domingo, 15 de noviembre de 2015

Nadie invierte en ideas

Cuando asesoro a emprendedores, encuentro con frecuencia que muchos de ellos piensan que su idea es tan buena que les será fácil encontrar financiación y que los inversores se desvivirán por apostar su dinero en esa idea. Cuán lejos de la realidad están!!. Les cuesta admitir mis palabras, cuando les digo que su idea emprendedora no vale nada.
La inversión privada en la fase semilla se orienta a analizar startups que ya tienen un buen equipo de emprendedores y han validado su modelo de negocio, y si ven en  ellas una oportunidad de negocio que además invertible, hacerlo. Los Business Angels y los fondos de Venture Capital, ni son ángeles, ni son aventureros. Lo que buscan los inversores es maximizar el retorno y la seguridad de sus inversiones y si los emprendedores no aceptan este modo de trabajar, están muy equivocados.
Ningún inversor financia ideas porque en ese caso estarían haciendo el papel de los insensatos de las 3F (Family, Friends and Fools). Los inversores son en primer lugar filtradores de proyectos emprendedores cuando estos ya tienen un Mínimo Producto Viable (o mejor vendible) y si es posible los primeros clientes. De esta forma se explica que menos de uno de cada cien modelos de negocio acaban obteniendo financiación privada.
Otra de las características de la financiación privada, es que dada la incertidumbre de una correcta ejecución en esta fase inicial, a pesar de que el modelo de negocio esté validado, su éxito es una incógnita y si finalmente alguien está decidido a invertir, las condiciones impuestas pueden parecerles abusivas a los emprendedores, como por ejemplo, ofrecer poco dinero a cambio de una alta participación en la empresa o cláusulas muy duras como las de permanencia o arrastre.
En el sector público las condiciones para obtener financiación tampoco son magnánimas. Una startup que desee pedir financiación ha de estar constituida y en un estado de maduración suficiente como para poder ejecutar con éxito su plan de negocio y donde los emprendedores han de haber invertido una cantidad similar al dinero que piden. La financiación suele venir articulada como un préstamo participativo que tiene como inconveniente, la burocracia no despreciable que lleva asociada.
La pregunta es: ¿Dónde y cómo obtener la financiación necesaria en esos momentos iniciales en que el proyecto está un una fase de idea o de modelo de negocio todavía no validado? y la respuesta es: de las aportaciones personales de dinero y del trabajo no remunerado de los propios emprendedores. El 90% de los proyectos emprendedores en esta fase, se financian así, es lo que se conoce  como bootstrapping. El esfuerzo personal, es además, la forma para demostrar cuando la empresa busque financiación que el equipo emprendedor está comprometido con el proyecto.
Otra vía de financiación en esta fase de idea son las 3F (y excepcionalmente el Crowdfunding), porque si los que están más próximos a los emprendedores, no confían en ellos, quien lo va a hacer. Esta vía puede presentar problemas importantes derivados de un eventual fracaso del proyecto, ya que además de perder el dinero también se pueden ver afectadas las relaciones familiares o de amistad.

Es necesario tener claro que las 3F invierten en personas y que los inversores lo hacen en proyectos emprendedores validados. Las ideas no valen nada, nadie invierte en ideas.