jueves, 15 de diciembre de 2016

Cada emprendedor tiene que subir por su particular escalera

Los autores y expertos en emprendimiento, hablan normalmente de que el proceso emprendedor implica cubrir una serie de etapas, fases o peldaños, cuyo orden debe respetarse.
Originalmente, la creación de una empresa pasaba por descubrir lo que se suponía que era una oportunidad, hacer un detallado Plan de Negocio, centrándose en la idea como núcleo y entonces lanzarse a poner en marcha el negocio yendo al notario para constituirla. Una vez creada la empresa, se descubría, frecuentemente, que se había gastado una gran cantidad de esfuerzo, tiempo y dinero para crear un producto o servicio que nadie quería y se tenía que escoger un camino alternativo sobre la marcha que en muchos casos significaba la muerte de la empresa.
Hace menos de una década se produce un cambio disruptivo y toma fuerza un nuevo enfoque que analiza el posible futuro negocio, basándose en el cliente como elemento central y no en la idea. Si la hipótesis de que la idea es atractiva para el cliente se confirma y da lugar a un buen Modelo de Negocio, el proyecto puede dar el paso para convertirse en una empresa y no antes.
Un grupo de emprendedores (a veces uno solo) que analiza una hipótesis antes de lanzarse a la piscina, es lo conocemos como una startup, que no es una empresa en pequeño, ni tan siquiera una organización, ya que la mayoría de las veces están desestructuradas y desorganizadas. Una startup es un experimento a la búsqueda de un Modelo de Negocio que funcione de forma sostenible y si es posible escalable. Así, el proceso de un proyecto emprendedor tiene ahora dos fases: 1) Encontrar un Modelo de Negocio viable interactuando con los potenciales clientes y 2) Montar la empresa y hacerla crecer
El primero en introducir este concepto hace una década fue Steve Blank en su libro The Four Steps to the Epifany, rompiendo con la tradición de que para crear una empresa había que encerrarse en un despacho a desarrollar un documento de 40 páginas y con esta hoja de ruta montar y gestionar la empresa.
La propuesta de Steve Blank de que un Plan de Negocio no servía para nada, creó escuela (yo la he llamado la Escuela de Stanford) y ha sido perfeccionada y detallada por personas como Eric Ries con la metodología desarrollada en su libro The Lean Startup, o Alex Osterwalder e Yves Pigneur con sus lenguajes para describir el Modelo de Negocio en sus libros The Business Model Canvas y Value Proposition Design. Otro autor relevante que introduce puntos de vista adicionales es Ash Maurya que en su libro Running Lean y recientemente Scaling Lean aporta interesantes ideas para mejorar la metodología de la creación y el crecimiento de los proyectos emprendedores.
Otros autores, han desglosado el proceso en más fases para proponer una hoja de ruta detallada a seguir por los fundadores. Es el caso de Bill Aulet que plantea un proceso de 24 pasos en su libro Disciplined Entrepreneurship y más recientemente Howard Love que presenta un proceso de 6 fases en su libro The start-up J curve.
Aunque todos los expertos plantean el proceso creativo como un itinerario estructurado en fases, escalones o pasos correlativos y bien definidos, esto no son más que consejos generales, ya que el empinado camino que hay que recorrer para conseguir que una startup llegue a ser una empresa sostenible, rentable y si es posible escalable, es un proceso no estándar donde cada emprendedor tiene que subir por su particular escalera.