martes, 15 de enero de 2019

En otro tiempo de la historia


El poder siempre se ha transmitido como herencia. Llegar al poder sin heredarlo ha sido históricamente muy difícil y durante muchos siglos, en Europa, las personas siempre han estado enclaustradas en la clase en la que habían nacido, aunque, naturalmente, siempre ha habido excepciones.
En la Edad Media para llegar a ser alguien relevante sin heredarlo, una vía era tener unos conocimientos como los que hoy día tiene cualquiera de nuestros escolares, es decir, leer, escribir y las cuatro reglas de la aritmética. El camino podía ser la Iglesia
En la Edad Moderna, a partir del Renacimiento, encontrar personas con cultura era más fácil y para llegar a tener poder sin heredarlo, la carrera militar podía ser una buena palanca. El camino era el ejército.
En la Edad Contemporánea, en el siglo XIX, tras la Revolución Francesa, para alcanzar el poder sin heredarlo, el camino era la política
En el siglo XX, el poder lo pudieron conseguir personas con mucha decisión y suerte creando grandes corporaciones ligadas al transporte, la energía o la banca. Son los grandes empresarios que partían de un patrimonio heredado, pero de alguna forma tenían el virus del emprendimiento. El camino era la gran industria y las finanzas
Es a finales del siglo XX y el XXI en el que estamos, los que llegan al máximo poder económico son los emprendedores como Bezzos, Gates, Ortega, Zuckerberg, Jobs, que no han necesitado heredar dinero, sino talento y voluntad. En nuestro tiempo son los emprendedores los que triunfan y crean puestos de trabajo, mientras el tejido productivo clásico basado en la sociedad del conocimiento, languidece.
 Aunque muchos no han llegado a conseguir al grado de éxito de los más reconocidos, también han logrado tomar un ascensor social como no había existido antes en la historia y están creando un tejido productivo de alto valor añadido donde el talento y no el árbol genealógico es la mejor carta de presentación. El camino es impulsar esa sociedad del emprendimiento, pero nuestros dirigentes políticos todavía están en otro tiempo de la historia.