lunes, 15 de julio de 2019

La burocracia acabará ahogándonos


En este blog hemos hablado frecuentemente contra la burocracia como elemento limitador de la agilidad que necesita tener cualquier organización para ser eficaz, sea esta un país, una universidad o una empresa, todo ello en un mundo cambiante caracterizado por la necesidad de responder de forma muy dinámica a los constantes retos de la sociedad.
La burocracia no solamente tiene un coste económico directo, sino que obliga a hacer tareas administrativas inútiles que se podrían automatizar. Sin embargo, como dice William Eggers, la mayoría de los gobiernos y organismos gubernamentales no tienen una estrategia digital. En un momento de revolución digital en el que están cambiando completamente los negocios y en general la sociedad, los gobiernos no pueden quedarse atrás, es necesario que la eficacia de los servicios a los ciudadanos se parezca a los que da, por ejemplo, Amazon.
Un ejemplo que he vivido durante años en carne propia han sido las nefastas consecuencias de la burocracia en el ámbito de la investigación. Un buen tanto por ciento del tiempo de los investigadores se dedica a la burocracia para hacer peticiones de proyectos, justificar su avance, controlar los gastos, etc., un problema este que se podría eliminar financiando la investigación por los resultados, muy fáciles de medir, a posteriori.
Otro ejemplo sangrante de las consecuencias de la burocracia es en el ámbito del emprendimiento donde la agilidad es vital. España, que es uno de los países de Europa que tiene más necesidad de un emprendimiento que cree nuevas empresas, es uno de los que más trabas burocráticas requiere, como podemos ver en la figura de entrada a este post. Un ejemplo concreto que he vivido de cerca: darse de alta en el IAE implica tener que hacer declaraciones trimestrales y anuales de IVA aunque no se facture nada. Soluciones más eficientes ya existen y las han implantado otros países que aparecen en la figura. Si no reaccionamos, la burocracia acabará ahogándonos.