domingo, 15 de abril de 2018

Una startup no funciona nunca según un modelo teórico

Hasta la primera década de este siglo, la forma de dar el primer impulso a un proyecto emprendedor consistía en construir un edificio teórico y escribirlo con detalle en un documento llamado Business Plan. Todo esto se conjeturaba sin hacer un estudio del terreno y por tanto sin saber si el suelo soportaría el peso de la construcción. Este diseño racional permitía imaginar el comportamiento de la empresa resultante, imaginaciones que normalmente no se cumplían y que llevaban al proyecto emprendedor al fracaso con la consiguiente pérdida de tiempo y recursos. El problema residía en que el emprendimiento no es una aventura individual que empieza y termina en el emprendedor, sino que se trata de una cuestión social donde los clientes tienen la libertad de adquirir o no, la propuesta de valor que se les ofrece.
El emprendimiento clásico era un proceso que se parecía al comportamiento de los modelos teóricos de organización de la sociedad, como el comunismo o el fascismo, que solamente funcionan en la teoría. El proceso emprendedor, tal como se entiende actualmente, está más cerca de los modelos basados en experiencias que corresponderían a una estructura socio-económica liberal, donde el conocimiento se adquiere de forma experimental y los cambios que se introducen con las propuestas de valor pueden ser radicales puntualmente, pero incrementales desde un punto de vista social. El emprendedor en este escenario sería un zorro y no un erizo en el sentido de Isaiah Berlin.
La clave del movimiento Lean Startup ha sido romper con la tradición de construir modelos teóricos que durante mucho tiempo dieron resultados adversos y para mejorar dichos resultados, introducir como metodología de crear empresas procedimientos de prueba-error, ya que una startup no funciona nunca según un modelo teórico.