Cuando empezamos un proyecto emprendedor nos equivocamos permanentemente. Nos equivocamos en casi todo: al escoger los cofundadores, al prever quienes serán nuestros clientes, al contratar a los empleados, al conectar con los posibles inversores, al calcular los recursos necesarios, etc. Eso pasa porque nosotros no somos expertos y todo lo que rodea al proyecto emprendedor es desconocido. Como decía el premio Nobel de Física Niels Bohr, “Un experto es una persona que ha cometido todos los errores que se pueden cometer en un determinado campo”.
Si queremos hacer una paella, necesitamos una buena receta y los
ingredientes adecuados, si no nos sale bien no es un error, es un fracaso, porque
no hemos seguido el proceso correctamente. Lo realmente sorprendente sería
acertar cuando estamos construyendo algo desconocido sin receta, planos o libro
de instrucciones.
Al impulsar un proyecto emprendedor se está inventando algo nuevo,
del que no se conoce bien el sector, ni cómo funciona el mercado, ni si los
colaboradores son los más adecuados, ni si trabajamos bien como equipo porque normalmente
nunca lo hemos hecho antes, ni si acertamos con el perfil de los clientes, unos
clientes que nunca han oído hablar de nosotros, etc.
Vamos a cometer una gran cantidad de errores constantemente, no
hay otra forma de aprender de esos fallos. En emprendimiento, cometer errores es
probar y aprender, no fracasar. En un entorno desconocido como es impulsar un
proyecto emprendedor, equivocarse es la única forma de encontrar el camino adecuado.
Cuando los emprendedores de hace más de una década iniciaban un
proyecto, el primer paso era estudiar el proyecto y escribir un “tratado
teórico” y cerrado conocido como Business Plan. En sus 40 o 50 páginas, se
plasmaba hasta el último detalle del futuro del proyecto y donde todo estaba previsto
para los próximos tres o cuatro años, desconociendo aquella otra frase de Niels
Bohr: “Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del
futuro”.
El problema es que la realidad nunca es como la pensamos y las
previsiones llevaban muy frecuentemente al fracaso, un fracaso importante
porque esa guía de algo desconocido llevaba a hacer “paellas” para muchos comensales
que podían ser incomestibles. Para no fracasar de forma grave en algo
desconocido se han de hacer experimentos de laboratorio para cometer errores de
forma rápida y de bajo coste y aprender de ellos. Como señala el dicho popular,
“Los experimentos mejor hacerlos gaseosa”.
Por eso se ha lanzado Ekiter (ekiter.com) como un laboratorio para
probar proyectos emprendedores donde todos los actores pueden colaborar. Si después
de un proceso iterativo de cometer errores y corregirlos, el proyecto finalmente
fracasa, se habrán minimizado las pérdidas de tiempo y dinero y sobre todo sus consecuencias.
Impulsar un proyecto emprendedor es como hacer una
paella sin receta.