lunes, 31 de diciembre de 2012

Una sociedad comprometida con los emprendedores


El paro es el problema más importante que hoy día tiene nuestra sociedad. La generación de empleo en tiempos de crisis está ligada a la creación de nuevas empresas como ya vimos en la entrada anterior de este mismo blog. Sin embargo, a pesar de la evidencia de esta imperiosa necesidad, no creamos empresas con la intensidad que requiere la situación. Como en otros temas, en este, hay muchos problemas enquistados que no somos capaces de resolver, como son los administrativos, los financieros y sobre todo los sociales. 
Sin despreciar el resto, uno de los problemas más importante es la falta de reconocimiento de la sociedad hacia quien se arriesga y crea una empresa. Es necesaria una toma de conciencia de que en una situación de crisis como la que estamos viviendo y en un sistema económico como el nuestro necesitamos muchos más emprendedores y para ello es necesario cambiar la imagen social del emprendedor y del empresario, ya que este será el destino de aquellos emprendedores que tengan éxito.
La imagen del empresario en este país no es buena. Es un país que da el voto a las derechas y sin embargo rechaza a los empresarios. Empresarios, de los que hay muchos, que se preocupan más por el futuro de su empresa, que por los beneficios inmediatos. Es cierto que en los últimos años muchos especuladores se han disfrazado de empresarios, dañando la imagen de estos. Si queremos que los jóvenes emprendan, han de tener referentes como en USA los Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg y tantos otros y no los especuladores de “coge el dinero y corre” que no pueden ser, en ningún caso, ejemplos a seguir y dejar la exclusiva de héroes juveniles a deportistas o cantantes. 
Una de las vías, entre otras muchas, de sensibilización está en manos de la sociedad  separando el grano de la paja, repudiando y castigando, si procede, a este tipo de especuladores, empezando, por ejemplo, por las asociaciones de empresarios que deberían aplicar  reglas de buenas prácticas y excluir de sus organizaciones a aquellos que las vulneran, así como premiar a los que más las respetan y no a los que más rápidamente se enriquecen.
La sensibilización requiere otras muchas actuaciones y es un proceso largo y difícil, pero necesario. Es una cuestión de supervivencia, necesitamos una sociedad comprometida con los emprendedores.