universidades Públicas Catalanas (ver aquí), que se impartirá a partir de marzo y que ya tiene la inscripción abierta. Este es el camino para avanzar hacia unas universidades emprendedoras.

domingo, 31 de enero de 2016

Fomentar y formar a los universitarios en emprendimiento

En el post anterior hablaba de que era emprender y lo encuadraba en un contexto que no se limitaba al emprendimiento empresarial, sino a una manera de entender la vida. Todos somos emprendedores en mayor o menor medida, y asumimos riesgos en muchos casos innecesarios por una recompensa unas veces económica, pero otras veces psicológica, como puede ser la propia satisfacción personal, el reconocimiento de los demás o el propio poder.
El emprendimiento, está ligado a la condición haber humana y en el caso de emprender proyectos empresariales, además de las recompensas personales económicas y emocionales, las consecuencias pueden extenderse a toda la sociedad.
Los entornos de la Ruta 128 de Massachusetts o el Silicon Valley cimentados en universidades pioneras como el MIT o Stanford, han mostrado como el emprendimiento de sus universitarios han cambiado las sociedades donde se ubican, han repercutido en todo Estados Unidos y se han convertido en un referente mundial..  
No es necesario tomar como ejemplo los grandes polos de Boston o Silicon Valley. Como dice Mohamed Yunus, pionero del microcrédito, fundador de Grameen Bank en Bangladesh y Premio Nobel de la Paz: “Es el espíritu emprendedor el que ha sacado a Bangladesh de la miseria, pese a los politicastros y burócratas”
Dada que nuestra situación y nuestro entorno no están en la situación que estaba Bangladesh, la dirección sería tomar como ejemplo los modelos de los grandes polos científicos y tecnológicos mencionados anteriormente. Pero para eso hay que aumentar el espíritu emprendedor entre nuestros universitarios y formarlos para iniciar estas aventuras con el menor riesgo posible.

En esta línea todas las universidades públicas catalanas se han unido para desarrollar un MOOC titulado “Com crear la teva empresa” (ver aquí) con el fin de fomentar y formar a los universitarios en emprendimiento.

viernes, 15 de enero de 2016

Emprender se aprende sobre la marcha

Emprender no es solamente un proceso relacionado con la creación de empresas. Emprender es acometer una aventura para tratar de alcanzar unas recompensas, asumiendo sus riesgos y sus costes asociados. Emprendemos cuando decidimos hacer un gran viaje, cuando tomamos la decisión de formar una familia, cuando creamos una asociación cultural o cuando lanzamos un club deportivo, etc. En este sentido, y en mayor o menor medida, todos somos emprendedores.
Cuando alguien toma una decisión de emprender una actividad y empieza el proceso, puede lograr satisfacciones pero también tendrá que luchar para superar los retos y escollos del camino. Para emprender se han de conseguir y gestionar los recursos necesarios y tener una mínima preparación. Emprender es como lanzarse a una piscina, lo único que se necesita saber es mantenerse a flote.
No sirven, o no hay, manuales detallados de cómo resolver todas las situaciones que se pueden dar en una aventura y cuanto más desconocido es la ruta, más difícil es planificarla. No es posible conocer previamente y en detalle un camino inexplorado, de la misma forma que no se puede prever y describir en un documento que es lo que hay que hacer para para vivir la vida. Por eso no hay hojas de ruta que garanticen el éxito cuando una pareja decide fundar una familia.  
Las ideas generales que hemos comentado hasta aquí se aplican igualmente a la decisión de acometer un proyecto de negocio. Emprender un proyecto empresarial es promover una aventura a partir de una idea de negocio consiguiendo y gestionando los recursos necesarios para obtener unas recompensas, asumiendo los riesgos inherentes al mismo.
Cada negocio es una aventura única y desconocida, por eso existe un alto riesgo de fracaso. Hay algunos negocios que se parecen mucho entre si, pero aun así, nunca existe una plena garantía de éxito. Incluso en las franquicias, cuyas instrucciones son iguales para todos los franquiciados, unas tienen éxito y otras no.

Por eso, no es posible empezar un negocio desarrollando un plan estratégico detallado que defina un camino que todavía no existe. De aquí, que lo que yo llamo la escuela de Stanford, aconseja no empezar un proyecto emprendedor redactando un documento extenso sobre lo que será la empresa (un Plan de Negocio), sino definir los trazos más importantes de la futura empresa (el Modelo de Negocio) de la forma más rápida y barata posible, formulando hipótesis y validándolas. A partir de su validación, podemos crear la empresa (hasta entonces es una startup) y redactar su primer plan estratégico (el Plan de Negocio). No existen hojas de ruta universales para todo tipo de negocio, por eso no sirve de nada realizar una formación detallada en emprendimiento, solamente las líneas generales de como diseñar un esquema y como validarlo. De la misma forma que aprendemos a vivir nuestra vida viviéndola, emprender se aprende sobre la marcha.