sábado, 30 de abril de 2016

El problema es la burocracia















Hace ya algún tiempo que me dedico a fomentar y formar a jóvenes, especialmente universitarios, en la creación de startups en el sentido Stanford (es decir, proyectos emprendedores que todavía no son empresas) y cuyo objetivo es constituirse como una sociedad, generalmente una SL.
A pesar de que la propaganda oficial habla de que en España, la constitución de una empresa es un proceso que se ha agilizado tanto que es posible constituir una SL en un día, esta afirmación dista mucho de la realidad, ya que tener todo el proceso acabado puede costar fácilmente alrededor de un mes.
Recientemente, he creado una SL con otros socios y he comprobado que es una carrera de obstáculos que podrían ser evitables si realmente existiese voluntad de agilizar/eliminar unos procesos y trámites, que pueden significar la pérdida de un sinfín de horas para entender los modelos de formularios, rellenarlos y presentarlos.
Entre todos estos trámites están el de obtener el nombre en el registro mercantil, redactar unos estatutos y poderes para los socios, abrir una cuenta corriente y depositar un mínimo de 3000 euros (cuenta con la que no puede operar hasta que no esté la sociedad constituida y registrada), constituir ante notario la empresa para tener la escritura, registrar dicha escritura en el Registro Mercantil, obtener el CIF de la empresa, obtener certificado digital, inscribir la empresa en la seguridad Social para de alta a los trabajadores, …
La solución alternativa consiste en hacer el proceso a través de una gestoría asumiendo sus costes y una cierta inversión en tiempo. Todo ello, costes y costas, puede significar una cantidad nada despreciable para una nueva empresa formada por unos cuantos jóvenes.
El problema es que todo este proceso destila un rancio olor a una administración del siglo XIX, del Vuelva usted mañana “Larriano” con un barniz, solo un barniz, de modernidad. Cuan fácil sería diseñar un sistema telemático en el que se entraría la información una sola vez y donde los diferentes organismos públicos tomasen la información que necesiten !!
He criticado el proceso de apertura, pero frecuentemente la empresa creada fracasa y no pueda seguir adelante. Es entonces cuando aparece otro calvario de tiempo y costes para cerrarla.
Si nuestra sociedad quiere ser competitiva necesitamos crear empresas y para ello se precisa una Administración que ayude y agilice y no que entorpezca, una Administración transparente para el usuario.  El problema no es técnico, resolver eso sería fácil, el verdadero problema son las mentalidades de nuestros políticos para quienes esto no es una prioridad y los funcionarios y otros burócratas como notarios o registradores para quienes sí es una prioridad mantener el estatus quo. Como pasa con tanta frecuencia en nuestra sociedad el problema es la burocracia.

viernes, 15 de abril de 2016

Imaginación y determinación, dos elementos clave para emprender









En el post anterior hablaba del emprendedor como artista-creativo y en este continuamos con el tema. La imaginación de una persona es la capacidad que permite la manipulación de la información almacenada en la memoria relacionándola con percepciones y experiencias para desarrollar una nueva representación mental de un objeto, un sistema o un proceso. La imaginación es la fuente de todo el pensamiento creativo, es más importante que el conocimiento y una de las principales razones para obtener el éxito.
Todos nacemos con una gran dotación de imaginación que se manifiesta en el mundo de la fantasía de los niños. Sin embargo, la sociedad y la educación fomentan la racionalidad e inhiben la imaginación y convierten a los niños en adultos con una imaginación reprimida.

Los emprendedores son como niños a los que la sociedad no ha conseguido desactivar su imaginación que es su fuente de generación de ideas. Es la chispa necesaria que puede inflamar el proceso emprendedor. Sin embargo, con la imaginación no tenemos suficiente y para que el incendio progrese, necesitamos la voluntad de impulsarlo. Estas son las dos facultades que definen al emprendedor: la imaginación para generar la idea de negocio y la determinación para que se convierta en realidad. Imaginación y determinación, dos elementos clave para emprender.