domingo, 29 de julio de 2012

La liga de los hombres extraordinarios

A pesar de la canícula estival, hay noticias escalofriantes, como son los últimos datos del paro publicados por el INE  (24,6%). Uno de cada cinco personas activas no encuentra empleo. Sin embargo, las perspectivas de futuro pueden ser todavía peores si se observa la tendencia del paro juvenil cuya curva ascendente ha alcanzado en el segundo trimestre un 53,3%. El problema no parece que vaya a mejorar en el corto plazo y puede que tampoco en el medio, si no todo lo contrario. Las empresas continúan destruyendo empleo y las administraciones están consolidando el proceso de congelación de nuevas plazas y la destrucción de empleo cuando expiran los contratos temporales y las interinidades. La situación de liquidez es tan complicada que ciertas entidades públicas, como por ejemplo el CSIC, están dejando de pagar a sus suministradores para poder asegurar el pago de las nóminas. Esto implicará, de forma indirecta, consecuencias negativas en el empleo.
La pregunta que se hacen muchas personas, en particular los jóvenes, es que hacer ante esta situación. La respuesta más inmediata es emigrar, como la que se dio en los años 60 aunque en aquella ocasión las causas eran diferentes. Entonces se emigraba con maletas de cartón desde las zonas rurales empujados por la miseria. En la actualidad se emigra empujados por la falta de futuro y con la ventaja de no tener fronteras legales que nos impidan ir a otros países de Europa. Es una suerte ser europeos, aunque sea de segunda. La emigración ayuda a los que se quedan ya que los escasos puestos de trabajo existentes se han de repartir entre menos. Parafraseando el título de la película de Sydney Pollack, los que no pueden emigrar piensan: Marchad, marchad, malditos !!.
Otras respuestas a la situación tienen además consecuencias sociales positivas, como son las que dan los emprendedores. La creación de nuevas empresas proporciona soluciones personales para los emprendedores, pero también generan empleo y además afloran valores de responsabilidad, de asunción de riesgos, humildad, resiliencia, etc., tan necesarios para una sociedad como la nuestra, anestesiada durante años. En este caso la película es de Stephen Norrington como una adaptación al cine de los "comics" de Alan Moore y Kevin O'Neill que en castellano se tituló "La liga de los hombres extraordinarios".

martes, 10 de julio de 2012

La invasión de los godos

















Nuestra entrada en Europa ha representado cambios importantes. Uno de ellos ha sido, recientemente, la pérdida de autogobierno sobre todo para los países intervenidos o seudointervenidos como España y como consecuencia una pérdida de peso de sus políticos en Europa.
En realidad no ha sido propiamente una perdida de poder, sino la constatación de que internacionalmente no lo había y lo que oíamos era en realidad propaganda para consumo interno de los sufridos ciudadanos. Ha sido un duro despertar el recibir órdenes desde Europa de lo que se ha de hacer cada día y oir desmentidos cuando se pretende dar otra interpretación diferente a las ordenes recibidas. 
Para estos políticos incompetentes, los "rumoreadores" profesionales y los especuladores del chanchullo de "la gran cloaca madrileña" como la llamaba Suárez, cubiertos de una pátina de caspa acumulada durante siglos, esta invasión lenta, pacifica, no violenta, pero cada vez más inflexible por la pérdida creciente de confianza, puede ser letal para esta oligarquía y aunque de digestión pesada para los ciudadanos de esta parte del sur de Europa, puede llegar a ser a la larga algo positivo. Forzados por la situación, se pueden llegar a potenciar valores, como el ahorro, el esfuerzo, la meritocracia, etc. que son cambios que necesita nuestra sociedad y de los que nuestras instituciones tienen una carencia manifiesta.
Para conseguir esos cambios es necesaria más Europa. Afortunadamente aquí coincido con nuestros políticos que también la quieren, a pesar de que esto significaría una mayor pérdida de su autonomía. Como no pienso que eso sea lo que finalmente querrían, he de suponer alguna explicación más coherente con su trayectoria de actuaciones, es decir la estupidez.
Es cierto que nos mandarán directa o indirectamente en otras lenguas. Sin embargo y dado que las perspectivas de futuro son las que son y el tener alguien que nos dirija con un DNI, no solo no es garantía de éxito, sino más bien todo lo contrario, lo que necesitamos es una intervención en toda regla. Es decir, la invasión de los godos.