jueves, 31 de mayo de 2018

Un camino de ida y vuelta


El proceso de creación de empresas durante la mayor parte del siglo pasado se entendía como un paso más en el camino de gestionarlas correctamente para consolidarlas y hacerlas crecer. Por eso se suponía que los mejores perfiles para crear empresas de éxito eran los MBA y que el proceso para hacerlo consistía en trabajar sobre un plan estratégico llamado Business Plan como hoja de ruta detallada del camino que debía recorrer la empresa desde sus inicios.  
Cuando en la primera década de este siglo Steve Blank afirma que crear una empresa no es gestionarla, que una startup no es una empresa en pequeño, sino un grupo de gente a la búsqueda de un modelo de negocio, deshace el mito de que el mejor emprendedor necesita tener el perfil de un MBA. Antes bien, un perfil clásico de MBA resultaba ser opuesto al espíritu emprendedor. Por eso las escuelas de negocio no son una fuente de emprendedores, sino que continúan siendo lo que han sido desde su inicio, formadoras de gestores para ejecutar modelos de negocio validados.
Sin embargo, hoy día, el mundo empresarial está cambiando, sometido a una competencia internacional tan feroz que necesitan dar respuestas dinámicas realizando cambios permanentes no solamente introduciendo la innovación de productos y servicios, sino incluso poniendo en cuestión sus modelos de negocio que consideraban como su base estratégica más estable. Esto significa introducir el espíritu emprendedor en las empresas consolidadas para convertirlas de alguna forma en startups, siguiendo el título del último libro de Eric Ries: “The Startup Way”.
Las escuelas de negocio tendrían que crear perfiles que puedan dar respuesta a los nuevos retos para las empresas en el mundo que se aproxima. Esto significaría que ellas mismas, como empresas consolidadas que son, tendrían que ser las primeras en cambiar su modelo de negocio  introduciendo el espíritu emprendedor en su estrategia en lo que podríamos decir que sería un camino de ida y vuelta.

martes, 15 de mayo de 2018

Vivir es emprender y emprender es vivir


La vida es sentir, idear, decidir y actuar. De sus resultados, especialmente de los negativos, aprendemos. Nuestro proyecto emprendedor es vivir cada día nuestro proyecto personal. Cuando más libertad tenemos para nuestro proyecto personal más emprendemos personalmente.
En el ámbito laboral, donde nuestras decisiones las toman otros y en algunos casos están totalmente detalladas por las reglas que la empresa nos impone. Es como si nuestra vida laboral fuera un algoritmo que alguien, no nosotros, ha programado y nos hace actuar como robots posiblemente para que en cuanto sea posible seamos substituidos por uno de ellos. Una buena parte de nuestro tiempo es la espera de que se acabe la jornada laboral para emprender nuestra verdadera vida. Solamente la mitad de nuestra vida es emprendedora (el otro tiempo que falta, dormimos).
Emprender es vivir porque cuando emprendemos un proyecto de negocio sentimos, ideamos, decidimos y actuamos. De sus resultados en especial de los fracasos, aprendemos. Emprender es vivir porque salimos de ese encierro laboral donde sienten, idean, deciden y actúan otros, y donde nosotros solamente ejecutamos. Emprender nos permite dar libertad a la mitad de la vida que hacemos de robots.
Con todos los riesgos e incertidumbres que suponen, vivir es emprender y emprender es vivir.